jueves. 28.03.2024
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LA MINERÍA SUBTERRÁNEA

La minería subterránea no es una nueva tecnología de extracción de minerales inventada por los romanos. Ya en el Neolítico encontramos explotaciones mineras como Grime Graves en Inglaterra, donde fueron excavados pozos verticales de hasta doce metros en busca del mineral de sílex.

Se llegó a profundizar en la Edad de los Metales incluso hasta cincuenta metros. Esto nos demuestra que la minería subterránea ya era una técnica ancestral anterior a la época romana, si bien los romanos mejoraron esta técnica al igual que muchas otras asociadas directa o indirectamente a la minería.

Galería romana en Arditurri. En Oyarzun
Galería romana en Arditurri. En Oyarzun

Dentro de la minería subterránea podemos encontrar tres grandes tipos de explotaciones:

  • La más sencilla sería la denominada mina de monte con un plano horizontal.

La entrada a la galería principal se hace desde el exterior por la bocamina sin plantearse ningún desnivel, lo que facilita todas las extracciones del mineral, evacuación de agua y entrada.

La necesidad técnica será mínima, ya que el material extraído podrá salir en carros, en sacos o en cestería transportada por los trabajadores.

  • El pozo de plano vertical sería el tipo de minería que más dificultades presenta para el acceso y la extracción, ya que la entrada se realiza por la caña del pozo. Es una galería completamente vertical que va dando acceso a las galerías secundarias que buscan los filones del mineral.

En la minería romana se han llegado a excavar pozos de hasta cien metros de profundidad. En un sistema más primitivo, el acceso se realizaba mediante escaleras de madera, pero la ingeniería romana desarrolló técnicas con tornos y poleas que elevan el material y el agua con una cuerda de cáñamo o de cuero.

Técnica de la explotación minera romana, ruina montium
Técnica de la explotación minera romana, ruina montium

Este sería el caso de la minería del Lapis Specularis en Cuenca, donde casi todas las explotaciones presentan pozos verticales de planta cuadrangular con profundidades de entre veinte y treinta metros. A partir de la caña del pozo van saliendo galerías a distintos niveles en busca de los filones de yeso.

  • El tercer modelo sería un sistema mixto denominado pozo de plano inclinado. Consistiría en una galería de acceso con una inclinación variable en cada caso, que puede permitir la entrada caminando o con la necesidad de un torno o cabrestante. Puede que a partir de la galería principal aparezcan galerías secundarias horizontales, o que la galería inclinada finalice en la zona de extracción.

En la península Ibérica nos encontramos yacimientos mineros en los que usan solo uno de estos tres modelos, aunque en otros no están estrictamente diferenciados y es muy común que presenten varios tipos o incluso los tres, como en las mina leonesas de Llamas de Cabrera, y algunas explotaciones de Lapis Specularis que poseían pozos de plano inclinado para el acceso de los mineros.

Los frentes de arranque para la extracción de metales en el sector suroeste solía depender de la calidad y cantidad del metal que contenía el mineral.

Lapis specularis en la minería romana de Hispania
Lapis specularis en la minería romana de Hispania

Por lo general, si el metal era escaso, el frente de arranque lo constituía una galería muy estrecha, sobre un metro de diámetro, en la que los mineros debían trabajar arrodillados teniendo que caminar de espaldas para poder salir, debido a que la galería era sumamente estrecha pues no había espacio para girar. Sin embargo, en los casos en los que aparecía gran cantidad y calidad de mineral se creaban grandes cuevas artificiales.

LA MINERÍA ROMANA DEL ORO

La minería aurífera hispana decaería a comienzos del siglo II d.C. debido a la conquista de las Dacias por Trajano, una región aurífera más próxima a Roma.

El auge de la explotación romana será en momentos de la República (siglos II y I a.C.), decayendo la producción con las dinastías julio-claudias (siglos I y II d.C.). Sin embargo, la arqueología está constatando que no hubo esa gran decadencia.

Tuvieron una gran época durante el final de la República, desde que fueron conquistados sobre el 206 a.C. hasta la llegada del imperio, etapa en la que decayó el gran ritmo de la producción por la anexión de nuevos territorios ricos en minerales al imperio como Egipto.

Las minas de metales preciosos como el oro y plata pasaron directamente bajo la regia directa debido a que Roma los necesitaba para su financiación.

