viernes. 26.04.2024
Maixabel

Maixabel, Juan Mari.

Ayer fue una tarde-noche de alto voltaje.

Tenía muchas ganas de ver esa película y, al mismo tiempo, la certeza de que sería un mal trago.

Me refiero a la recién estrenada “Maixabel”. Una joya de Iciar Bollain, con una Blanca Portillo y un Luis Tosar inmensos, que glosa la peripecia humana y política de Maixabel Lasa Iturrioz, la esposa y compañera de militancia de Juan Mari Jaúregui, el dirigente socialista asesinado por ETA en Tolosa el 30 de Julio del 2000, y cuya memoria honró siempre Maixabel fomentando el diálogo y la reconciliación como esfuerzo heroico, y de escasa aceptación entonces, para acabar con el terrorismo de ETA y la locura y el sufrimiento colectivo que éste provocó en Euskadi y en España desde el asesinato del almirante Carrero Blanco -del que ETA es ejecutora de una tentativa siniestra de desestabilización de la transición de la dictadura a la Democracia, y marca la línea divisoria de esa organización desde la lucha armada contra el franquismo al terrorismo contra la Democracia- hasta su derrota definitiva en el 2011, fruto del rechazo radical de la sociedad vasca y española, de la unidad firme de las fuerzas democráticas y de la eficacia policial y judicial, conducidas en su fase final por los gobiernos de José Luis Rodriguez Zapatero y Alfredo Pérez Rubalcaba como ministro del interior.

Maixabel, una mujer y una familia destrozadas por el asesinato del compañero y el padre, derrochó coraje hasta sentarse a hablar con los asesinos de Juan Mari, escuchar sus disculpas como piltrafas humanas, víctimas a su vez del fanatismo criminal, exponerles y reprocharles todo el dolor que causaron y … perdonarles.

Para alguien  con poco más de 20 años tan vinculado al País Vasco, que luchó contra el terrorismo franquista, primero, y el terrorismo de ETA, después, la película es un viaje sin concesiones al horror, la esperanza y la juventud. Los muchos años y el lacrimal hacen el resto.

Pero, bueno, no sólo no me arrepiento de haber ido a verla, sino que les recomiendo encarecidamente que vayan, no importa su edad o condición, basta con que sean decentes y sensibles. La recomiendo muy especialmente a los canallas que organizan homenajes a los terroristas que vuelven a casa “con la cara muy alta” por sus crímenes, y a los fariseos que ven etarras por todas partes y, sin disimulo, echan en falta a la ETA creyendo que eso les daría rentas políticas o electorales. Jódanse ambos porque aquel horror y aquellas muertes no volverán.

Salgo del cine a rastras, reconecto el teléfono y me encuentro con un mensaje de mi muy querido compañero Manuel Navarrete, uno de los militantes obreros más abnegados que yo he conocido desde hace 50 años por sus especiales circunstancias personales y físicas; sólo equiparable para mí con el siempre presente Rafael Ballús. Navarrete, desde el tardofranquismo, la transición y la democracia es un emblema de la lucha obrera en Sabadell y en el textil. Me dice en pocas palabras que han muerto Andreu Vila y Ángel Peix, los dos el mismo día, 8 de Octubre, aunque ya no había entre ellos apenas contacto pues el segundo y Nuri, su compañera ausente en vida por culpa de ese maldito señor alemán que roba memorias y vidas, hace muchos años que viven en Cheste.

Sin reponerme de un golpe encajo el otro, que son dos en realidad. Llamo a Navarrete y con la voz que le queda me viene a decir que los recuerdos y compañeros como ellos son lo mejor de la vida que hemos llevado desde tan jóvenes. No me queda más que darle la razón casi en silencio.

Ángel

Ángel Peix era el líder de la sección sindical clandestina de la USO en la Hispano Olivetti de Barcelona, en Pueblo Nuevo, un fabricón con más de 7000 trabajadores a finales de los 60, que producía máquinas de escribir y calculadoras manuales a millones cada año. Cuando yo entré en la USO, en 1967, Ángel ya era un emblema con un prestigio agrandado por estar cumpliendo condena en el penal de Jaén; yo lo conocí ya entrado el 68, compartimos a fondo si bien él era un militante complejo, muy exigente y autoexigente, empecinado siempre en la coherencia ética entre el pensamiento y la acción, el debate exhaustivo sobre el tema que fuera antes de acordar y aplicar la disciplina para cumplir lo acordado, su obsesión porque se impusiera en las empresas el modelo de sindicalismo de la USO -participativo, autónomo,  generador de militantes conscientes frente al agitacionismo del PSUC- ,  pero dispuesto siempre a darlo todo, a no escamotear esfuerzos ni riesgos ni en el centro de trabajo ni en las muchas tareas de formación, información o agitación externas al mismo.

