viernes. 26.04.2024
Hitler en 1933

Cuando terminé la lectura del libro ”Sindrome 1933” y comencé a escribir este artículo sobre lo que me parecía más relevante del mismo, todavía no se había iniciado la guerra de Ucrania. En España las preocupaciones estaban situadas en otro orden de cosas. El final de la pandemia, las elecciones anticipadas en Castilla y León y el ascenso electoral de una fuerza electoral como VOX que reivindica el franquismo y a quien nunca se le ha escuchado criticar o hablar mal de Hitler y del nazismo alemán que con sus afanes expansionistas, arrastró a Europa y al mundo a la Segunda Guerra Mundial.

Probablemente cuando el Papa Francisco recomendó su lectura a la delegación que con Pedro Sánchez a la cabeza le visitó en octubre del año 2020, estaba seriamente preocupado por el ascenso de las posiciones de extrema derecha que avanzaban en muchos países del mundo. Sus palabras, recogidas en un vídeo y una nota oficial del Vaticano así lo atestigüan.

'Síndrome 1933', escrito por Siegmund Ginzberg, intelectual italiano, periodista de L'Unitá, el histórico periódico del Partido Comunista Italiano, está centrado en la Alemania de esa época, la ideología nacional socialista y al proceso paulatino y violento que llevó a Hitler a conseguir un apoyo electoral mayoritario del pueblo alemán, a gobernar sin escrúpulos y cortapisas eliminando toda oposición interior, la prensa crítica y cualquier manifestación cultural contraria a los principios nazis, racistas y xenófobos.

Con tono serio, en un clima muy respetuoso, el papa envió una suerte de mensaje a España sobre los peligros del nacionalismo y de las ideologías, diciendo lo siguiente:

"Las ideologías sectarizan, las ideologías deconstruyen la patria, no construyen. Hay que aprender de la historia eso. En este libro el autor, con mucha delicadeza, hace un parangón con lo que está ocurriendo en Europa: ‘cuidado que estamos haciendo un camino parecido’. Vale la pena leerlo".

Ginzberg reconstruye de forma pormenorizada, con fuentes bibliográficas muy documentadas, los detalles de la conquista del poder por parte del nazismo y el desmoronamiento de todas las demás fuerzas políticas y sociales, que fueron eliminadas una tras otra, encarcelados sus dirigentes, confiscados sus bienes y declaradas ilegales. Se pregunta como fue posible que sindicatos con millones de afiliados, partidos con gran presencia parlamentaria e historia detrás se diluyeran de la noche a mañana como un azucarillo en un vaso de agua. 

"Caído el imperio de Weimar empezó una ensalada de posibilidades para salir de la crisis. Ahí empezó una ideología, el camino del nacionalsocialismo, y siguió hasta llegar a lo que conocemos: al drama de Europa con esa patria inventada por una ideología", resume el Papa Francisco que también encuentra similitudes entre esa Europa y la de nuestros días.

"Una campaña electoral permanente, un partido que no es ni de derecha ni de izquierda sino 'del pueblo', un contrato de gobierno improbable, la gran voz que silencia a los periódicos, el odio que penetra en el discurso público, las acusaciones contra los técnicos. Manejo de las finanzas pérfido, con endeudamiento demagógico e irresponsable", resume los acontecimientos de esos años la editorial que publicó el libro.

Las leyes contra la emigración y especialmente contra los judíos a los que se acusaba de ladrones, asesinos y violadores, el papel de las noticias de crímenes sexuales como aspectos que generaban una opinión pública favorable al racismo, la intolerancia  y la violencia así como que durante los ocho meses precedentes a la toma del poder por Hitler se vivía una agitación electoral permanente, al acudir a las urnas dos veces por la presidencia de la república, tres veces para el Reichstag y una infinidad de elecciones locales inclinaron el apoyo hacia los nazis. Para  el Reichstag se votó en 1928, en 1930, en julio de 1932, en noviembre de 1932 y otra vez en marzo de 1933. En estas cinco elecciones el Partido Nacionalista de los trabajadores alemanes de Hitler consiguió 800.000, 6,4 millones, 13,7, 11,7 y 17,3 millones de votos. Sus votos crecieron en progresión geométrica.

