viernes. 03.05.2024

Lo decía José Sacristan de sí mismo, y es expresión popular calificar la cara del idiotismo como cara de acelga. Hay una buena bandada de caras de acelga pululando por el país, se corresponden con la de todos aquellos que esperaban un triunfo arrollador o aunque fuera por los pelos, pero que ganarían unas elecciones que ya sus voceros habían anunciado desde días y semanas antes. No ha sido así y se les queda cara de acelga, ya lo dice la cuchufleta deportiva: lo mejor de ganar es ver la cara de tonto que se le pone a quien pierde.

Y en la derecha son muchos quienes han perdido. Son legión los hermanos, primos, cuñados, amantes, hasta chóferes que han visto desaparecer sus opciones a salario tocho vía presupuestos púbicos donde sea, en el ayuntamiento, la comunidad o la diputación. Lo tenían bien trabajado, por eso creen saber tanto de chiringuitos y paguitas. El premio gordo, el gobierno central, queda lejos. Echad un vistazo al número y perfil de los nuevos asistentes y asesores, comparad los incrementos de gasto en cargos públicos y decidme si es para llorar o no (no haber entrado en el bombo) Pues bien, esto no es sino la punta del iceberg que se oculta en la exaltación de la patria y la palabrería bravucona a la espera de turno para por fin tener nómina y cotizar de verdad. Cuando ya todo estaba al alcance de la mano, boom, sorpresón. Se te queda la cara de acelga, claro. 

No ha sido así y se les queda cara de acelga, ya lo dice la cuchufleta deportiva: lo mejor de ganar es ver la cara de tonto que se le pone a quien pierde

Pero no solo a los primos se les ha quedado cara de cretino, otros con más cuajo andan sufriendo en silencio sus rencores que de una manera u otra se reflejan en la cara. A Feijoo, el pobre, se le ha puesto cara de niño lastimero, de esos que reprocha a los demás lo que él quiere para sí. Está en la fase ¡jó, déjame a mí, que tú Sanchez ya has sido presidente mucho, y eso no se vale! Bendodo es otra cosa, la inexpresividad de la faz que le ha quedado no se debe a su idiotismo, sino más bien parece la de los boxeadores noqueados que al no poder fijar la mirada en nada concreto parecen absortos en vuelos de moscas y carreras de musarañas. A Ayuso, que intentaba poner cara de pepona redondota y cariñosa le ha poseído la novia de Chuki. El rictus de su sonrisa y las angulaciones de mentón no engañan. Pons, en fin, yo creo que ya venía de fábrica así.

Estoy siendo injusto, lo sé, y con ello pierdo la posibilidad de analizar la cara de acelga que se les ha debido de poner a otros personajes, probablemente más afectados por ser quienes mueven los hilos de este grupo de marionetas en que han convertido a la “muy respetable derecha española” Pero es que como son discretos y se gastan un pastón en cosmética y relaciones públicas favorecedoras, no es fácil analizar los cambios de fisonomía que tras el fiasco del 23J han sufrido magnates de la banca y CEOs de petroleras, los artífices de la comedia bufa sobre el asalto al poder a golpe de anuncio en prensa, radio y televisión. A éstos más que cara de acelga se le ha puesto cara de terror. Saben que han gastado la bala de plata que reservaban para, tras ampararse en los fascistas de Abascal, eliminarlos y dejar en manos de un gobierno sereno la bajada de impuestos y la dinamización del negocio petrolero. Sueñan con la oportunidad perdida de un Sunak a la española que reactive la promoción de nuevas perforaciones e introduzca recortes de la inversión en energías renovables, algo que puede hacer el premier británico al verse situado en posición gracias al trabajo sucio de los racistas del Brexit. Apuesto a que sus caras se han desencajado y, bajo maquillaje, exudan terror, saben que los vientos de la historia les están dejando arrinconados, era ahora o nunca. Y es que tiene que acojonar contemplar como un negocio de más de un siglo de preeminencia y pujanza se disuelve y se ve amenazado con exigencias de responsabilidad por el envenenamiento del aire de todos, tal y como ocurriera con ciertos gestores de las tabaqueras hace solo unos años.

No entienden los mecanismos de la historia, que nunca se detiene. Ni la edad media fue tan oscura como la mentalidad de estos mentecatos

El negocio se va irremisiblemente y la abundancia ya veremos. De momento se elevan voces exigiendo la utilización de los beneficios asesinos en la limpieza y recuperación de lo que sea posible recuperar tras el desastre ambiental del que desde los años 70 son conscientes al haber tenido en sus manos estudios científicos que solo se podían combatir con inversiones en ciencia ficción alternativa, como han estado haciendo ciertos lobbies patroneados por Texaco, Shell, BP, y tras ellos todos los demás. Si estarán acojonados que se han comprado la última versión de la próxima cumbre climática, a ver qué rascan. De momento descrédito, igual lo apaña Froilán.

La cara de acelga es cómica, da para autohumillarse como hacía Sacristán en broma, la cara de terror es patética, aunque sus más ilustres bustos ya deben andar columbrando por donde sacar el güito, me juego diez a que pasan parte de sus días analizando las posibilidades de la Inteligencia Artificial aplicada a lo que sea que pueda dar dinero. No nos engañemos, el patetismo puede ser arrojado.

Los que no tienen dónde agarrarse son los cara almorta, esa caterva de analfabetos que han hecho de la negación de todo un modo de vida. No entienden los mecanismos de la historia, que nunca se detiene y que se propulsa alcanzando metas y batiendo logros, jamás retrotrayéndose a parte ninguna. Ni la edad media fue tan oscura como la mentalidad de estos mentecatos.  

Cara de acelga