Sin embargo, los minerales menos importantes como el plomo, lapis specularis, cobre no eran tan necesarios para el fisco y por eso no necesitaban ser controlados directamente.

Sin embargo en la división territorial tuvo un gran peso las grandes explotaciones de minerales importantes, quedando la mayoría en provincias imperiales. Incluso se dio el caso de anexiones de territorios mineros a la provincia Tarraconenssis.

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Los aluviones auríferos solo habían sido explotados antes por el bateado. Los ingenieros romanos desarrollaron técnicas a gran escala que extraía las partículas de las arenas auríferas por medio hidráulico.

Para llevar a cabo esas técnicas, los romanos necesitaron grandes cantidades de agua, para ello, construyeron enormes conjuntos de canales y acueductos que transportaban el agua desde las fuentes directamente a la explotación.

En otros casos, era muy común la creación de balsas, estanques o presas para retener el agua en el caso de que no existiese una fuente. Un claro ejemplo sería el embalse de la Corona de Quintanilla, con una capacidad de entre 1.500 y 2.250 m3. Los modos o técnicas de explotación con el uso hidráulico intensivo son las siguientes:

  • La explotación en peines o arados y está basado en la construcción de diversas zanjas paralelas, con una profundidad de entre tres y cinco metros que desembocan todas a una gran zanja. Ésta otra zanja, mucho más grande evacua todos los estériles y a su vez se lava el mineral.

Con esta técnica solo se extrae la parte más superficial de los depósitos fluviales. Ejemplos de este tipo de extracción son las terrazas aluviales terciarias y cuaternarias del Teleno, Las Omañas y La Valduerna, todas ellas en León.

  • Otro método bastante similar es la excavación de una gran zanja que corta todo el depósito hasta llegar al lecho rocoso. Desde un canal hidráulico u otros medios de ingeniería hidráulica se vierte el agua a la zanja por su parte más elevada.

El agua depositará las partículas de oro en la zona más llana de la zanja, donde se realizaran las labores de lavado para la extracción del oro. En la gran mayoría de casos la zanja de evacuación se va ensanchando por los laterales, creando lo que se conoce como cortes de arroyada.

  • El método que más se identifica con la minería romana es la Arrugia, técnica a la que se suele llamar por equivocación Ruina Montium, ya que ésta hace referencia a los derrubios de los montes después de ser explotados con esa técnica. La técnica consiste en derribar taludes aluviales auríferos de una altura considerable.

Se inyectan agua en la red de galerías que hace que se derrumbe el talud, dejando una especie de círculo denominado fucaronas [1]. El mejor ejemplo de este tipo de explotación son las minas de las Médulas.

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Las explotaciones comenzaban con la prospección del terreno y su delimitación. Tras ello empezaban las obras de construcción de canales junto a depósitos como el de la Horta. A continuación se excavaban los túneles con picos de hierro de ciento cincuenta libras, fuegos y aceite para quebrar la roca.

Pero esas galerías no podían tener salida al exterior excepto por arriba que era la parte por la que se iba a verter el agua para que el agua ejerciese presión sobre el aire que se encontraba en los túneles y explotara la montaña.

En el momento en el que las galerías llegaran a la longitud y altura deseada, se soltaba el agua que derrumbaba la montaña. Según Plinio el Viejo, el ruido que provocaba el desprendimiento es indescriptible. Al resultado de la explotación le dan el término latino ruina montium, con una posible traducción de “el colapso de las montañas”.

En los tres modelos de explotación vemos como derrumban o fracturan los aluviones auríferos compactados, pero para separar las pepitas de oro de las tierras o limos, los romanos solo poseían una técnica.

La técnica consistía en realizar unos surcos en las zonas llanas de los aluviones derruidos. Por ellos se volvía a hacer pasar el agua que iba arrastrando todas las piedras y tierras ligeras, mientras que las piedras pesadas no se movían y eran apartadas.

En la parte baja del curso se colocaban unos canales de madera denominados agogas, y dentro de esos canales colocaban ramascos de brezo -úlex según Plinio-. Esta planta era muy áspera, lo que hacía que el polvo y las pepitas de oro se quedasen atrapadas en ella.

Posteriormente, las ramas de brezo se quemaban, cayendo al suelo del polvo de oro. Si las pepitas no eran muy pequeñas se recogían, si eran muy finas o era polvo debía realizarse un bateado. Los canales que no estaban excavados en la roca eran recubiertos por cantos rodados para que los depósitos no se llenaran de limo.

