viernes. 03.05.2024
Filippo Turati
Filippo Turati

@Montagut | Hoy estudiamos a uno de los primeros socialistas italianos en el presente reportaje, Filippo Turati. Como es habitual comenzamos con un repaso a la historia del socialismo italiano.

  1. El socialismo italiano
  2. Las polémicas del socialismo italiano a comienzos del siglo XX
  3. El despido: reflexionando con Filippo Turati
  4. Un encuentro con Filippo Turati en 1910
  5. Filippo Turati y las ocho horas de trabajo
  6. Nenni en la muerte de Turati en 1932
  7. El homenaje socialista español a la memoria de Filippo Turati

El socialismo italiano

El movimiento obrero italiano se caracterizó por la multitud de ligas, asociaciones y sindicatos de tendencias anarquistas. La creación de un partido socialista tardó en producirse si lo comparamos con el caso español. En Génova, en el año 1892 nació el Partido de los Trabajadores Italianos, promovido por Filippo TuratiClaudio Treves y Leonida Bissolati. Al año siguiente, tomará su nombre definitivo, Partido Socialista Italiano (PSI). El socialismo italiano comenzó teniendo fuerza en el norte industrializado.

A pesar de que el gobierno de Crispi intentó prohibir las organizaciones de izquierdas, Turati consiguió ser elegido diputado en 1896. Tres años después fue inhabilitado como parlamentario y arrestado por haber participado en la conocida como protesta del estómago de Milán. Pero volvió a la cámara al ser reelegido. El PSI fue haciéndose con un espacio en el parlamento italiano.

En los partidos socialistas europeos siempre hubo un intenso debate entre reformistas y revolucionarios, en el caso italiano las disputas fueron especialmente intensas

Si en el seno de todos los partidos socialistas europeos siempre hubo un intenso debate entre reformistas y revolucionarios, en el caso italiano las disputas fueron especialmente intensas, terminando por provocar disensiones y crisis profundas, a pesar de que, poco a poco, el PSI llegó a tener mucha fuerza electoral. Los principales líderes reformistas eran Turati y Bissolati. Esta postura reformista pretendía que el socialismo participase activamente en el parlamento para llegar a acuerdos con otras fuerzas políticas de izquierda con el fin de promover reformas favorables para la clase obrera; de hecho, Turati apoyó a Giolitti cuando en 1904 sacó adelante un paquete de leyes laborales avanzadas: tutela sobre trabajo femenino e infantil, accidentes laborales, invalidez, vejez, negociación colectiva y cooperativas. La postura maximalista y revolucionaria fue liderada por Arturo Labriola, que estaba muy influido por el anarcosindicalismo, una fuerza siempre importante en Italia. El intransigente Enrico Fermi también se enfrentó a la corriente reformista.

Filippo Turati
Filippo Turati

Los reformistas consiguieron marcar la línea del partido en los Congresos de los años 1900 y 1902, pero en 1904 cambió la situación. En ese año, el ala izquierda criticó que éste participará tan activamente con Giolitti, que empleaba este apoyo no sólo para gobernar sino para favorecer solamente a una parte de los obreros. En el Congreso de Bolonia la postura defendida por Turati quedó en minoría.

Algunos reformistas terminarían por ser expulsados unos años después, creando en 1912 el Partido Socialista Reformista Italiano. Los principales líderes del nuevo partido socialista fueron Bissolati, Matteotti,Bonomini y Ruini. Pero la nueva formación política fracasó en las elecciones.

Turati permaneció en el partido y pudo dirigirlo en la línea que defendía gracias a que recuperó la mayoría en el Congreso de 1908. Pero en 1911 la guerra en Libia provocó que los maximalistas, contrarios a esta aventura, destacándose en esta oposición Benito Mussolini, se hicieran de nuevo con la mayoría.

