PUEBLOS Y PAÍSES DEL MUNDO

El gran Imperio Otomano

El origen de los turcos se puede encontrar en las estepas de Asia Central, en el Turquestán, es una etnia dedicada a la ganadería trashumante, en especial de caballos, y al comercio, con prácticas seminómadas.

Los turcos pronto se relacionan con las culturas musulmanas de su entorno, entablan con ellas relaciones comerciales y adoptan el islam en su rama suni. Este contacto se podría deber a la ruta de la seda, pues los mercaderes musulmanes seguramente transitarían por los territorios donde habitaban los otomanos.

  1. El problema con Hungría
  2. El imperio otomano desde Constantinopla
  3. El Sultanato de las mujeres
  4. Organización del imperio

Las primeras entradas de tribus turcas en la región, que posteriormente sería el Imperio otomano, se producen en el ámbito militar, cuando los ejércitos del Califato abasí necesitaron soldados para las luchas internas y contra los cristianos y bizantinos durante el siglo IX.

Recurrieron a los territorios fronterizos reclutando a la población. Dentro del califato abasí ya puede apreciarse cómo los turcos van escalando posiciones en el ejército y la administración.

La lenta penetración de tribus turcas en esta zona se realizó de dos maneras:

  • Mediante la progresiva ocupación del territorio por parte de los grupos tribales.
  •  Mediante la lucha contra el Imperio bizantino, que había dominado esta región durante mucho tiempo y al que anularon militarmente.

La ocupación de la península de Anatolia por los turcos puede tener su origen en la batalla de Manzikert en el año 1071, cuando los turcos, al servicio de los selyúcidas, derrotaron al ejército bizantino del emperador, Romano IV Diógenes.

Esto permitió, que los selyúcidas crearan un vasto sultanato, que abarcaba Iraq e Irán. Hacia el año 1243, una invasión mongola al mando de Batu, el jan de la Horda de Oro [1], deja totalmente roto dicho sultanato, el cual había sobrevivido a las luchas internas, a los bizantinos, a la primera Cruzada y a sus vecinos sirios, los xanguíes y ayyubíes [2], siendo la soberanía mongola la que lo reemplaza.

Sin embargo, a esta invasión, aún sobreviven pequeñas porciones de territorio que se convierten en una especie de principados autónomos. De todos estos, hay que destacar el sultanato de Rum [3], cuya capital ya estaba en Turquía y era la ciudad de Konya.

Uno de esos principados pequeño e insignificante, era donde habitaban los turcos, el cual había sido cedido por el sultán selyúcida antes de la invasión mongola al primer miembro dinástico de los otomanos, Ertugrul.

Este territorio tenía por capital la ciudad de Sogut. Ertugrul falleció en el año 1290, dando paso a la sucesión de Osmán I, nombre del cual deriva la denominación de otomanos o dinastía osmanlí. Fue con Osmán I cuando empezó la expansión territorial de los turcos en Anatolia, sentando las bases de un imperio que duraría casi siete siglos.

Los otomanos no conseguirían poder suficiente como para eliminar a sus enemigos inmediatos y establecer un verdadero Estado hasta el gobierno del hijo y sucesor de Osmán, Orhan I entre los años 1324 y 1360. La clave de su reinado fue la conquista de Nicea y de Bursa.

Esta última no solo proporcionó la capital, sino los útiles necesarios para crear una administración otomana. Pudo acabar también con la amenaza de sus vecinos turcomanos, la ciudad de Aydin, que proporcionaba mercenarios a Juan Cantauceno.

Tras la caída de Aydın, serán los otomanos los que ayudarán a Cantacuceno, el candidato al trono bizantino, enfrentado a Juan V Paleólogo, tomándose como recompensa el derecho a saquear el territorio bizantino a lo largo del mar Egeo, en la región de Tracia, y consiguió la mano de la hija de Juan Cantacuceno, Teodora.

A partir del año 1354, los cuerpos de expedición otomanos dirigidos por su hijo, Suleyman Pasa, establecieron una base permanente en la península europea de Gallípoli, a pesar de las protestas del emperador bizantino Cantacuceno.

