viernes. 26.04.2024

... Sigue teniendo tres puntos de ventaja y hasta puede ganar la Liga, pero el fútbol, lo que es fútbol, lo sigue teniendo el Barcelona.

Por un lado el fútbol de “pierna fuerte”, la potencia física, el fútbol directo y el gol a tres toques

Dado el desarrollo de la temporada, el duelo se presentaba con todo a favor del Madrid. Para un buen entendedor, las alineaciones darían la medida del partido. Y los dos entrenadores fueron fieles a su estilo. Mourinho no se fió de Arbeloa y puso a Coentrao de defensa derecho, manteniendo a Ramos y Pepe de centrales. Para acompañar a Alonso metió a Lass. Y delante CR, Özil, Di María y Benzemá de 9. En el ataque fue valiente, el Bernabeu le obligaba a ello, pero en la media y en la defensa se echó para atrás primando el físico sobre la técnica y el control. Lo de siempre: presión adelantada, seguridad atrás, físico para robar el balón y a toda velocidad hacia la portería contraria.

Guardiola venía apurado y no se rajó. Prescindió del seguro Mascherano para colocar sus defensas clásicos: Piqué y, sobre todo, Puyol. En el centro, los de siempre. Y delante sustituyó a Villa y Pedro por los dos fichajes: Fábregas y Alexis. La suerte estaba echada. Por un lado el fútbol de “pierna fuerte”, la potencia física, el fútbol directo y el gol a tres toques. Por otra, la fidelidad a las esencias de Cruiff, de Xavi, al fútbol de toque para dominar el juego. Así estaba el guión.

Por otra, la fidelidad a las esencias de Cruiff, de Xavi, al fútbol de toque para dominar el juego

Pero la diosa Fortuna no estaba de acuerdo. Y a los 15 segundos, Valdés, el portero más seguro con los pies, se puso nervioso ante la tromba madridista y regaló el gol con la anuencia de Piqué que no supo generar el fuera de juego, no sé si impresionado por el vendaval o porque estaba pensando en su amor. Decepción culé y entusiasmo en el madridismo. Y ahí se desnudaron ambos equipos: uno para ver sus insuficiencias, otro para reafirmar la hegemonía de su juego en un partido que acabó 1-3, donde el Barça le ganó al Madrid todos los duelos, individuales y colectivos.

¿Por qué? ¿Por qué acabó así?

Todos los cronistas conceden el mérito al siempre sublime Messi y, sobre todo, al dulce Iniesta. Yo vi otras razones, otro partido. En mi opinión, se tiene el defecto de juzgar por el resultado final cuando hay que verlo minuto a minuto consciente de que en los grandes partidos los momentos puntuales determinan el resultado. Sí, es verdad que en la segunda parte el Barça se salió y que los mayores méritos son de esos dos jugadores.

Pero antes de eso, el partido estuvo condicionado por el fallo garrafal de Valdés, con un Barcelona como un flan, con la defensa del Madrid casi en el medio campo y con seis jugadores presionando a la defensa y al portero la salida del balón con la daga entre los dientes esperando el fallo para colocar el 2-0 y el 3-0 en quince minutos. Y así pudo ocurrir perfectamente, aunque no al Barça de Guardiola. ¿Qué hizo éste? Ordenó a sus jugadores de atrás que fueran fieles a su estilo, que ante la presión siguieran confiando en ellos y en su portero, aunque rozaran el abismo. Y allí surgió la autoridad inconmensurable de Puyol, ayudado por Busquets. El alma levantó el cuerpo del equipo. Fueron increíbles los primeros veinte minutos (entonces no existían ni Xavi, ni Messi, ni Iniesta) con los defensas y el portero tocando el balón entre los tiburones de Mourinho. Les salió bien y pararon el vendaval. Eso es valentía. Consolidada la zaga, a los diez minutos Guardiola adelantó a Alves y dejó una defensa de tres con Busquets de apagafuegos ¡en el Bernabeu y perdiendo 1-0! Eso es estrategia, cambiar radicalmente el diseño de un equipo. Para mí esas dos fueron las claves del partido. Ésas y el agotamiento físico del Madrid patente ya en el minuto 12 de la segunda parte.

Dicen los sabios que a los grandes entrenadores se les ve en el descanso, sobre todo cuando los partidos no están decididos

Por el contrario, Mourinho no fue capaz de variar su diseño. Cuando le falló, se quedó sin alternativa, no fue capaz de cambiar el esquema y sólo supo cambiar puesto por puesto, eso es táctica, cuando sólo se trata de colocar las mejores piezas de la mejor manera posible. ¿Por qué con el 1-0 no quitó a Lass para construir un centro del campo con Alonso, Özil y Di María con CR, Benzemá e Higuaín delante? Eso hubiera sido un mensaje de estrategia para decir “te voy a jugar de tú a tú”. Dicen los sabios que a los grandes entrenadores se les ve en el descanso, sobre todo cuando los partidos no están decididos. Guardiola, una vez consolidado el edificio, lanzó sus huestes al abordaje con su estilo, con el fútbol. Mourinho, perdida la sorpresa del contraataque y con el bajón físico de sus jugadores, se quedó sin respuesta. Por no hablar del nulo partido de CR. También dicen que los grandes jugadores se consagran en los grandes partidos. CR tuvo el 2-0 en el minuto 24 del primer tiempo y lo desperdició. Tuvo un cabezazo de libro (Xabi Alonso se está preguntando cómo se puede fallar tan magnífico centro) para igualar a 2-2 y lo desperdició, por no estar concentrado, por no creer en la victoria, por abandonar en las ocasiones grandes. Los tripletes pasan a la historia cuando se marcan en los grandes partidos, no cuando se aumentan las estadísticas en partidos fáciles que se van ganando por 4-0.

Queridos lectores, por una vez, he dedicado toda la crónica al bipartidismo futbolístico porque considero que es un partido determinante para el desarrollo de la temporada. Que me disculpen los aficionados de los demás equipos, aunque imagino que ellos también tendrán estos debates. Y pido disculpas por ser futbolísticamente incorrecto, por ver el fútbol de manera distinta a cronistas más afamados que centran sus elogios en Messi e Iniesta. Así tendremos la oportunidad de polemizar en las páginas de NUEVA TRIBUNA. En fin…lo dejo aquí. Señoras, señores, amen la vida, amen el fútbol porque hoy ha vuelto a amanecer…un amanecer que espero disfrute Manzano tranquilamente en su casa.

El Barça desinfla la euforia madridista