Debemos darnos cuenta que debía de ser uno de los ruidos más elevados que se podían escuchar en una época en la que no existían las explosiones de pólvora, dinamita… Se sabe de otras técnicas, pero que fueron menos empleadas o su uso menos generalizado.

Como aspecto negativo, las Médulas concentran toda la atención, dejando a otras grandes e interesantes explotaciones como el Teleno, la Valduerna o Llamas de Cabrera prácticamente sin visitantes y en un mal estado de conservación.

En Castilla y León deberíamos también mencionar el centro de la mina de Las Cavenes En la zona de Portugal sería el museo de Tresminas el más importante del país. En Asturias nos encontraríamos el caso del Aula del Oro de Belmonte y el museo del oro de Asturias en Navelgas.

En otros casos, simplemente se han recuperado como una ruta histórica, siendo el caso de las minas de Andina (El Franco) o los túneles de las minas de Penafurada (Grandas de Salime). La provincia de Cuenca sería otro de los lugares destacados por el número de posibles visitas.

En Asturias, las empresas Orovalle en Belmonte y Asturgold en Tapia de Casariego han reactivado los filones de oro romanos. En Huelva, la empresa Río Tinto continúa la extracción de metales.

¿QUIÉN TRABAJABA EN LA MINAS?

Todos tenemos la idea del trabajo en la minería del norte basada en la esclavitud de los pueblos indígenas, que tras la conquista de Augusto en el año 19 a.C., esclavizó a las poblaciones y les obligó a trabajar en las minas. Es cierto que en otros casos ésta si fue una práctica común, pero no es así en el caso de las minas del norte de Hispania.

Las principales pruebas que nos indican que la mano de obra esclava no fue utilizada son:

  • El alto costo y la poca rentabilidad que tendría mantener toda una mano de obra pública.
  • La inexistencia de documentos de registro de la población.
  • La continuidad de habitación de los castros amurallados.

Tras la conquista, Octavio Augusto sometió militarmente a los astures, galaicos y cántabros, ordenando la explotación de las minas de oro. Tras los procesos de deditio [2], las localidades indígenas quedaron enmarcadas como civitates, otorgándoles a sus ciudadanos el título de peregrini que era ser hombres libres pero sin los derechos de ciudadaía.

Uno de los deberes que debían cumplir estos pobladores era la entrega de tributos a Roma. Por lo general sería la entrega regular de recursos, pero a su vez el trabajo en obras públicas. De esta forma, los tributos que aportaban los castros al fisco imperial era la mano de obra si se encontraban próximos a las minas.

Debido a este modo de trabajo, no se llegará a desarrollar una especialización del trabajo creando mineros profesionales, sino que las personas que trabajaron en las minas realizaban sus trabajos agrícolas y ganaderos en sus explotaciones, que se encontraban muy próximas a las minas, cuando no estaban trabajando en ellas.

Si seguimos los escritos Polibio sobre la minería del sur de Hispania, nos relata que en las minas de Cartagena trabajaban unos 40.000 obreros en todo el sector. También nos cuenta el uso de mano de obra esclava que eran usados para los frentes subterráneos. Estos eran comprados por los romanos y entregados a los capataces de las minas.

Una de las confirmaciones del uso de esclavos fue el hallazgo de una tibia con una argolla de metal en las labores arqueológicas de Coto Fortuna. En el sector minero del suroeste se ha obtenido bastante información con la aparición de las tablas de Ajustrel, también conocidas como Leyes de Vipasca.

En estas Leyes se especifica la existencia de esclavos mineros y metalúrgicos, los servi metallum, los cuales tenían derecho a entrar en los baños públicos, podían ser azotados y ser expulsados del territorio por robar en las minas. Sus dueños solían ser colonos asentados en el territorio.

En muchas ocasiones el número de esclavos no era suficiente y se veían obligados a contratar a hombres libres que trabajaban a cambio de un salario. Su contrato, locatio conductio operarum, que solía ser solicitado por el trabajador al conductor.

Aunque se trataba de hombres libres generalmente peregrini, se establecía una relación de dependencia con el patrón. Por último se establecía el salario, cuando debía ser entregado y los posibles poena, descuentos del salario por absentismo.