Este último tuvo que abdicar por haber sido el responsable de que los turcos se introdujeran en Europa. Bajo el mandato de su hijo, Murad I entre los años 1360 y 1389, se hicieron las primeras conquistas estables en la Europa sudoriental por parte de los otomanos.

Tomó Adrianópolis en el año 1361 y la convirtió en su capital y nombró el primer visir del que sería el Imperio otomano: Kara Halil Paşa, de los Candarli, familia que monopolizó el puesto durante el siglo siguiente.

El emperador bizantino se comprometió a pagar tributo regularmente a los otomanos y a enviar contingentes militares para su ejército, debido a que no podían enfrentarse a la presión turca sobre Constantinopla.

Fue uno de los sultanes más importantes del Imperio otomano por su triunfal campaña militar en Tracia y los Balcanes, que acompañó con tacto y prudencia, pactando con la Iglesia ortodoxa. También fue el primero en ser nombrado sultán, ya que los anteriores ostentaban el título de emires.

Para defender a Europa de la amenaza otomana, el Papa proclamó una bula llamando de un modo formal a la Cruzada hacia el año 1366, que fue un fracaso.

Los otomanos siguieron la política islámica tradicional de tolerancia hacia los zimmníes, que tenían derecho de protección sobre sus vidas, propiedades y creencias religiosas siempre que aceptasen un gobierno musulmán y pagaran los tributos que les eximían del servicio militar.

Por esto no se hizo ningún esfuerzo para la conversión en masa de la población. Durante su reinado también se creó el cuerpo de los jenízaros [4], una pieza clave en el desarrollo posterior del imperio.

El problema con Hungría

Las amenazas se multiplicaban, y a su vecino Karaman se unió la expansión mongola de Tamerlán. Los turcos otomanos continuaron avanzando hacia los territorios europeos, poniendo en alerta a la potencia medieval del reino de Hungría.

De esta forma, el rey Luis I de Hungría el Grande dirigió en el año 1375 una batalla en el Principado de Valaquia. La situación política entre los valacos y los húngaros enfrentados a los turcos otomanos generaron ciertos conflictos entre ambos, lo cual creó una situación donde apenas se logró contener las invasiones sin expulsar a los turcos de la zona.

Después de la muerte del rey Luis I, sucedió un corto periodo de inestabilidad política, hasta que el rey, Segismundo de Hungría subió al trono. De inmediato la amenaza otomana fue tomada en serio por el rey húngaro y los demás duques y Príncipes de los Estados satélites de Hungría, por lo que se formó la coalición de los Estados eslavos del sur, dirigida por Segismundo.

Fue en la decisiva batalla de Kosovo del año 1389, cuando la victoria otomana sobre el Imperio serbio permitió realizar nuevas conquistas al sur del río Danubio, acabando con la última defensa organizada en el área de los Balcanes y dejando a Hungría como único oponente serio en el sudeste de Europa.

Un soldado serbio, Milos Obilic asesinó a Murad I en esta batalla, siendo el único sultán asesinado en una batalla. Le sucedió su hijo Beyazid I entre los años 1389 y 1402, afianzándose en la victoria.

Para evitar posibles luchas por el trono, fue este el primer sultán que mató a todos sus hermanos, práctica común a partir de este momento, que institucionalizaría el sultán Mehmed II. Los esfuerzos de Beyazid se encaminaron a conquistar el oeste de Asia Menor, lo que consiguió en el año 1390.

En el año 1396, los ejércitos otomanos de Beyazid I vencieron a las fuerzas cruzadas de Segismundo de Hungría en la batalla de Nicópolis en el año 1396. Al poco tiempo, los nobles húngaros aún descontentos se alzaron contra Segismundo entre los años 1401 y 1403, siendo derrotados en ambas ocasiones.

Tras vencerlos, Segismundo continuó en el poder durante los cuarenta años siguientes sin ninguna clase de obstáculo sucesorio, conteniendo los ataques turcos otomanos, que ya realizaban incursiones en territorio magiar.