Nuria era la compañera del Ángel. Una torre de mujer joven, siempre animosa y con el mismo o mayor perfil, si cabe, de bondad y generosidad militante que Ángel. No era para nada cargante en las discusiones y muy práctica y dada al “au, va, anem per feina…”, para cortar con las discusiones circulares y estériles. El piso de Ángel y Nuri, un minúsculo espacio en una vieja casa del Pasaje Iglesias de Pueblo Nuevo, era de hecho un “piso franco” de la USO. Conté con detalle aquella odisea y aquella época en un extenso relato de 2018 titulado “Pueblo Nuevo, mis vidas viejas”, que en gran medida pivotaba sobre el inolvidable “piso franco”.

Mi querido Ángel, pesado, nunca te voy a olvidar ni a olvidar que mi configuración militante, desde poco más de adolescente hasta hoy, fue posible a gente buena como tú. Ni a ti tampoco te voy a olvidar nunca, Nuri, por las mismas razones y a pesar de que tú hace mucho tiempo que no puedes recordarme … o tal vez sí, ojalá.

Andreu

Con el compañero Andreu Vila no compartí tanto, pero no estuvo mal tampoco y su memoria y valor están intactos en la mía. Él pasó a primera línea cuando yo estaba acabando mi mandato en la secretaría general de la USO de Catalunya, finales de 1971. Era un cura obrero bien formado y equipado para la militancia sindical. Si no me equivoco, jesuita; con eso se lo digo todo. Se movía en la zona de Sabadell y, creo recordar, con proyección multisectorial en el metal, el textil, la construcción. Tenía un rasgo muy propio de los buenos curas obreros de la época: Sabían más que nadie de casi todo pero ponían mucho cuidado en no aparecer como arrogantes intelectuales en las relaciones de lucha y compañerismo con los trabajadores y los militantes corrientes y molientes de la época, que no teníamos ni remotamente el nivel de conocimientos y habilidades que ellos.

Que yo recuerde, y no puedo dar detalles porque aquello fue una requisa revolucionaria justo antes de que amaneciera, Andreu  facilitó que nos hiciéramos con una maquina impresora de clichés electrónicos. Imagino que eso ya no existe y no puedo describirla técnicamente; yo soy de letras; pero para que se hagan una idea una máquina de aquellas era como un cañón para la edición de propaganda clandestina, o subversiva como la llamaban los bisabuelos de nuestras derechas de hoy, algunas de las cuales parecen practicar la subversión contra la Democracia. La máquina producía clichés por fotografiado -de ahí lo de electrónica- a diferencia de los clichés convencionales de cera que había que agujerearlos con la máquina de escribir sin cinta –“Olivetti lettera”, por más señas-. El paso de la tinta impregnada en el bombo de la multicopista por los agujeros abiertos con la máquina de escribir para cada letra producía, hoja a hoja, lo que quisieras, o mas bien lo que pudieras. Como es lógico, la calidad e imagen de la impresión con cliché electrónico era muy superior a la del cliché manual. Pues sí, tengo un master en agitación y propaganda clandestina, y no me lo dio la misma universidad que a Casado. Me lo dio la vida y la lucha, qué coño.

Andreu, que sepas si es que no llegaste a saberlo, que con aquella máquina electrónica imprimíamos la portada del “Catalunya Obrera” y daba gusto verlo escrito como con brocha en los muros de alguna antigua fábrica textil o metalúrgica, que así era la cabecera del periódico de la USO de Catalunya que fundamos en 1969. Al imprimirlos en Barcelona, ya no tenía que ir la Pepita a Perpiñán a imprimir los clichés electrónicos, y correr el riesgo de volver con ellos ocultos en la ropa interior , o hacerse la simpática ante algún guardia civil demasiado suspicaz o impunemente asqueroso. Gracias, Pepita, paradigma tú también de las heroínas de la clandestinidad.

En efecto, querido Navarrete, los recuerdos de gentes como ellos y como ellas, cuanto nos dieron, es de lo mejor de nuestras vidas.

Maixabel, Juan Mari, Ángel, Andreu