Los TRABAJOS Y LA SOCIEDAD

En la minería se piensa solamente en la existencia de trabajos de picadores y de extractores. Tras ese trabajo encontramos una larguísima cadena de personas realizando una tarea específica.

Como en bastantes casos no encontramos la especialización total de una persona en una actividad sino que realiza varias, vamos a enumera las principales tareas en vez de los cargos:

  • Entibación y mantenimiento de las estructuras de seguridad.
  • Extracción del mineral y escombros mediante cubos o cestos.
  • Realización y mantenimiento de los elementos de desaguar de la explotación.
  • Trabajos relacionados con las poleas en caso de pozo vertical. Sin embargo, los habitantes del poblado minero, también debía realizar una serie de trabajos indispensables para el funcionamiento de la explotación.
  • Suministro de agua y madera.
  • Prospección.
  • Suministro y reparación de herramientas.
  • Selección y lavado del mineral.
  • Trituración del mineral. 
  • Exportación del mineral o trabajos metalúrgicos.
  • Trabajo y mantenimiento de los baños.
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En estas minas nos encontramos trabajando en estas explotaciones un gran número de mujeres y niños, pero desconocemos las tareas que realizaban, si existían diferencias salariales, laborales, etc. Por último, otro tipo de trabajo que podía encontrarse en las minas, sobre todo en la minería del sur de Hispania era el de Sacaurarii o sacagéneros.

LOS POBLADOS MINEROS

La creación de las minas supuso el nacimiento de nuevos centros económicos, administrativos y comerciales, pero estos no eran iguales en la Hispania romana sino que se diferencian los del norte con los del sur.

Por lo general, podemos encontrar tres tipos de trabajadores en las minas: Hombres libres que trabajan a cambio de un sueldo o por obligación fiscal, esclavos que son obligados a trabajar y por último el mismo ejército romano que realiza tareas de vigilancia, cuestiones tecnológicas… Dependiendo de los sectores encontraremos unos trabajadores u otros.

CASTROS MINEROS DEL NOROESTE

Los castros astures y galaicos experimentaron una gran ampliación de su espacio ya que las tropas romanas encargadas de la seguridad y el trabajo de las minas se instalaron en ellos, al igual que los poderes administrativos y el almacenamiento del oro extraído.

Esto hizo cambiar la morfología de los castros añadiéndoles algunas características romanas: novedades arquitectónicas como la esquina o el abovedamiento o creación de fosos utilizando los canales hidráulicos de las minas.

El factor hidráulico será muy importante para los castros al igual que los castros para el sistema hidráulico. A partir de ese momento, los castros comenzarán a tener un depósito de agua de calidad que también podrá ser utilizado como sistema defensivo.

Por la otra parte, los castros serán vitales para los canales y acueductos, ya que serán los habitantes los que protejan y proporcionen un mantenimiento regular, puesto que cualquier atasco o deterioro podría provocar ceses en el trabajo.

Minas de oro en Las Cavenes en el Cabáco en Salamanca
Minas de oro en Las Cavenes en el Cabáco en Salamanca

Un ejemplo de gran claridad son los castros situados en la Cabrera, la zona meridional de alimentación hidráulica de las Médulas. Vemos como esos castros están asentados ahí por una función de asentamientos canaleros.

Se dará entonces una especialización de los castros. Las carencias debidas a esa especialización serán suplidas por la creación de un fuerte comercio que es bien visible en los yacimientos arqueológicos.

Por las necesidades de mano de obra se verán obligados a construir poblados abiertos, con simples barracones y cobertizos de madera. En varios casos, estos poblados se rodearían de fosos para configurar núcleos similares a los castros. Los principales lugares donde se asentaron este tipo de poblamientos en Asturias fueron los valles de Narcea, Tineo y Allande, Salas, Valdés…

En los canales de las Médulas se han encontrado inscripciones con el Topónimo de Civitas del lugar. Se piensa que esos grabados delimiten las zonas de las que debían ocuparse cada castro o pueblo. En el caso de los castros asturianos a partir del año 50 d.C. como indicábamos anteriormente.

La gran importancia de las nuevas explotaciones mineras del occidente asturiano fomentó en gran medida el poblamiento castreño, tanto en la reutilización como en la aparición de castros de nuevo cuño, creados para la explotación de nuevos yacimientos.