De esta forma, el Reino de Hungría siguió conteniendo los ataques del expansivo Imperio otomano. El rey húngaro Segismundo fundó, en el año 1408, la Orden del Dragón [5], la cual continuó alentando el espíritu de conservación del cristianismo y la independencia de los territorios europeos.

A esta orden pertenecieron, entre otros nobles, el príncipe Vlad II Dracul del principado de Valaquia y su hijo, el conocido y sanguinario Vlad III, del cual posteriormente surgió el personaje de Bram Stoker, Drácula.

Los otomanos siguieron avanzando hacia Europa y en el año 1427 atacaron y ocuparon la fortaleza de Galamboc a orillas del Danubio al suroeste del reino de Hungría.

Las tropas otomanas parecían invencibles, a pesar de que el rey húngaro y polaco, Vladislao I organizó una armada y partió con ella hacia el este en el año 1444. Los ejércitos del sultán Murad II salieron victoriosos en la batalla de Varna (Bulgaria), en la cual también murió el rey cristiano.

Tras la muerte de Vladislao I, al no dejar herederos, el trono le correspondía al joven príncipe Ladislao V, hijo del fallecido rey húngaro, Alberto de Habsburgo, quien había gobernado antes del mártir de Varna.

Puesto que Ladislao era muy joven para gobernar, los nobles húngaros escogieron de inmediato a un conde que había sido comandante de los ejércitos húngaros en las anteriores batallas contra los turcos: Juan Hunyadi.

Hunyadi prosiguió la lucha contra los turcos otomanos y alcanzó la victoria en el sitio de Belgrado en el año 1456, siendo esta la primera gran batalla ganada por los europeos cristianos contra los otomanos.

El Papa Calixto III ordenó que se instituyese un toque de campanas del mediodía para honrar la victoria húngara. De esta manera, Hungría recibió el título de último bastión del cristianismo en Europa, por el cual fue conocido durante toda la época del Renacimiento.

Tras la muerte de Juan Hunyadi, y al estar vacante el trono húngaro, su hijo menor fue elegido rey por los nobles, y de esta forma, Matías Corvino fue coronado en el año 1458. Este rey mantuvo una política expansionista en Europa, y durante su reinado logró igualmente contener los ejércitos otomanos.

Sin embargo, su política expansionista estaba enfocada totalmente en otra dirección: emprendió campañas militares contra el Sacro Imperio Romano Germánico y conquistó el ducado de Austria, pero abandonó las luchas contra los turcos.

Muchos historiadores modernos critican estas acciones, que permitieron que tras la muerte del rey, los otomanos continuasen avanzando hacia los territorios húngaros y tomasen Belgrado en el año 1521.

La época dorada del Reino húngaro finalizaría en el año 1526, cuando finalmente fueron vencidos por los turcos en la batalla de Mohács, en la que también murió el rey Luis II de Hungría. De inmediato se libraron varias batallas a lo largo del reino, hasta que en el año 1541 cayó por último Buda, la capital húngara.

Los problemas con los vecinos turcomanos, sobre todo con Karaman, el principado turco más fuerte de Asia Menor, obligó al sultán a combatir en el este. El resultado fue la anexión de estos pequeños Estados, hasta que el oeste volvió a reclamar la atención de Beyazid.

Muchas de las zonas ya conquistadas se quisieron liberar del poder otomano, pero el sultán reconquistó rápidamente lo perdido y siguió adelante. Conquistaron Estiria [6], ocuparon Grecia y en el año 1397, llevaron a cabo la conquista de Atenas. Se dirigieron entonces hacia el este, donde se encontraron con un enemigo mucho más poderoso el Tamerlán.

Los mongoles ganaron la batalla de Ankara en el año 1402, lo que supuso el hundimiento de la hegemonía otomana en Asia Menor. Los otomanos se reconocieron vasallos de Tamerlán y Beyazid encontró la muerte en prisión en el año 1403.

La autoridad otomana entró en crisis durante once años. Ni Tamerlán ni sus sucesores impusieron dominio alguno duradero, y el panorama quedó abierto para las luchas de poder entre los miembros de la familia otomana y los señores territoriales. La situación no era fácil, ya que eran cuatro los príncipes otomanos que se disputaban el trono.