Siegmund Ginzberg

El número total de votantes pasó de 30,4 millones de votos a 39,3. Por los nazis votaron muchos de los que habían desertado de las urnas, de los disconformes con las políticas que se habían llevado a cabo. Según una estimación de los 16,5 millones de votos conquistados en 5 años por los nazis, 7 millones provenían de antiguos votantes de la derecha o el centro derecha, 1 millón de votantes de izquierdas y 8,5 millones de electores nuevos, bien jóvenes que votaban por primera vez o anteriores abstencionistas.

La campaña electoral permanente en Alemania, la incapacidad de gobernar en periodos cortos de tiempo, la multiplicación de pequeños partidos, el caos y el desorden, la inestabilidad parlamentaria y las alianzas extrañas entre formaciones muy dispares, favorece la exigencia de líderes fuertes “que pongan orden”. Una vez conseguido el poder se cambia el discurso sin ningún rubor, se suprimen los partidos contrarios, se provocan incendios y provocaciones que permiten pasar a  la “noche de los cuchillos largos” para eliminar aliados e incluso a los propios compañeros caídos en desgracia. De esta forma  se  va conformando un poder autoritario, personal e indiscutible que, como se vio con claridad en la década de los 30 y los 40 no sólo condujo al desastre a Alemania sino a todo el mundo.

 "Son las mismas analogías que amenazan el presente y se corre el riesgo de que aparezca peligrosamente un pasado que creíamos haber dejado atrás. Cuando Hitler se convirtió en canciller del Reich en 1933". "Un 'déjà vu' amenazante puede ayudarnos a entender hacia dónde vamos y, quizás a  no cometer los mismos errores", advierte el autor, cuyo libro ha sido elogiado por su extensa bibliografía y su capacidad de síntesis y escritura. 

Sacar conclusiones precipitadas o comparaciones simples entre aquellos años y lo que estamos viviendo actualmente no es muy conveniente. El autor considera que la democracia nunca está garantizada definitivamente en un país. Estamos acostumbrados en Norteamérica y en los países de Europa Occidental a considerar irreversibles las formas democráticas y la alternancia pacífica en el poder. También en la Alemania de Weimar consideraban irreversible la democracia representativa en el país más democrático y avanzado de Europa.

Ginzberg se niega a hacer pronósticos y termina manifestando lo siguiente:

El propósito de este libro no es hacer predicciones, mucho menos profecías. No, sería de mucha utilidad de todos modos. Casandra la hija de Hécuba y Priano tenía el don de hacer profecías veraces, pero nadie le creía. Sin embargo, cuando anunció la caída de Troya, faltó poco para que la lincharan.

Se sabe que los profetas son antipáticos, especialmente para su propio pueblo (ninguno es profeta en su pueblo).

Corremos el riesgo de pasar por quejas o maldiciones. Por otro lado, los falsos profetas son generalmente muy populares. La adivinación estaba de moda en la antigua Roma. Luego, hacia el siglo IV del Imperio Romano, estaba estrictamente prohibida. Existía la pena de muerte para los adivinos, los arúspices, los astrólogos (matemáticos), en fin, para todos los que predecían el futuro, y salvo por un breve período, incluso para todos los que los consultaban. La razón, en la que coinciden los estudiosos, es principalmente política: los que están en el poder no quieren que circulen previsiones, extraoficiales y no autorizadas, por cuenta propia.

Las analogías no son predicciones. Que haya ido una vez, en circunstancias similares, de esa manera, no significa que tenga que ir de la misma manera. Cruzando los dedos, podría ser aún peor. En palabras de Shakespeare.

O gods! Who is't can say "I am at the worst"? I am worse than e'er I was. So and worse I may be yet: the worst is not long as we can say "This is the worst".

(¡Oh dioses! ¿Quién no puede decir "estoy en el peor de los casos"? Estoy peor de lo que estaba. Así y peor puedo estar todavía: lo peor no es mientras podamos decir "esto es lo peor").

Para terminar queda por saber si Pedro Sánchez o alguno de sus acompañantes han hecho caso al consejo papal y se han leído este histórico y documentando libro del filósofo y periodista italiano. Lo dudo sinceramente dada la cargada agenda de trabajo del Presidente... y que el libro no está editado en castellano. Es comprensible si no le ha dado tiempo.

El libro de un comunista que el Papa Francisco aconsejó leer a Pedro Sánchez