viernes. 26.04.2024
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Manifestación del 1º de Mayo en Madrid. (Foto: CCOO)

El lema de las manifestaciones sindicales de este último Primero de Mayo ha estado centrado en la necesidad de una mejora de los salarios, combatir los incrementos de precios y repartir los beneficios.

No hay duda de que en los últimos años el trabajo más discreto y fructífero de los sindicatos se ha dado fundamentalmente en las mesas de negociación tripartitas y en los acuerdos con el gobierno y en ocasiones con la patronal. Así, entre otras materias se han acordado sucesivos incrementos del salario mínimo que ha crecido por encima del 45%, se ha acordado una reforma laboral que entre otras cosas ha permitido recuperar el poder negociador de los sindicatos a través del papel del convenio colectivo y se ha reducido la precariedad. Se ha producido una reforma global de las pensiones con un incremento del conjunto de las pensiones de acuerdo con la inflación así como mejoras en las pensiones más bajas, especialmente en las no contributivas y se han incrementado los ingresos del sistema para hacerlo más sostenible, amén de legislar en otros sectores como ha sido la Ley Riders.

Es decir, los sindicatos actuando de forma unitaria han logrado mejorar las condiciones de vida de millones de españoles, desde los jubilados hasta  los trabajadores con salarios más bajos o los que padecían la precariedad.

Todo ello ha comportado una mejora de todas las estadísticas laborales de nuestro país y sin que esto supusiera una pérdida de competitividad ni de beneficio de las empresas las cuales han obtenido beneficios récord: Según el Banco de España "los beneficios empresariales crecieron un 91% en el 2022, con notables diferencias entre empresas medianas y grandes, del 26,8% frente al 92,2%, respectivamente”.

Sin embargo quedaba hay un aspecto que representaba un grave déficit, el relativo a los incrementos salariales. La patronal se ha negado lago tiempo y de forma reiterada a negociar un “acuerdo de rentas” ni tan siquiera un “Acuerdo de Negociación Colectiva” que estableciera las pautas para conseguir articular la negociación de los convenios.

La CEOE ha estado haciendo oídos sordos a todos los intentos de negociación y no ha querido sentarse a negociar. Y ello pese a que cada día los medios de comunicación apuntaran las buenas perspectivas económicas de las empresas y los buenos resultados empresariales. Todo ello mientras la inflación castigaba cada vez más al poder adquisitivo de los salarios.

Es cierto que la movilización sindical había conseguido buenos acuerdos en algunos sectores puntuales donde hay importante fuerza sindical y en los que se han producido movilizaciones importantes, pero la realidad es que no se habían dado acuerdos generales ni compensado el incremento del coste de vida.

Desde la parte sindical se han hecho propuestas moderadas de incremento salarial para el trienio  2023 - 2024, siempre que fueran acompañadas con cláusulas de salvaguarda en forma de revisión salarial no sólo sobre la evolución del IPC sino incluso planteando la posibilidad de tener en cuenta la marcha económica de las empresas. Es decir una novedosa propuesta sindical para no tratar a todos por igual sino teniendo en cuenta la evolución de la empresa.

La patronal que siempre se llenaba la boca planteando la necesidad de que los salarios se adaptasen a la marcha de las empresas, que no se podía aplicar un incremento del IPC igual para todas las empresas porque sus márgenes empresariales y/o sus beneficios son diferentes, cuando se les planteó una propuesta para que se tuvieran en cuenta estas diferencias a partir de un instrumento público hicieron oídos sordos a la propuesta.

De lo que no ha habido duda es de la avaricia empresarial en general. Se demuestra en la desvergüenza de las grandes empresas que no dejan de presentar beneficios que crecen en porcentajes escandalosos, y en el hecho de que las medianas y pequeñas empresas que tienen márgenes más ajustados, sean las que más  rechazaran estos indicadores.

La patronal no juega limpio. En los momentos de “pandemia” el Gobierno a través de los ERTES hizo un esfuerzo para salvar a las empresas y los empleos. Ahora cuando el conflicto en Ucrania tiene efectos inflacionistas, las empresas cargan la subida de los costes de todo tipo (desde los energéticos a los de las materias primas, etc.) a los precios de venta elevando sus ganancias a la vez que retardaban la subida de los salarios.

Hasta el Banco de España, poco proclive a los intereses de los asalariados, ha manifestado que los márgenes empresariales aumentaron “en el tramo final del año pasado, de tal modo que se situó ligeramente por encima de los niveles registrados antes del comienzo de la pandemia… Hasta ahora, los salarios reales han disminuido sustancialmente, mientras que los márgenes de beneficio de las empresas se han ampliado en muchos sectores”.

Los datos oficiales contradicen los lamentos permanentes de los empresarios  que se quejan del incremento de costes pero se callan sobre su repercusión en los precios de sus productos.

Incluso la presidenta del BCE ha tenido que plantear el tema a nivel europeo al decir: “Los márgenes de beneficio de las empresas siguen creciendo, en parte porque algunas aprovechan los desequilibrios entre la oferta y la demanda para poner a prueba a los consumidores con grandes aumentos de precios, por encima del aumento de sus costes”.

Los sindicatos que han sabido aprovechar con eficiencia el marco del dialogo social planteado por el Gobierno Progresista, lo que les ha granjeado incrementos notables en su afiliación, se disponían ya a priorizar la batalla por un incremento justo de los salarios frente a la patronal. Para lograr una distribución justa de los beneficios que han estado secuestrados por las empresas y que evitaban compensar el incremento de los precios fruto en gran medida de los amplios márgenes empresariales.

La ceguera empresarial sobre los incrementos salariales no sólo era negativa socialmente sino económicamente

Es por todo ello que los sindicatos mayoritarios CCOO y UGT dejaron claro en las manifestaciones del 1º de Mayo que comenzaba una nueva etapa o negociación o conflicto, a través de huelgas en los sectores de negociación y manifestaciones para encauzar el conflicto social creado por la cerrazón de los empresarios.

Por último cabría señalar que la ceguera empresarial sobre los incrementos salariales no sólo era negativa socialmente sino económicamente. Igual que la subida de las pensiones, el incremento del SMI, o la creación de empleo estable no hay duda que significa un impulso positivo para el crecimiento económico al estimular el consumo de la ciudadanía.

Finalmente el viernes se ha conocido el acuerdo salarial entre la patronal y los sindicatos. ¡Ya era hora!

Foto: CCOO

Y finalmente, acuerdo salarial