Tras un periodo de luchas fratricidas fue Mehmed I entre los años 1413 y 1420 el ganador. Con este sultán y, sobre todo con Murad II entre los años 1421 y 1451, el Gobierno otomano volvió a recuperar la unidad.

Mehmed había vencido gracias al apoyo de la aristocracia turca, se le dio énfasis al pasado turco de la dinastía reinante, y por primera vez se encargaron unas crónicas de su historia.

Dio prioridad a potenciar el comercio con los países europeos y firmó un tratado con Venecia en el año1416. La infantería jenízara quedó como guardia personal del sultán, y la aristocracia volvió a controlar su cota de poder.

Su ejército cruzó el estrecho del Bósforo, tomó Edirne y comenzó el primero de los grandes sitios a Constantinopla en el año 1422, no tanto para conquistarla, sino para castigar a los bizantinos por su deslealtad al haber apoyado a los rivales del sultán.

Murad desarrolló el famoso sistema del devshirme, con el que reclutaba periódicamente a los mejores jóvenes cristianos de las provincias de los Balcanes para convertirlos al islam y para que prestaran servicio de por vida al imperio. 

A estos se les favoreció en un principio para que adquirieran poder, y así equilibraran el poder que acumulaba la aristocracia turca. Tras la firma de dos tratados de paz, Murad cedió el trono voluntariamente a su hijo Mehmed, de cuya juventud intentaron aprovecharse sus enemigos.

 Queriendo sacar partido de la situación se hizo una llamada a una cruzada para expulsar a los otomanos de Europa. Parecía que lo iban a conseguir, pero Mehmed cedió el trono a su padre, que con sus ejércitos logró una aplastante victoria en la batalla de Varna. Tras esto, el Imperio otomano estableció un control directo sobre Macedonia, Tracia, Bulgaria y gran parte de Grecia.

Mehmed II el Conquistador entre los años 1451 y 1481 se apoyó en el devşhirme durante su gobierno, por lo que necesitaba una victoria militar para plantarle cara a la oposición, liderada por su propio gran visir, Candarli Halil.

El famoso sitio del seis de abril al veintinueve de mayo del año 1453 y la conquista de la Constantinopla del emperador Constantino XI supuso el principio del fin de la influencia de la aristocracia turca.

Poco a poco los otomanos se fueron apoderando de todas las poblaciones cercanas a la ciudad, y ante el temor a una invasión, el emperador bizantino pidió ayuda a los reinos europeos, pero pocos acudieron a su llamada. El veintinueve de mayo del año 1453, los jenízaros entraron en la ciudad tras un sangriento asedio de ocho semanas.

La caída de Constantinopla puso fin al imperio romano oriental y consolidó el gran Imperio otomano, que trasladó su capital a Constantinopla, a partir de aquí llamada Estambul.

Tras esta victoria, Bosnia y Serbia pasaron a ser provincias otomanas y Albania, después de sofocar la revuelta de Skanderberg, quedó incorporada al imperio en el año 1468.

Llegan hasta Italia, y por fin los venecianos reconocen la soberanía otomana y les pagan un tributo. Los mamelucos dejan de ser un enemigo, ya que su decadencia interna no les permite llevar a cabo el enfrentamiento entre los dos imperios más importantes de Oriente Próximo.

Después de conquistar la ciudad de Constantinopla y acabar con el último reducto bizantino de Trebisonda, Mehmed logra someter el último principado turco independiente de Anatolia, Karamania, y consolidar la posición turca en Morea y Serbia, además de seguir la guerra contra Hungría, Venecia y Moldavia.

Para evitar la desintegración del Imperio como les había ocurrido a los Estados turcos, que dividían el imperio entre varios sucesores, Mehmed y sus descendientes establecieron el principio de indivisibilidad del poder, con todos los miembros de la clase dirigente sujetos a la voluntad del gobernante.

Se estableció el principio que seguirían todos los gobernantes, hasta el siglo xvii, de ejecutar a todos los hermanos inmediatos a fin de eliminar las disputas dinásticas. Como gobernante, el padre elegía al más capaz entre sus hijos.

