jueves. 02.05.2024
rubiales

¡Vaya, nena, no te lo tomes así!, si tú misma me has dicho que soy un crack, es solo un pico, como el que puedo dar a una de mis hijas, no entiendo el revuelo, ya están las feminazis y su caza de brujas. ¿Que me voy a ir yo por esto?, ¡unos cojones! ¡Que no, que no, que no dimito!

Fin del acto: vítores, aplausos y ovaciones a rabiar del personal en pie.


El señor Rubiales compareció este viernes ante los suyos (incluidos su padre y sus tres hijas) en la asamblea extraordinaria de la RFEF para explicar por qué se agarró los huevos, por qué besó a Jenni Hermoso en la boca y por qué no piensa dimitir. Y por los aplausos que recibió debió convencer al personal (mayoritariamente masculino), lo que resulta aún más sangrante si cabe que sus propias palabras.

Las imágenes las hemos visto todos. Ya en directo, al término de la final del Mundial que ganó nuestra selección femenina, muchas pusimos los ojos como platos ante tanto besuqueo y excitación patria. Algunas incluso pensamos, después del pico/beso robado a la jugadora, aquel momento de nuestras vidas en que algo parecido nos pasó a nosotras, y a lo que siguió el silencio. Mujeres como yo, ya entradas en años que vivimos ahora con orgullo en una sociedad feminista que avanza y que ya no se calla ante nada, sin vergüenza ni pudor impuesto, pero que de nuevo vuelve a darse de bruces con la trinchera del machismo cutre, rancio y hasta hortera, por no decir delictivo en muchos casos.

El señor Rubiales no dimite porque no cree que haya hecho nada malo, lo cual ya es suficiente razón para dimitirle. Él piensa que dar un piquito/besito a una jugadora no es más que una muestra de cariño, un gesto inocente de papá a su niña. Él mismo hizo esta comparación al explicar que ese beso no incurrió en pecado apostólico romano, lo mismito que si se lo hubiera dado a una de sus hijas, ajeno a todo deseo sexual, explicó en un tono más que paternalista.

Me resulta vergonzante que el todavía presidente de la RFEF se llevara a sus tres hijas a la asamblea extraordinaria, tres chicas jóvenes, alguna incluso visiblemente emocionada o nerviosa tal vez, seguras del daño que le estaban haciendo a su padre, y a las que utilizó como instrumento para validar su posición machista. A ellas apeló de manera directa congraciándose de que hoy estaban aprendiendo una importante lección: el feminismo fetén, no esa lacra apestosa de “feminismo falso”, soltó en tono voxero.

Instrumentalizó a sus hijas para hacerse fuerte y sujetar su defensa de que el besito/piquito fue consentido descargando así la culpa sobre la propia futbolista forzada ahora a tener que defenderse. Su relato es simple: todos estamos eufóricos por la victoria, abrazos y besos a todo gas y entonces el señor Rubiales le pregunta a Jenni, -“¿un piquito?”, -vale, dice que le contestó la jugadora. ¿Y qué le iba a decir?, apártate asqueroso de mierda. Ya en el vestuario, a Jenni Hermoso se la escuchó que no le había gustado, pero que, qué podía hacer, deseosa tan solo que la dejaran tranquila para poder celebrar a lo grande el histórico triunfo de su equipo.

Ahora resulta que la culpa es de ella y viendo la línea judicial que va a tomar el caso, la jugadora se verá obligada a defenderse de lo que el otro está afirmando, que el besito/piquito fue consentido. Vamos que, poco más y el señor Rubiales dice que el agredido fue él al más puro estilo Torrente.

Recapitulando: patriarcal, machista y grosero. Ya para rizar el rizo, el señor Rubiales arengó a sus asamblearios para que con todo el orgullo testicular del mundo celebren la victoria del Mundial como si fuera suya. ¿Qué es eso de ‘Campeonas’? Campeones es lo correcto, en género masculino. Porque esa victoria tiene rostros masculinos detrás, dijo, como el del propio entrenador, Jorge Vilda, que sentado en primera línea, se le vio más que complacido con las palabras del boss-Venga, ¿otro besito/piquito?

Que somos una lacra dice Rubiales, que ese Mundial se ganó con dos cojones no con dos ovarios. Esta es la master class sobre feminismo fetén que nos ha dado este señor, y como él, la mayoría de asamblearios de la RFEF reunidos en Las Rozas. ¡Que dimitan todos joder!

Papá Rubiales