La Dirección de la ONCE en Madrid "se permite expulsar de plantilla a quien ha tenido la posibilidad y la suerte de recuperar vista o curarse de su discapacidad", denuncia Comisiones Obreras de Madrid. Esta “abominable” práctica obedece a que la ONCE en Madrid da hoy más importancia a las subvenciones y ayudas por el empleo de personas con discapacidad que a su estabilidad e inserción laboral.
A quienes tienen en plantilla les “esclavizan” y, a pesar del reciente decreto sobre el control de jornada, siguen forzando a hacer más horas o trabajar sin descanso, porque si no se llega a la rentabilidad que se exige, muy por encima de los 210 euros diarios de convenio, los trabajadores y trabajadoras no llegarán a ser indefinidos, y ni siquiera a contar con nuevo contrato.
La ONCE en Madrid da hoy más importancia a las subvenciones y ayudas por el empleo de personas con discapacidad que a su estabilidad e inserción laboral.
La Dirección de la empresa en Madrid obliga a personas con ceguera, o gran discapacidad, a patear la calle, a la caza del cliente, para obtener la recaudación diaria, pese a que compite deslealmente con su plantilla, dando sus juegos a establecimientos de todo tipo, y hasta a oficinas de Correos.
Estas normas regulan que a los ciegos totales o grandes discapacitados hay que darles quioscos cerca de su domicilio, pero luego llega el delegado de turno, como el de Madrid, y a un vendedor que no tiene movilidad en las piernas, y muy limitada en los brazos, le alejan de su domicilio, con cuatro desplazamientos que suman cinco horas diarias. A quien tiene un quiosco ya al lado de su domicilio, se le quita el quiosco, a pesar de tenerlo como derecho consolidado.
A personas ciegas que tienen la venta como empleo les condenan, como en recientes casos, a más de diez años de contratación temporal, con periodos incluso de desempleo sin prestación, y al término del contrato en la calle les dejan. Ídem a una compañera que terminó su contrato en situación de baja, maternidad y vacaciones. La única justificación es que no son rentables.
Que esta ONCE se comporte como una empresa de carácter lucrativo tiene responsables: el Gobierno, por no ejercer la tutela que tiene encomendada, y las personas responsables políticas, por quedarse siempre con el “buenismo” que trasmite la publicidad, y con la frase “que bien nos pastorea la ONCE a la discapacidad”.
Para el sindicato madrileño, "es inaceptable que la ONCE vulnere derechos desde su vertiente empresarial, con la excusa de que bastante hace con dar trabajo a personas con discapacidad".