Mehmed empezó el proceso por el cual estas disposiciones fueron codificadas en el Kanunname, tarea terminada por Soleimán el Magnífico.

El imperio otomano desde Constantinopla

Mehmed murió envenenado por su médico Yakup Paşa, que llevaba trabajando para los venecianos bastante tiempo y que fue linchado por los jenízaros. Para evitar una situación de enfrentamiento entre los dos hijos de Mehmed, el sadrazam [7] les envió mensajes comunicándoles que quien llegara primero sería el sultán.

Su enemigo, Ishak Paşa, mató al mensajero de Cem, el favorito de todos, por lo que Beyazid se hizo con el trono. El sadrazam fue linchado e Ishak Paşa nombrado nuevo gran visir. Los jenízaros también saquearon la ciudad entera aprovechándose del poder adquirido, pues cada vez eran más incontrolables.

Le sucedió su hijo Beyahid entre los años 1481 y 1512, cuyo periodo puede considerarse como un tiempo de sosiego para el Imperio, en el cual se consolidaron las acciones de Mehmed y se resolvieron las reacciones económicas y sociales que su política interna había causado.

Las relaciones con el exterior se caracterizaron por la prudencia, debido sobre todo a los problemas internos que había dejado su padre. Además, tuvo que enfrentarse a la revuelta promovida por su hermano, Cem Sultán, que se instaló en la ciudad de Bursa y se proclamó padişah [8].

Con un aumento de sueldo logró el apoyo de los jenízaros, pero fue derrotado en una batalla contra su hermano y tuvo que retirarse a Egipto. El segundo intento no le fue mejor, por lo que decidió quedarse en Rodas en el año 1495.

La primera decisión de Beyazid fue anular la reforma agrícola que había realizado su padre, devolviendo tierras a sus antiguos dueños, terratenientes y sobre todo religiosos. Una vez hecho esto, eliminó a los altos cargos del devşhirme para crear un equilibrio entre estos y la aristocracia turca, cosa que consiguió y mantuvo hasta su muerte.

Reorganizó la estructura fiscal y estableció un nuevo sistema de impuestos, más llevadero para los súbditos. Bajo la influencia de los ulemas. Beyazid luchó contra las tendencias europeizantes y se adhirió al islam ortodoxo, en lucha contra la proliferación del chiismo.

Se le considera un integrista ortodoxo y, aun así, permitió la afluencia masiva de los judíos expulsados de España y de otras partes de Europa.

Beyazid tuvo ocho hijos, y la lucha por la sucesión se hacía cada día más latente. Quiso engañar a sus hijos para matar a todos menos uno, pero tres de ellos no se dejaron engañar. Efectivamente, se desató al final una lucha por la sucesión.

Obligado por los jenízaros, tuvo que ceder a que su hijo Selim fuera su sucesor, y enfrentarse a este ante sus exigencias para que abdicase en su favor. El otro candidato, Ahmed, se casó con una hija del sha de Persia. Beyazid se vio obligado a ceder el trono a Selim I en el año 1512, a causa del levantamiento de los jenízaros.

Selim I entre los años 1512 y 1520 era un estadista coherente, organizador y un extraordinario dirigente. Mandó eliminar a sus hermanos y primos después de la muerte de su padre, por lo que recibió el sobrenombre de “el cruel”.

El primer objetivo que se impuso fue consolidar el Estado y se dirigió hacia el este, a por los chiíes de Irán. Ganaron la batalla después de una larga campaña, pero no acabaron definitivamente con la amenaza. Selim fue un ferviente suní y mandó aniquilar a muchos chiíes de Asia Menor.

La segunda expedición de Selim tuvo lugar en el año 1516, esta vez contra los mamelucos de Egipto. Primero se dirigió a Siria, donde los dos ejércitos se enfrentaron cerca de Alepo. Tras esta victoria aplastante de los otomanos, estos se dirigieron a Egipto y lo conquistaron también.