El estallido de la Gran Guerra provocó la enésima crisis de la formación política socialista. Los defensores de intervenir en la contienda serían expulsados. Ese fue el momento en el que Mussolini se separó del partido y comenzó su particular aventura política para construir el fascismo. Es interesante recordar que Mussolini se destacó en el pasado por su crítica a la expansión italiana en Libia. Turati defendería la guerra solamente después de la Batalla de Caporetto en 1917, cuando Italia sufrió una dificilísima situación.

El estallido de la Gran Guerra provocó la enésima crisis de la formación política socialista. Los defensores de intervenir en la contienda serían expulsados

Después de la Primera Guerra Mundial, el PSI se convirtió en la principal fuerza política italiana, pero su acción estuvo paralizada por la falta de apoyo para llevar a cabo su labor revolucionaria final. En 1921, el partido sufrió una nueva y muy profunda crisis por el abandono de un gran número de militantes decepcionados. Fue el momento en que se creó el Partido Comunista. Turati fue expulsado por sus posiciones políticas, ya que no casaban con el creciente radicalismo del PSI. En ese momento fundó el Partido Socialista Unitario con Matteotti como secretario, y también con Modigliani y Treves. Como vemos, la izquierda italiana estaba muy dividida y ese fue un factor que ayudó a que Mussolini se impusiera. Después del asesinato de Matteotti y la Secesión del Aventino, muchos líderes socialistas fueron encarcelados, algunos pasaron a la clandestinidad y otros consiguieron exiliarse.

En París, en 1930, los socialistas se reunificaron, destacando en esta tarea Pietro Nenni, aunque Turati colaboró también. En 1934, el PSI decidió colaborar con los comunistas en un frente popular contra la dictadura fascista.

Las polémicas del socialismo italiano a comienzos del siglo XX

El debate interno en el seno del Partido Socialista Italiano tuvo su eco entre los socialistas españoles a través de El Socialista, una fuente muy interesante para conocer qué interesaba a los socialistas en el ámbito internacional, además de plantear las noticias desde una perspectiva propia dentro del seno de lo que podríamos denominar prensa progresista.

En primer lugar, interesa comentar que El Socialista publicó por entregas durante 1900 el texto de Turati"La moderna lucha de clases", demostrando un vivo interés por el debate ideológico y estratégico del socialismo italiano al comenzar el siglo.

El Socialista 760 (28/9/1900)
El Socialista 760 (28/9/1900)

En el número 760 de El Socialista se informó a los lectores españoles que el Congreso de 1900 se había celebrado en Roma. En ese Congreso ganó la postura moderada. Sabemos que se aprobó "la conducta" de la dirección del Partido y del grupo parlamentario, aunque se censuró a De Marinis por haber acudido al Quirinale como secretario de la Cámara.

Se discutió sobre cómo promocionar Avanti!, el órgano oficial del Partido, además de crear otros órganos semanales y fundar una biblioteca central de publicaciones. Se aprobó la estrategia política en el ámbito municipal, defendiendo que se siguiera en dicha línea.

Se aprobó por mayoría simple dar libertad a cada localidad para concertar o no alianzas con los denominados partidos avanzados, pero Ferri combatió esta resolución solicitando que no se planteara alianza local alguna con esas fuerzas. Recordemos que Enrico Ferri representaba en esos momentos la corriente más radical o intransigente.

También se votó un programa mínimo.

La izquierda italiana estaba muy dividida y ese fue un factor que ayudó a que Mussolini se impusiera

El Socialista 863 (19/9/1902)
El Socialista 863 (19/9/1902)

El Congreso de 1902, reseñado en el número 863 de El Socialista, se celebró en la localidad de Imola, en la Emilia-Romaña, donde gobernaban los socialistas. Este Congreso se celebró para discutir la táctica política del Partido, habida cuenta del intenso debate interno sobre la postura a adoptar con otros partidos, en el parlamento y con el gobierno. Asistieron mil delegados, incluidos los treinta diputados que la formación tenía. Al parecer, la "prensa burguesa" se hizo amplio eco de la reunión porque se presumía la división. Pero El Socialista afirmaba que, tanto Ferri como Turati, que representaban las dos líneas ideológicas y políticas del PSI, habían defendido que por encima de las distintas posturas sobre cómo abordar la táctica política, estaba la unidad de la formación. En el Congreso venció la postura de Turati, pero todos habían hecho declaraciones sobre la unidad, es decir, que se era consciente de la profunda división interna del Partido, para acallar a los contrincantes mediáticos y políticos.

