jueves. 16.05.2024
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Cristina Rosales | @cristinagaros_

El pasado miércoles arrancaba la 33 edición del Fancine, el festival de cine fantástico de la Universidad de Málaga, bajo el lema “Home Sweet Home”. Este año la gran sorpresa de la programación la daba la última ganadora de Sitges Cuando acecha la maldad, de Demián Rugna. En su única proyección durante el festival, el Cine Albéniz colgaba el cartel de sold out, con una sala 3 atestada de gente. Seis años después de su última película, Aterrados, el director bonaerense regresa con este tenso relato de violencia que nos traslada a un pueblo apartado donde el mal se propaga como una infección entre los pocos habitantes que quedan.

La historia sigue los pasos de Pedro (Ezequiel Rodríguez) y Jaime (Demián Salomón), dos hermanos que, tras escuchar disparos una noche cerca de su finca, se encuentran el cadáver descuartizado de un hombre encargado de matar al hijo de su vecina, que llevaba más de un año poseído. Al descubrir el estado en el que se encontraba su vecino, se lo llevan fuera del pueblo para evitar que el mal se propague y acabe arrasando con todo el pueblo, ignorando por completo las creencias y supersticiones locales. Claro está, sin éxito, pues el cuerpo desaparece a medio camino. Los hermanos deberán enfrentarse entonces a esa fuerza oscura que los hará enloquecer y contagiar a todos aquellos con los que se crucen. Entre el terror y la muerte, los miedos y los recuerdos del pasado, especialmente del hermano mayor, de Pedro, se irán manifestando cada vez con más intensidad. Estos mismos miedos y recuerdos servirán de alimento al mal que los acecha y que se propaga frenéticamente a la misma velocidad que sus malas decisiones.

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Hay que reconocerle a Rugna la difícil empresa que supone hacer una película de posesiones demoniacas sin caer en los tópicos de exorcismos, crucifijos y agua bendita a los que ya estamos tan acostumbrados los fans del género. Uno de los puntos fuertes de la película y quizá lo que la hace funcionar tan bien es el factor sorpresa. Desde el principio, el espectador es un personaje más, dirigido por Rugna, que no sabe ni entiende lo que está ocurriendo a su alrededor. Así, en el primer acto de la película, brutal por otra parte, las escenas de violencia se dan de forma abrupta, sin verlas venir, haciendo que el público se encoja en su butaca. A partir del impacto inicial de las primeras muertes, el director consigue equilibrar la balanza entre la anticipación y la sorpresa hasta el final de la película (o casi), porque, aunque el espectador sabe qué va a ocurrir, nunca va a estar realmente preparado.

Rugna ofrece en Cuando acecha la maldad un cuadro aterrador de violencia extrema. No se corta en mostrar en primer plano escenas que el espectador supone fuera de cámara por su brutalidad. Y a pesar de ese menoscabado desenlace, donde la trama flojea y el ritmo baja la intensidad, es imposible no salir de la sala de cine sin un malestar físico general. Sin duda, el argentino nos ha traído una de las mejores películas de terror de este año, también una de las más crudas y salvajes. El Fancine ha dejado bien alto el listón en esta primera jornada de proyecciones.

'Cuando acecha la maldad': el terror se propaga