El califa Mütevekkil III cayó prisionero de los otomanos en el año 1517 y este califa abbasí tuvo que ceder su título. Logró asimismo llegar a Arabia y conquistar la Meca y Medina. Selim I murió de cáncer en el año 1520.

Su reinado, aunque breve, fue muy importante al asegurar las fronteras orientales del imperio e instaurar la dominación otomana en algunas de las provincias más ricas del mundo árabe; además proporcionó a los otomanos el control absoluto del comercio entre el Mediterráneo y el océano Índico.

Le sucedió su único hijo Soleimán I entre los años 1520 y 1566, que siguió los pasos de su padre consolidando aún más la paz y la estabilidad interior. De esta manera, el Imperio otomano alcanzó su máxima extensión geográfica, que duraría hasta el año1683.

Este restauró, durante su reinado, el poder del gran visir y fue generoso con los jenízaros, permitiéndoles casarse. Desarrolló una considerable actividad legisladora que se centró principalmente en la organización del ejército, el feudalismo militar, la propiedad territorial y el sistema tributario. También llevó a cabo personalmente varias campañas militares.

La más famosa fue el primer sitio de Viena en el año 1529, en la que fracasó. Sin embargo, los territorios del centro y este de Hungría se hallaban bajo el control otomano sin importar que la incursión en Viena hubiese fracasado.

A lo largo de su reinado y los posteriores siglos de guerras contra el Sacro Imperio Romano Germánico, los turcos siempre utilizarían el idioma húngaro como instrumento comunicativo y negociador con los germanos, aunque en la propia Viena no fuese una lengua conocida.

Los pachá turcos y el propio sultán harán escribir cartas, misivas y comunicados a los cristianos en húngaro, puesto que los otomanos no dominaban el latín. Asimismo, Soleimán concedió mucha importancia a las artes y embelleció considerablemente Estambul.

Durante su reinado, el Estado otomano alcanzó su máximo grado de desarrollo civil. Reunió la legislación en el Kanunname y concedió las capitulaciones a Francia en el año 1535, quienes pretendían utilizar la presión otomana en el este para amortiguar la presión de los Habsburgo en el oeste.

Durante el periodo de Soleimán, se ve al Imperio otomano aliarse con Francia, como lo prueba el sitio y la toma de Niza en el año 1543 por tropas otomanas y francesas. No obstante, esta alianza le era más benéfica a Francia, que a los otomanos que no podían esperar nada de ella.

Es importante destacar a quien fue gran visir de Soleimán entre los años 1523 y 1536, Pargali Ibrahim Pasa, que debido a su gran labor en numerosas campañas militares y su exitoso trabajo como líder del ejército, fue absolutamente vital para la que fue para muchos la mejor época del imperio.

Para algunos, la importancia e influencia de Ibrahim fue incluso mayor a la del propio Soleimán durante su reinado y que sin éste, el imperio no hubiese llegado a su punto mayor.

Ibrahim destacaría gracias a su impresionante habilidad en el manejo político del Imperio y en las campañas militares, sobre todo liderando a los ejércitos y convirtiéndose en una amenaza letal para el enemigo.

Siempre cumplió su papel exigiendo justicia y el honor del Imperio. Fue un blanco a eliminar constante para todo aquel que fuese enemigo de los Otomanos, también por ser el fiel amigo y consejero de Soleimán.

El sucesor de Soleimán fue el hijo de este y de Hurrem Sultán también llamada Roxelana. Selim II entre los años 1566 al 1574, cometió el error de atacar la isla de Chipre y sufrió la primera derrota otomana en Europa en la batalla de Lepanto en el año 1571. 

Al morir el sultán, su hijo Murad III entre los años 1574 al 1595, subió al trono. A partir de este sultanato creció la influencia del harén en las decisiones del gobierno. Murad III se dedicó a la buena vida y a los placeres del harén, al igual que su sucesor Mehed III entre los años 1595 al 1603, dejando todo el poder en manos del gran visir.

El caos y la inseguridad reinaban en todo el Estado, y dentro del ejército aumentó la enemistad entre los jenízaros y los sipahis, el cuerpo de caballería del ejército otomano. Cuando muere el sultán, su hijo Ahmed I es muy joven, y después de un breve periodo de auge se termina de consolidar el sultanato de las mujeres.

