viernes. 26.04.2024
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Por Ignacio Apestegui | En todas las épocas la humanidad ha caminado con la mirada puesta en el cielo con el temor que algún dios furioso la extermine. En ese punto nuestra sociedad no es original.

La civilización sumeria fue la precursora de todo, al menos en Occidente, nuestras leyes vienen heredadas del Código de Hammurabi. Nuestros mitos, los de las religiones del libro, descienden de los mitos de su cultura. El diluvio e incluso la figura de Cristo son préstamos del Poema de Gilgamesh.

La verdad es que no somos muy originales.

Hoy en día no es una divinidad enfadada. Es la mano del hombre la que amenaza a los pueblos que habitan la tierra. El cambio climático, guerras, enfermedades… A lo anterior hay que sumar bolas de fuego que caen de los cielos, como en Sodoma y Gomorra, y tendremos una repetición del fin de la civilización sumeria.

Las claves para el fin de un imperio, que duró 3.000 años, se resume, según descubrimientos arqueológicos modernos, en un cambio climático que provocó 200 años de sequía. Este cambio climático fue provocado por un meteorito que impactó en el valle del Jordán, el 29 de junio del año 3123 antes de Cristo. Y lo sabemos con pavorosa precisión porque los sumerios fueron la primera civilización en cartografiar las estrellas, inventaron la escritura y nos ha llegado una tablilla que fecha dicho evento.

El aumento de la temperatura a nivel mundial, las sequías, la acidificación de los mares, la destrucción de la fauna y la flora… Lo mismo que estamos viendo en nuestros días. Nada nuevo. Los imperios, los países, las religiones, todo empieza y acaba. La nuestra no va a ser una excepción.

Lo que hay antes de los sumerios se llama prehistoria porque no hay textos escritos sobre las civilizaciones que los precedieron. Pero lo cierto es que la historia humana comenzó hace, al menos, 35.000 años. Los propios sumerios se atribuyen ser los descendientes de una civilización anterior. Idea que, por supuesto, luego fue copiada y recopiada, pero eso lo vamos a dejar de lado.

En los últimos 200 años nuestra “civilización” ha pasado del oscurantismo religioso a tener la capacidad de colonizar otro planeta. Eso sí, sin olvidar crear una destrucción a nivel planetaria de especies animales y vegetales cercana a la producida cuando nuestros predecesores sumerios desaparecieron.

Europa y el Green Deal es un ejemplo de que la integración puede servir para contrarrestar el abuso de unos pocos y lograr que nuestra sociedad sobreviva y prospere, tal vez incluso, 3.000 años como la sumeria

A veces pienso que si hubiera un cataclismo como el sucedió en Sumer. Es probable que, dentro de 6000 años, los arqueólogos, creyeran que nuestro tiempo fue vivido por alguna civilización atrasada ya que los pendrive, o el papel, no sobrevivirán para dejar constancia de nuestro paso. Ellos tenían arcilla y piedra. 

Tampoco es que me importe mucho, pero es un detalle a tener en cuenta.

Nosotros no hemos inventado el fin de los tiempos, pero es posible que vivamos una repetición, otra vez copiando, de lo que les pasó a los habitantes de Ur y las otras ciudades de ese imperio.

La hambruna no se ceba con todos igual. Los ricos siguen siendo ricos. Los pobres siguen pasando hambre, desdichas y enfermedades. Cuando llegan otros pueblos y rapiñan las tierras del imperio antiguo, los poderosos solo cambian de bandera, adoran al nuevo dios y siguen explotando al pobre.

En estos días que estamos viviendo suceden cosas maravillosas y otras horribles. Hemos visto a la humanidad pisar la Luna. Las Voyager salir más allá de la heliosfera y mandar el sonido del espacio exterior. Estamos a las puertas de fusionar los átomos, como el mismísimo astro Sol. Tenemos la capacidad de erradicar el hambre y, posiblemente, las enfermedades.

También hemos presenciado la aniquilación causada por la fisión nuclear, los campos de exterminio, el egoísmo de los bancos, los fondos de inversión y las grandes fortunas. Dignos herederos de los gobernantes del viejo imperio.

Vemos cómo se envenena el planeta con semillas transgénicas que no se reproducen, que hipotecan a los agricultores y los obligan a comprar a sus nuevos señores Monsanto y compañía. Si miras por encima de la colina, puedes observar como en el futuro cercano privatizan el agua, ya lo están haciendo en algunas regiones, puede que hasta incluso el aire.

¡Cómo trabajamos y seguimos siendo pobres…!

Los poderosos han redescubierto la esclavitud, aunque ahora lo llaman contrato en prácticas, o simplemente sueldo mínimo. Pagamos por vivir. Vivimos para que unos pocos viajen al espacio en sus cohetes privados.

Elon Musk está preparando la colonización de Marte. Pero no para nosotros. Nosotros seguiremos anclados a la Tierra. Nuestra civilización pasará, otra vendrá. Él y los que están en su esfera vivirán en sus palacios de oro, o mejor dicho en el espacio. Como siempre ellos vivirán y nosotros sobreviviremos.

O puede que no.

Lo cierto es que a pesar de las injusticias y la mierda que tenemos que vivir hay una cosa que tiene nuestro tiempo que no ha tenido ningún periodo anterior: Democracia. No solo como la capacidad de votar, eso es algo viejo y reutilizado por muchos pueblos. Sí no entendido como la voluntad del pueblo. Una conciencia de sí mismos.

En los últimos 60 años hemos visto, principalmente en Europa, la construcción de un estado de derecho como no se conocía anteriormente. De una manera extraña, una cosa que se creó por EEUU para enriquecerse a costa del viejo continente, ha acabado siendo un foco de ilusión en un mundo extremadamente triste.

Las herramientas que se han ido creando en Europa han resultado ser una trampa para las grandes empresas, para los gobiernos absolutorios y para los extremismos filosóficos y religiosos. Somos el baluarte de lo que los pueblos quieren alcanzar como sociedad. Me hace un poco de gracia porque estamos en pañales aún como sociedad.

Mientras medio mundo quiere venir a Europa los europeos no somos capaces de ponernos de acuerdo, ni siquiera, en estar en desacuerdo. Los egos y las desconfianzas están frenando ese proceso que, sin querer, puede ser lo único diferente que los humanos hayan hecho desde los sumerios.

Europa, una Europa social, democrática y de valores, es el único obstáculo que tiene la rueda de la historia para girar y volver a empezar, o acabar, en el mismo sitio del que partimos. Los pobres pasando hambre y los poderosos cambiando de bandera y gozando a costa nuestra.

Europa es el camino. La integración europea. Una integración política, social, militar, educativa… Una sola Europa es lo único que puede prevenir que cuando llegue la próxima sequía de 200 años, que llegará, nosotros, los pobres, suframos penurias durante generaciones.

Europa y el Green Deal es un ejemplo de que la integración puede servir para contrarrestar el abuso de unos pocos y lograr que nuestra sociedad sobreviva y prospere, tal vez incluso, 3.000 años como la sumeria.

El fin de los tiempos