El Partido aprobó en este Congreso una serie de resoluciones en relación con la emigración, la situación de los trabajadores de la industria, la agricultura y los artistas, además de sobre Avanti!. Se eligió la dirección del Partido (Comité Directivo) con Bertesi, Bocconi, Chiesa, Costa, Ferri, Longobardi, Parpagnoli, Soldi,Turati, Vezzani y Bissolati. El Congreso vino acompañado por grandes manifestaciones como una forma de demostrar la fuerza socialista en la región.

El Socialista 864 (26/9/1902)
El Socialista 864 (26/9/1902)

Dada la importancia que el PSOE daba a la situación del PSI, dentro de la estrategia de demostrar la fuerza socialista, se publicó en el siguiente número de El Socialista (864) la resolución aprobada en el Congreso de Imola donde se hizo un canto a la unidad, admitiendo la diversidad, pero condenando la idea de que había dos tendencias basadas en diferencias sustanciales por ser contraria a la concepción de la lucha de clases. En realidad, la resolución estaba próxima a la tendencia reformista al afirmar que, aun condenando la política del gobierno "oscilante y en ocasiones antiliberal", el apoyo que había brindado el grupo parlamentario socialista había contribuido el desarrollo de "la organización proletaria" contra la posible vuelta "a la reacción". El Congreso aprobaba la política llevada por el grupo parlamentario y le invitaba a mantener su libertad de acción en el parlamento en relación con el gobierno y el resto de partidos, recordando que cualquier alianza que se entablase con "partidos de clase opuestos a la proletaria" debían ser transitorios, y que se hacían para conseguir ventajas para el Partido, y bajo el principio de que se tendrían que romper en el futuro.

En París, en 1930, los socialistas se reunificaron, destacando en esta tarea Pietro Nenni, aunque Turati colaboró también

El despido: reflexionando con Filippo Turati

Turati tiene un artículo, no muy largo, titulado “El derecho”, que los socialistas españoles publicaron en castellano en Vida Socialista en agosto de 1910.

En dicho texto hablaba del despido, de cómo el patrono que despedía a un trabajador no cometía delito alguno, es decir, no violaba la ley. Era la lógica, apuntamos nosotros, del más puro liberalismo económico, de la libre contratación, del libre despido. Es más, Turati nos cuenta que la sociedad ni siquiera le exigía al patrono que expusiera sus razones “para quitarle el pan á un hombre que tanto ha trabajado para él”. Podría despedir hasta por capricho. A lo sumo podría encontrar algún reproche de tipo sentimental por compasión por el trabajador, o porque el capricho del patrono pueda dirigirse en otra ocasión contra otros objetivos. En todo caso, el obrero era la parte débil.

Vida Socialista 35  (28/8/1910)
Vida Socialista 35 (28/8/1910)

Pero Turati exponía que se estaba comenzando a poner límites al derecho del despido, y éstos aparecían en proporción a la fuerza creciente de los trabajadores (estamos en 1910), que se iban haciendo solidarios entre sí. Ese derecho a despedir desaparecería el día en que los obreros fueran los más fuertes.

En ese momento aparecerían las leyes reguladoras y prohibitivas, y el despido podría llegar a ser considerado un delito.

No cabe duda que, en gran parte, esa fue la evolución a partir de entonces, hasta el regreso del más puro liberalismo económico en su versión neoliberal, con las denominadas “reformas” laborales, un término cuyo uso, por otro lado, nos produce disgusto desde posiciones en las que siempre hemos creído que el reformismo debía ser sinónimo de progreso, ya que creemos que despedir libremente no entra en esta categoría. Despedir llegó a ser delito, como sabemos, en aquellos casos en los que no estaba justificado según marcaba la ley, en los que era improcedente, pero estas “reformas” han permito volver al momento en el que escribía Turati.