El siglo XVII, bajo los sultanatos de Mustafa I, Osmán II y Murad IV, fue una época trágica. Osmán II entre los años 1617 al 1622, fue el soberano más culto de toda la dinastía. Sabía que una reforma era necesaria, la cual vencería los poderes fácticos establecidos.

Los jenízaros, al tener noticia de ello, asesinaron a los altos cargos en sus propias casas, por lo que el sultán tuvo que ceder. A pesar de todo, no se libró de ser asesinado a manos de los jenízaros.

Después de la nueva ascensión de Mustafá I nombraron a Murad IV entre los años 1623 al 1640 nuevo dirigente del Imperio. Este, consiguió hacer alguna reforma en la administración, pero, cuando murió, el Estado quedó sin dirigentes y se extendió un vacío de poder por el imperio durante veinte años.

El sultán Ibrahim I entre los años 1640 al 1648 sucedió a Murad IV y es considerado el peor padişah de la dinastía otomana. Anuló lo que había conseguido Murad IV, provocando una corrupción generalizada y desmedida, aparte de una crueldad incomparable debido a la locura que padecía, lo cual se vio reflejado tanto en el estado como en el harén del palacio.

Roxelana, de esclava a emperatriz

El Sultanato de las mujeres

A la mayoría de las mujeres otomanas se les permitía participar en el sistema legal, comprar y vender propiedades, heredar y legar riquezas, y participar en otras actividades financieras, derechos que eran inusuales en el resto de Europa hasta el siglo XIX.

La vida social de las mujeres solía ser de relativa reclusión, como era habitual en muchas culturas de la época. Sin embargo, el tipo de reclusión cambiaba, a veces drásticamente, dependiendo de la clase social.

Las mujeres urbanas vivieron con cierta segregación sexual durante la mayor parte de la historia del imperio, ya que muchas reuniones sociales estaban segregadas, y muchas mujeres urbanas de clase alta se cubrían con un velo en los espacios públicos.

Esta costumbre se consideraba un signo de estatus, privilegio y clase hasta la occidentalización; después, se consideró un signo de los valores otomanos e islámicos.

Roxelana

Las mujeres en el Imperio otomano gozaban de diversos derechos según la época, así como de su religión y clase social. Para la mayoría de las mujeres otomanas, estas eran el Corán y el Hadiz según la interpretación de los juristas islámicos, a menudo denominada sharia.

El Sultanato de las mujeres, es una época que se remonta a la década del año 1520, fue un periodo durante el cual las mujeres de alto rango ejercieron un considerable poder político y una gran importancia pública a través de su participación en la política interior, las negociaciones con el extranjero y la regencia.

El término hace referencia al periodo en que las mujeres que comúnmente eran las esclavas y concubinas del harén, en la mayoría de los casos, madres legales gobernaron en nombre de sus hijos, esposos o nietos debido a la ineptitud, ausencia o inexperiencia del sultán en función.

Las sultanas, madres del sultán, adquirían una considerable influencia a través de la política del harén. Algunas de las Valide sultán y consortes y sultanas de sangre más influyentes fueron: Hürrem Sultan, Mihrimah Sultan, Nurbanu Sultan, Safiye Sultan, Handan Sultan, Hümaşah Sultan, Halime Sultan, Kösem Sultan y Turhan Hatice Sultan.

Esta época abarca desde mediados del siglo XVI hasta finales del siglo XVII, comenzando con el nombramiento de Roxelana en el año 1534, como esposa legal de Soleimán I, y finalizando con las regencias oficiales de Mahpeyker Kosem y Turhan Hatice en el año 1683. Durante este periodo también los jenízaros empezaron a intervenir directamente en la política del imperio.

El gobierno de Kosem Sultán entre los años 1623 al 1651, es uno de los máximos exponentes del sultanato de las mujeres, puesto que por ello es considerada la mujer más poderosa en la historia del Imperio otomano.