LOS POBLADOS MINEROS DEL SUR

La zona sur peninsular poseía un avanzado grado de urbanismo en comparación con la zona norte. Ésta había tenido contacto con comerciantes del mediterráneo que les habían inculcado nuevas técnicas urbanísticas. Los poblados mineros solían encontrarse muy próximos a las explotaciones y habitualmente eran de carácter disperso, causado por la dispersión de los filones. Aun habiendo dicha dispersión podemos apreciar una planificación del espacio urbanizado.

Por lo general, son aldeas no fortificadas con casas de planta rectangular. Los materiales más típicos para las construcciones eran una base depredar con muros de adobe con urdimbre vegetal, todo cubierto de una techumbre vegetal.

Encontramos también subdivisiones internas de las edificaciones, siendo el ejemplo más claro lo que serían los almacenes-talleres de la mina de la Loba en Córdoba, donde encontramos un edificio de unos setenta metros subdividido en diversas estancias y delimitado por una calle central.

Entre las diferentes aldeas y ciudades encontramos una importante red viaria que va evolucionando según pasan los años. Ese conjunto de calzadas y caminos favoreció la diversidad comercial visible entre otras cosas por la abundancia de ánforas y otros materiales cerámicos.

Tanto en la época prerromana como en la republicana o la imperial, las aldeas mineras solían depender de un poblado o ciudad. Uno de los casos más significativos es la ciudad de Cástulo como centro neurálgico con funciones de “recolección” y trabajos metalúrgicos de todas las aldeas circundantes.

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HERENCIA TOPONÍMICA DE LA MINERÍA ROMANA

Como sabemos, este tipo de explotación para la extracción del suelo de materias primas, deja una fuerte huella en el paisaje. Estas cicatrices realizadas en los valles, llanuras y montañas, fueron denominadas por los habitantes de la zona, de una forma caracterizada debido a su morfología. En diversos casos, esos topónimos han perdurado hasta nuestros días, y simplemente, al oír el nombre, sabemos de lo que se trata.

Boca do Monte (Quiroga, Lugo) posible interpretación de “boca del monte” como la bocamina del monte. - Cerro Hueco (Jaén) Posible interpretación del interior de cerro, que al encontrarse explotaciones mineras se encuentra hueco.

CONTROL FISCAL Y ADMINISTRACIÓN DE LAS MINAS

Todas las minas y canteras romanas se encuentran dentro del denominado agri publici, territorio conquistado perteneciente al estado. No se presentan casos de minas pertenecientes a propietarios particulares debido a que el derecho romano no reconocía la propiedad del terreno de las minas.

En el apartado de la administración, gestión y explotación de las minas podían ser desempeñadas mediante dos diferentes modelos:

  • La administración y trabajos son realizados por el Estado. El máximo encargado es el procurador de la provincia, aunque en ciertos casos aparece un procurador especial, exclusivo para el distrito minero, denominado procurator metallorum.

Solían ser personas del ordo ecuester o libertos imperiales. Bajo las órdenes del procurator metallorum se encontraban los beneficiarii procuratoris Augusti, a cuyo cargo estaban la explotaciones más concretas.

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  • La administración y el aporte de mano de obra proviene de inversores privados. Estos inversores son denominados publicani, pero en ocasiones se agrupaban formando societates publicanorum.

Éstos podían adquirir la mina por locatio, un tipo de sistema de concesiones. A partir de este proceso, los publicanidebían encargarse del mantenimiento, producción y resolver todo tipo de problemas que pudieran darse en la explotación.

Las dos características que marcaron el tipo de administración fueron el tipo de mineral pero sobre todo el gobierno en Roma. Las explotaciones que surgieron durante la República obtuvieron más libertad para su administración, dejándola en algunos casos en manos de publicani o negotiatores.

Con la llegada del Imperio, la administración se volvió más dura y la gran parte de explotaciones pasaron a estar bajo el dominio del fisco romano mediante la regia directa. De este modo, las explotaciones de los últimos territorios conquistados ya se crearon bajo la dirección estatal.

Lee la primera parte del artículo

BIBLIOGRAFÍA

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[1] Pozos y galerías ¿??
[2] La dedición (en latín, deditio) era la fórmula aplicada a las ciudades enfrentadas a la República romana que eran sometidas por la fuerza y consistía en la rendición incondicional y su posterior conversión en ciudad dediticia, siempre y cuando el desenlace no fuera la destrucción total de la ciudad vencida.

Agua, minería y sus poblados en la Hispania romana