sábado. 04.05.2024

Louis-Ferdinand Céline llegaría a tomar, en diferentes apectos, un camino conflictivo durante la II Guerra Mundial e incluso dejó escapar con vida el antisemitismo y antisovietismo en muchas de sus obras, tanto en las de su primera época (Viaje al fin de la noche, 1932) como en libros posteriores a 1935 (Mea culpa, 1937).

Su producción literaria, en cualquier caso, está considerada como una de las esencias de la novelística del siglo XX y son, ambas, razones para interesarse por Guerra, novela inédita de Céline que acaba de presentarse nada menos que sesenta años después de su elaboración y publica en castellano Anagrama según las directrices de la traducción de Emilio Manzano. 

Es François Gibault quien nos pone las pilas en el prólogo de esta esperada obra respecto a su origen: “Esas doscientas cincuenta hojas del mauscrito fueron mencionadas por el propio Céline, bajo el título de Guerre, en una carta dirigida a su editor, Robert Denoël, fechada el 16 de julio de 1934”.

El propio Gibault da sentido al de Guerra: “Este libro es a la vez una crónica y una novela. Una crónica que, a medida que pasan las páginas, resulta cada vez más novelada”. Y es que Louis-Ferdinand Destouches (nombre real del autor) sufrió las bárbaras consecuencias de la maldita guerra, pues casi pierde la vida en el frente y también ejerció la medicina (era doctor por la Universidad de París) en los barrios pobres de París en momentos especialmente desagradables en todos los sentidos. 

El texto que ahora nos ocupa tiene, además, una extensión de poco más de 100 páginas y resulta una narración esencialmente autobiográfica: “Parte de la noche siguiente aún debí de pasarla allí tirado. Tenía la oreja izquierda pegada al suelo con sangre, la boca también. Y entre las dos, un ruido inmenso. Me dormí en el ruido y luego llovió, una lluvia muy densa. Kersuzon, a mi lado, estaba tendido pesadamente bajo el agua. Moví un brazo hacia su cuerpo. Lo alcancé. El otro no podía moverlo. No sabía dónde estaba el otro brazo. Había volado muy alto, se arremolinaba en el espacio y luego bajaba a tirarme del hombro y arrancarme la carne”.

La última aparición creativa del autor de Muerte a crédito es una ventana al dolor del hombre a los pies de la guerra. A los pies de la locura, desde luego, pero, ¡ojo!, Guerra es, igualmente, la mejor manera de conocer la situación personal de unos personajes endurecidos por las consecuencias de la violencia organizada y las decisiones menos afortunadas respecto a todo ello. Guerre (o Guerra) es, finalmente, una novela escrita con sinceridad, lo cual supone una buena noticia para todos los amantes de la literatura más apetecible, lectores y lectoras que estuvimos a punto de perder el rastro de lo que puede muy bien considerarse como una obra maestra.

¡Cómo no, si Celine viene a ser uno de los representantes de la creación artística nacida en pleno horror bélico, obra esencial a la hora de evaluar las consecuencias de una de las etapas más oscuras en la historia de la Humanidad! No se pierdan la lectura de este texto, muy propio de la editorial barcelonesa: “Los compañeros de cuchitril no paraban de jorobarme con sus hazañas. Desde el momento en que supimos que Cascade había sido fusilado, todos se pudieron a desbarrar hablando de sus proezas. De repente todos eran unos héroes. Parecía que se buscaran excusas por haber sido tan cabrones con él las últimas horas. Lo ensuciaban”.

‘Guerra’, viaje al final de la noche con Céline