Se convirtió en la primera regente oficial del sultanato durante la minoría de edad de su hijo Murad IV, mantuvo cierta influencia durante el terrible reinado de su hijo menor Ibrahim I, y volvió a proclamarse regente del imperio, pero bajo el mandato de su joven nieto, Mehmed IV.

Tras su muerte, su nuera Turhan Sultán se convirtió en la segunda y última mujer regente del sultanato, título que conservó hasta su muerte, pero no logró ejercerlo en su totalidad debido a la influencia del gran visir en los asuntos del Estado.

En periodos posteriores hubo una seria oposición política y religiosa a una mayor expansión de los derechos de la mujer, hasta que los claros avances en los derechos de la mujer en Europa y Norteamérica empezaron a influir en los otomanos.

Organización del imperio

El proyecto del creador de la organización otomana, Fatih Mehmed, era el de crear un imperio inmenso, el cual integraría a mongoles, musulmanes y cristianos. Para ello, su capital comenzó a ser repoblada por gentes de muy distinta procedencia y hasta dejó en libertad a los prisioneros de guerra para que se establecieran en la ciudad.

También se animó al patriarca ortodoxo griego, Ghennadios Scholarios, al Catholicos armenio en el año 1461 y al gran rabbí judío para que se establecieran allí, y se les permitió convertirse en jefes tanto civiles como religiosos de sus seguidores, constituidos en comunidades autónomas y autogobernadas, llamadas millet, que fueron las unidades de gobierno básico de las comunidades no musulmanas dentro del Imperio otomano.

El primer responsable de la Millet era elegido por el sultán y a partir de él eran elegidos por la comunidad.

Mehmed II se había convertido a su muerte en el señor de dos mares y dos continentes. Durante su gobierno también se crearon las instituciones que iban a ser características de este imperio.

El elaborado ceremonial y el sistema de jerarquías de la corte bizantina fueron recreados en la del sultán, a fin de separar al sultán del pueblo para que fuera un gobernante respetado y temido.

La autoridad del sultán se vio reforzada asimismo por la alianza de intereses de los grupos no musulmanes con los suyos propios. Eliminó a las grandes familias de la estructura de la administración y nombró a Zaganos Pasa como gran visir, después de matar a Candarli por traidor.

Para evitar la desintegración del imperio que le sucedía a los Estados turcos, que dividían el Imperio entre varios sucesores, Mehmed y sus sucesores establecieron el principio de indivisibilidad de poder, con todos los miembros de la clase dirigente sujetos a la voluntad del gobernante.


[1] Fue un Estado mongol que abarcaba parte de las actuales Rusia, Ucrania y Kazajistán tras la ruptura del Imperio mongol en la década de los años 1240.
[2] Fue un linaje de sultanes de Siria y Egipto de origen kurdo. La dinastía se inicia con Saladino, al ser proclamado sultán de Siria y Egipto, y termina con el sultán Turan Shah, depuesto y muerto por los mamelucos el dos de mayo del año 1250.
[3] Sultanato de los romanos fue un Estado turco gobernado por la dinastía selyúcida situado en Anatolia y cuyo período histórico abarca desde el año 1077 al año 1307.
[4] Eran soldados de infantería con alto nivel de entrenamiento. Entre sus muchas misiones se destacaba la de ser los encargados de la custodia y salvaguardar del Sultán, así como de las dependencias del Palacio Imperial de Edirne y, más tarde, del nuevo palacio imperial Topkapi de Estambul; eran considerados la guardia personal del sultán.
[5] Fue una orden militar católica de caballeros, generalmente integrada por nobles y príncipes, que surgió durante la unión de Hungríay Croacia a finales de la Edad Media. Fundada en el año 1408 por el rey Segismundo de Hungría.
[6] Región de Austria cuya capital es Grad.
[7] Era el principal cargo político del Imperio otomano, siendo equivalente a la figura actual de un primer ministro.
[8] Es una denominación real a modo de título de origen persa, compuesto del persa pād “maestro” y de shāh “rey”. Fue adoptado por varios monarcas reclamando el rango más alto, equivalente a la antigua noción persa de “gran rey”.