Es el momento de recuperar la fuerza para impedirlo.

Despedir llegó a ser delito en aquellos casos en los que no estaba justificado según marcaba la ley

Un encuentro con Filippo Turati en 1910

En 1910, el socialista Emilio Corrales, procedente de Argentina y destacado redactor de El Socialista, y muy vinculado al mundo internacional socialista, especialmente desde que en mayo de 1906 salió de Madrid viajando por distintos países, se entrevistó en uno de esos viajes con el socialista italiano Filippo Turati en Roma, a cuenta de un encargo de Pablo Iglesias. Aquella entrevista se publicó en junio de 1910 en Vida Socialista. En ese momento, era la figura fundamental del grupo parlamentario socialista, y desde sus posiciones reformistas frente a las más maximalistas. Turati siempre fue protagonista de las intensas polémicas entre esas dos posturas del PSI. Por eso, nos parece interesante acercarnos a un documento poco conocido.

Corrales confesó en la introducción de su entrevista que le había costado llegar a Turati porque Bissolati, a la sazón diputado por Roma y director del Avanti!, le había informado que siempre estaba muy ocupado, pero el quería verle porque tenía que entregarle personalmente una carta de Pablo Iglesias. Por eso no se desanimó, le escribió una nota y Turati le respondió favorablemente, aunque comprobó que era cierto lo que le había comunicado Bissolati, es decir, que Turati no paraba de trabajar desde las ocho de la mañana en la Cámara donde estaba hasta que se apagaba la luz, además de vivir entre periódicos, libros, cuartillas y diputados.

La cita fue un sábado, el día en el que Turati estaba menos ocupado. Corrales se presentó en el Montecitorio donde tuvo que esperar a que el diputado socialista terminara su trabajo en una comisión parlamentaria.

Además, de hacer una semblanza física de TuratiCorrales explicaba al lector español que era un terrible polemista, sin ser un orador de altos vuelos. Sus frases en discursos parecían golpes de maza que no producían entusiasmo ni provocaban tempestades de aplausos, pero que generaban sensación, conmovían o desconcertaban al adversario.

Y así era también su concepción del socialismo y su manera de actuar en el movimiento obrero italiano porque sus escritos estaban llenos de “miga doctrinal” y sus discursos eran muy educativos. Turati no intentaba convencer con sentimentalismo, sino con argumentos sólidos basados en sus lecturas y estudios. Esa solidez le había hecho triunfar entre la clase obrera.

Y en ese punto, Corrales no podía dejar de señalar una realidad conocida por todos, y que no era otra que la de las grandes luchas que Turati había tenido que emprender no sólo contra la burguesía sino en el seno mismo del partido socialista porque siempre había sido tachado de “reformista y hasta ministerial”.

Ahí estaban Turati y Ferri, las dos tendencias opuestas en el socialismo italiano, y hasta enemigos personales. A Corrales le llamaba la atención la dicotomía entre un Turati de aspecto fuerte y vigoroso, y que había sido acusado de acomodaticio y hasta de pusilánime, mientras que Ferri, elegante, y de aspecto fino, era considerado el hombre de la revolución y de la fuerza.

Turati no intentaba convencer con sentimentalismo, sino con argumentos basados en sus lecturas y estudios. Esa solidez le había hecho triunfar entre la clase obrera

Pues bien, Corrales quería saber de primera mano qué pensaba Turati de Ferri. Pero no le preguntó directamente por el personaje, sino por el “ilustre compañero”, en una suerte, creemos de juego, hasta que se refirieron directamente al adversario. Turati contestó con una interrogación retórica al preguntarle a Corrales si creía que Ferri había sido socialista alguna vez. Lo afirmaba y hasta podía ser posible que se siguiera llamando así, pero Turati no creía que lo hubiera sido nunca, afirmando que lo conocía desde casi la infancia. Ferri no era socialista para Turati, y no lo era, y esto tiene su interés, porque no leía, no estudiaba y no se enteraba de nada de lo que se relacionaba con el socialismo. Es más, afirmó que no había leído a Marx o lo había hecho por encima, mezclando las pocas lecturas realizadas con SpencerDarwin, etc., saliendo de todo ello una especie de ensalada, pero que nada tenía que ver con el socialismo. Pero, también afirmó que Ferri tenía talento, era aplicado en otras cosas y, sobre todo, era un orador elocuente. Terminó lanzando una última puya contra su contrincante, al afirmar que ahora estaba muy dedicado a intentar ganar dinero y a ser ministro. Lo primero lo estaría consiguiendo, pero para lo segundo estaba muy verde.

