sábado. 18.05.2024
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Fotograma de la película. (Imagen: Filmaffinity)

María Rosa López Llebot |

Cinco mujeres jóvenes de una compañía de teatro se retiran a una apartada casa en el campo para preparar un próximo estreno. Con esta entrada podríamos preguntarnos ¿pero, aparece Freddy Krueger y las convierte en carne picada? No, no, de ninguna manera: el paraje es idílico, trinan los pajaritos, luce el sol, hay un río con buen caudal, los vecinos de la casa anexa son entrañables...

¿Entonces? Las mujeres hablan mucho de sus cosas: ahora en grupo durante los ensayos de la obra de teatro, en las comidas o las sobremesas, o también de a dos, en los dormitorios, cuando se quedan a solas; en diversas escenas las ocupantes de un dormitorio, justo se van a ir a dormir y, estando ya en la cama, se hacen confidencias, o justo se han despertado y comentan intimidades, estando todavía en la cama.

En los ensayos de la obra de teatro, las voces de los cuatro personajes femeninos de ficción se añaden al coro. El título de la obra ensayada no se menciona durante la película, sabemos que está ambientada en un siglo muy anterior al nuestro, que tres hermanas esperan algo más de sus vidas mientras atienden a una invitada, que a todo esto es princesa y parece tener algunas certezas extra de la vida, que por algo es princesa y ha salido más de casa. Por lo que sea, la escenografía teatral consiste básicamente en una cama con dosel, y buena parte del tiempo las intérpretes están tumbadas en grupo sobre la cama.

Ese coro de voces, da vueltas a diversos temas: la elección de un amor, los progenitores perdidos, los miedos de la maternidad, las inseguridades de los actores. Pero no hay dialéctica hegeliana posible entre los personajes ni síntesis que nos ilumine.

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Otro elemento de la película es el diálogo con el cuento clásico de Andersen La princesa y el guisante. Las vecinas de la casa de al lado, las dos entrañables vecinas que mencionábamos antes, son una niña en edad de formarse juicios y valores por los retorcidos cuentos de hadas y su atenta, aunque inconsciente abuela, que lee el puñetero cuento como si hiciera un bien.

Ya, en los títulos de crédito de Las chicas están bien se nos anuncia de manera explícita que hay cinco chicas hablando, durante siete días de verano, en una casa de campo. Más claro el agua. De hecho, Itsaso Arana reunió a estas amigas cercanas, las actrices de la propia película, durante quince días en el lugar de filmación para crear juntas el guion a partir de sus propias vivencias personales.

El metraje es corto, el tono es ligero, se pasa de escenas con agilidad y en resumen la película se deja ver. Otra cuestión es qué nos queda en el recuerdo cuando hemos salido del cine: la realidad de los actores, directores o guionistas está alejada del común de los mortales; ciertamente abordan cuestiones personales que transcienden las profesiones, pero su percepción del mundo tiende a una reelaboración azucarada que eleva a la persona/personaje por encima de las miserias hasta convertirlas en gloria bendita.

Estreno el 25 de agosto.

'Las chicas están bien': desde su cama