En ese momento, Turati leyó la carta de Pablo Iglesias y el italiano recordó su figura. En la conversación el diputado italiano enseñó al socialista español la Cámara italiana que, en opinión de Corrales, no tenía gran cosa que ver.

Corrales terminó la reseña de su encuentro valorando a Turati, al que siempre se le consideraba como “ministerial y ministrable”, pero que no había vacilado en exponer su pecho en la barricada cuando había habido que defender el honor de la clase obrera. Turati había tenido, en su opinión, la rara fortuna de llegar hasta el corazón mismo del pueblo con las estrofas del Himno a los trabajadores, el conocido como Il Canto dei Lavoratori.

La reseña de esta entrevista se publicó en el número del 16 de junio de 1910.

Filippo Turati y las ocho horas de trabajo

Recuperamos un texto del destacado socialista Filippo Turati sobre las ocho horas de Trabajo, que se publicó en Acción Socialista en mayo de 1914:

“Los partidarios apasionados de las ocho horas sostienen que el tiempo más breve hace el trabajo más intensivo y, por lo tanto, más productivo. El trabajo a destajo demuestra cómo el obrero puede producir en menos tiempo una cantidad de trabajo mayor que la normal. Los salarios no importarían más, porque el horario, más breve, obligaría a emplear a los desocupados, disminuyendo la oferta de trabajo. (Verdaderamente, estos dos argumentos se excluyen uno a otro.) Y en cuanto a la concurrencia exterior, se la provee con leyes internacionales.

En estas observaciones hay de verdadero y hay de exagerado. El trabajo más breve y más intensivo en los trabajos a mano no lo es, o lo es muy poco, en los trabajos cuya celeridad está determinad por la máquina. Para éstas el horario menor obligaría a reclutar desocupados y, por lo tanto, subirían los salarios. Pero cada vez que se subieran los salarios o se abreviaran las horas el capital se reharía, imprimiendo mayor desarrollo a las máquinas o inventando otras nuevas. Muchas invenciones mecánicas no obedecen a otra causa. Por lo cual, para que los provechos sean duraderos para los obreros deben ser mantenidos con la densidad de la resistencia.    

Cada vez que se subieran los salarios o se abreviaran las horas el capital se reharía, imprimiendo mayor desarrollo a las máquinas o inventando otras nuevas

Verdad es que los países como Inglaterra, América y Austria, donde las jornadas son más cortas, son también más ricos, tienen obreros más hábiles y salarios más latos. Y el desarrollo del maquinismo arruina sólo a los pequeños industriales, acelerando la evolución del sistema de producción hacia el colectivismo.

Por lo demás, el salario representa siempre, en general una mínima parte del valor del producto, y, por lo tanto, el aumento temido tiene bastante poca importancia. Estas objeciones se presentan a cada proyecto de ley protectora, y la experiencia las ha refutado siempre.

Pero las ventajas máximas de las ocho horas están en el campo moral. Y por esta vía indirecta conducen a la redención económica. Por esto precisamente se las teme tanto. “El trabajo es el freno…, decía Guizot, y el trabajo demasiado prolongado postra, deprime, embrutece. Es el mejor de los guardias civiles.

Con las ocho horas gana la higiene. Los Congresos higienistas las reclaman, en efecto, a grandes voces. Los adversarios insinúan que el obrero, menos ocupado, frecuentará la taberna. Pero en Melbourne, quienes protestaron con más ahínco contra la ley fueron los taberneros y es natural. El organismo no exhausto no tiene necesidad de tomar en el alcohol, abusivamente, la restauración necesaria. Con las ocho horas resurge la familia que el capitalismo ha destruido. Con las ocho horas se instaura la verdadera democracia, porque proporciona al pueblo tiempo para instruirse y para ocuparse de las cuestiones públicas. Si ese tiempo, la democracia es un nombre vano. De donde se deduce que el primer deber por parte de los demócratas sinceros será el de conseguir, con una activa e incansable propaganda, esta reforma primordialísima.

Hay quien pretende que confinar el postulado de las ocho horas al final de un programa es un obstáculo para el principio de libertad contractual. ¿De qué libertad se habla? ¿Qué otra libertad tiene hoy el trabajador, fuera de la de sufrir los pactos que se le ofrecen y la de morir de hambre? Con las ocho horas el proletariado militante da un paso gigantesco.

Acción Socialista 8  (9/5/1914)
Acción Socialista 8 (9/5/1914)

Por ellas podrá dedicarse seriamente a desarrollar la solidaridad que le es necesaria en su gran batalla. Hoy, demasiado agotado, deserta a menudo de las reuniones en que se discuten sus intereses y se abre su espíritu al concepto de su misión histórica. Con las ocho horas habrá toda una humanidad nueva que se agregará a la humanidad. ¿Qué importa, ante este gran resultado, que alguna industria tísica, sostenida con el aceite de hígado de bacalao de las concesiones gubernativas o de las Aduanas, tenga que sucumbir?

He aquí, pues, el significado socialista de las ocho horas.

En este camino tenemos todavía que conquistarlo casi todo. Hay, sobre todo, que conquistar el derecho de las mayorías en las Asociaciones.

Todo el régimen democrático se base en el prevalimiento de las mayorías. Pero en las huelgas la traición de unos pocos compromete el esfuerzo organizado de muchos. ¡Y ved las contradicciones de la moral burguesa! Esta, que pone a la execración a los traidores a la patria, halaga y lisonjea a nuestro compañero cobarde, que reniega de nosotros y se vende al enemigo en nuestra tremenda batalla.

Unid, pues, las fuerzas con una sola cabeza y un solo corazón, apretaos bajo la bandera en que habéis escrito la jornada de ocho horas; permaneced firmes junto a ella hasta el fin; combatid por vosotros, por vuestras mujeres, por vuestros hijos, por el porvenir de vuestra clase.

El poder os amenaza y os intima, diciéndoos: ¡doblegaos, extenuaos, servid, morid!

Vuestro próvido instinto de clase y el Socialismo os gritan: ¡levantaos, luchad, surgid, vivid!”

(Acción Socialista, número 8 de 9 de mayo de 1914).

Nenni en la muerte de Turati en 1932

Filippo Turati falleció a finales de marzo de 1932, uno de los padres del socialismo italiano, estando en la fundación del Partido Socialista, y protagonista de la azarosa peripecia de esta formación política, y de la propia Historia de Italia entre el final del siglo XIX y la llegada del fascismo.

Pues bien, Pietro Nenni publicó un artículo para homenajear a Turati, que los socialistas españoles rescataron y publicaron en El Socialista. El artículo se titula: “Una vida al servicio del socialismo”. Haremos una breve reseña del mismo.

La gran característica de Turati había sido confundir su vida con la del socialismo italiano. La historia del mismo era la de Turati, como la de éste era la de aquel

Turati era el maestro, además del jefe de los “proscritos” decía Nenni. No olvidemos que ya casi duraba un decenio el régimen fascista de Mussolini, y los socialistas que no estaban encarcelados, se encontraban en la clandestinidad o, sobre todo, en el exilio. Era, en fin, “una autoridad indiscutida”, y había destacado por una extraordinaria capacidad de trabajo. En relación con la cuestión de la autoridad, habría que recordar que la vida orgánica y política del PSI fue siempre muy compleja, con intensísimos debates entre revolucionarios y reformistas, escisiones, reconciliaciones, etc.

Nenni insistía en su artículo, como no podía ser de otra manera, en la realidad del momento de los socialistas, en pleno destierro. La muerte de Turati en París, un referente, independientemente de las polémicas en las que participó de lleno, añadiríamos nosotros, era un golpe duro.

En todo caso, Nenni quería honrar la memoria del fallecido con unos trazos de su biografía. La gran característica de Turati había sido confundir su vida con la del socialismo italiano. La historia del mismo era la de Turati, como la de éste era la de aquel.

Turati nació cerca de Milán en noviembre de 1857 en el seno de una “familia burguesa”, en pleno proceso de unificación italiana. Fue estudiante en Bolonia donde comenzó a combinar su pasión por las letras con el interés por los problemas sociales. Gracias a Bissolati, al que hemos estudiado en otro trabajo, se acercó a Marx.

Nenni opinaba que el maestro no pudo encontrar en la democracia de signo liberal o radical lo que sí halló en el materialismo histórico.

Turati estaría en la fundación del PSI, como apuntábamos al comienzo de esta reseña, aunque antes había comenzado la publicación de Critica Sociale, una revista que duró unos treinta años, referente del análisis del socialismo italiano.

El movimiento obrero crecía y las masas acudían al Partido, pero ese crecimiento tendría, en la interpretación de Nenni, una consecuencia, porque esa llegada de trabajadores, al parecer, habría agitado a los moderados y a los “seudoliberales”. Así pues, la Historia de la democracia italiana era la de los avances seguidos por retrocesos. Los gobernantes italianos se habrían caracterizado por su exceso de maquiavelismo.

Precisamente, el crecimiento de la organización socialista, llevó a su ilegalización con Crespi, el político fundamental del final del siglo XIX, caracterizado por nuestro autor, como el “salvador del orden burgués”. En este sentido, debemos recordar que en el final del siglo XIX Italia vivió fuertes movilizaciones sociales. Esta situación llevó a una fuerte represión que afectó al propio Turati, ya que fue condenado y encarcelado, como nos recordaba Nenni. Pero los milaneses le eligieron para ser diputado en 1895.

El Socialista 7227  (6/4/1932)
El Socialista 7227 (6/4/1932)

Con el Gobierno Rudini regresa la legalidad para las organizaciones obreras, pero las movilizaciones de 1898, generadas por un brutal aumento del coste de la vida, volvieron a generar represión violenta y persecución. Turati ingresa en prisión, así como su compañera, Anna KulisclofTurati fue condenado a 12 años de prisión. En la cárcel comenzó a convertirse en un referente.

En 1900 llega la amnistía. Turati puede volver, en consecuencia, al parlamento. El líder reconsideraría la estrategia y pidió al Partido que había que dejar las posturas intransigentes para adoptar una de defensa de las reformas y de educación del proletariado. Nenni considera que el reformismo de Turati era un ejercicio de optimismo, en relación con las “instituciones liberales”, y en la lealtad de los “partidos burgueses”. En este sentido, como apuntamos nosotros, comenzarían los grandes debates internos socialistas.

La cuestión cambió con la llegada del fascismo, que le hizo salir de esa suerte de ostracismo a Turati, para emprender la batalla contra el mismo desde el parlamento y la prensa

El problema llegó con el estallido de la Gran Guerra, un acontecimiento que no sólo finiquitó ese optimismo de Turati, sino que generaría un terremoto político y social en Italia. La lucha volvió a ser radical. Turati se declaró contrario a la guerra, pero también a adoptar posturas extremas. Eso le aislaría hasta 1922 en el seno del Partido.

La cuestión cambió con la llegada del fascismo, que le hizo salir de esa suerte de ostracismo a Turati, para emprender la batalla contra el mismo desde el parlamento y la prensa. A raíz del asesinato de Matteotti, considerado por Nenni, como el “hijo espiritual de aquel”, emprende la campaña del Aventino. Después llegarían las leyes de excepción de Mussolini, y de ahí el destierro.

Hemos consultado el artículo en el número 7227 de El Socialista, en abril de 1932. 

El homenaje socialista español a la memoria de Filippo Turati

En la muerte (29 de marzo de 1932) de uno de los fundadores del socialismo italiano, Filippo Turati, los socialistas españoles glosaron su vida y obra:

El Socialista 7223  (1/4/1932)
El Socialista 7223  (1/4/1932)

“La muerte de Filippo Turati ha conmovido a las falanges socialistas de todo el mundo. Se adoraba al hombre. Se amaba al símbolo. Porque Turati, a última hora, era ya un símbolo, acaso a pesar suyo, alrededor del cual se congregaban los socialistas italianos en el destierro. Poca fortuna tuvo el hombre, «Desterrar a los viejos --decía Victor Hugo—es desenraizar árboles añosos, condenarlos a muerte.» Cinco años en el exilio han apresurado la desaparición de 'Filippo Turati. Lo triste es no sólo que los socialistas perdemos una voluntad poderosa y una inteligencia preclara, sino que el fascismo tiene hoy un enemigo menos. ¡Y qué enemigo! ¡El símbolo, que es siempre una bandera! Turati era, en esencia, el maestro. El Pablo Iglesias italiano. Se ha dicho, pero conviene repetirlo. La comparación nos da la imagen exacta de lo que queremos señalar. ¡Cómo se han quedado un poco huérfanos los emigrados socialistas italianos que viven en París! Mejor que nosotros, ellos saben lo que el Socialismo internacional ha perdido con el fallecimiento de Filippo Turati. Urra victoria, en el fondo, de Mussolini. Otra más, pareja a la alcanzada por el fascismo con las muertes de Matteotti y Améndola. Morir en el destierro es dramático, aunque no se muera violentamente, si es que no hay violencia en el sufrimiento del exilado, que acelera el fin de su vida. Sin embargo, el drama reside en que cae un combatiente y en que el combatiente lo era por amor a la victoria sobre la tiranía. Luchar fuera por la redención de los que quedan aprisionados por un régimen de piratería. Vencer al fin y poder contemplar el triunfo. Comenzar a reedificar una nación. Reconstruir un país que ha sido víctima del pillaje. Asistir, un día, al levantamiento jubiloso de Italia liberada. Llorar de emoción a la vuelta del destierro. Responsabilizar o perdonar a los que persiguieron a los hombres de ideales. Colocar el retrato de Matteotti en todas las Casas del Pueblo, en todas las casas de hombres liberales. ¡El gran día del Socialismo italiano! Todo eso ¿no es la fe que asesina a los desterrados? Era el estímulo de Turati. La muerte sale al paso de los esfuerzos más nobles y corta la vida fecunda de un septuagenario que todavía enardecía, que peleaba como un mozo, que aconsejaba, dirigía y orientaba con tino el movimiento antifascista.

Quedan, claro está, otros hombres—los que hoy lloran cerca de la tumba del desaparecido—, en tos cuales vive la fe del maestro. Modigliani, Pietro Nenni. Viejos y jóvenes. Hombres de lucha y de responsabilidad. Queda Italia entera en batalla sorda por la libertad. La tiranía fascista ve caer uno a uno a sus enemigos. El tiempo y la pelea los gastan. Pero las filas de los combatientes siguen prietas, obstinadas en la lucha. Y el día que se hunda el régimen, no será la muerte de los tiranos uno a uno. Quebrará el sistema totalmente. No habrá, como en los cuadros antifascistas, renovación, sino extinción. Desaparecerá el fascismo de Italia. Volverán los desterrados. Italia arderá en emoción. Y entonces, el viejo Filippo Turati, muerto ahora en tierra de Francia, lejos de su pueblo, en el que no se permitirá que nadie pronuncie su nombre, será honrado como en estos momentos le honra la Internacional Socialista, corno se merece quien puso toda su vida al servicio de la libertad y el Socialismo.”

(Fuente: El Socialista, número 7223, de 1 de abril de 1932).

Filippo Turati