viernes. 26.04.2024

El proceso de reforma constitucional

Por Mario Regidor | Hay tres partidos de los llamados nacionales o estatales que están a favor de una reforma profunda de la Constitución del 78.

Por Mario Regidor | Seguimos tratando de tener un gobierno en este país y parece ser que las grandes palabras acerca de la necesidad de una reforma constitucional tan necesaria en nuestro país y en la que, al menos, dos tercios de los diputados están de acuerdo, se difumina cual azucarillo en café caliente.

Hay tres partidos de los llamados nacionales o estatales que están a favor de una reforma profunda de la Constitución del 78. Nos referimos al PSOE (90 diputados), Podemos (69 diputados) y Ciudadanos (40 diputados). Todo ello sin excluir a diputados de otras formaciones como Unidad Popular (2 diputados), PNV (6 diputados), Democracia y Libertad (8 diputados) y ERC (8 diputados) por citar los más relevantes entre los partidos minoritarios.

Somos conscientes de que ahora toca formar gobierno ya que sin su formación no cabe la reforma de la Constitución. No obstante, asistimos con perplejidad a que llevamos más de 3 meses desde la celebración de las elecciones sin gobierno en nuestro país y los 3 partidos antes referidos tienen como uno de los puntos principales de sus programas políticos la reforma constitucional. Bien es cierto que cada partido político sitúa su énfasis en las modificaciones a hacer en aspectos diferentes pero lo que les une es su deseo de cambiar la suprema norma de la que emanan el resto del ordenamiento jurídico en nuestro estado.

La situación tiene varios matices a tener en cuenta, a favor y en contra de esta pretendida reforma. Pero antes un conviene realizar un inciso. En los gobiernos de Zapatero, se planteó el cambio constitucional para modificar el Título II que versa sobre la Corona. Todo ello con la intención de situar a igual nivel de prelación en el orden sucesorio del derecho de la mujer sobre el varón confinándolos a una situación de igualdad en correspondencia con los tiempos actuales.

No obstante, conviene tener en cuenta, como indicaba en el párrafo anterior, dos cosas: la primera es que, con dicho cambio no se pretendía hacer más modificaciones constitucionales de calado y un segundo aspecto pero no menos importante se refiere a que dicho cambio sobre la sucesión a la Corona es lo que se llama un cambio agravado del texto constitucional que supone la aprobación por mayoría de 2/3 de ambas cámaras la disolución de las mismas y la convocatoria de nuevas elecciones, el refrendo de dicha decisión por mayoría de 2/3 de las cámaras resultantes y la aprobación última por parte de la ciudadanía mediante referéndum. Por todo lo anterior, es por lo que se dice que nuestro texto constitucional es rígido.

Atendiendo a estos condicionantes, ¿por qué no aprovechamos para someter a la decisión de dos cámaras legislativas y el refrendo último de la ciudadanía un texto constitucional que suponga modificaciones de calado, importantes y que adapten el compendio normativo a los nuevos tiempos? No nos limitemos a hacer encaje de bolillos y permitir modificaciones que no contenten a nadie porque el procedimiento del que tenemos que echar mano es especialmente gravoso y no merece la pena si no vamos a hacer una reforma con todas las letras. El único escollo que yo veo, prácticamente insalvable es el PP por sus 123 diputados pero, en especial, por su mayoría absoluta en el Senado.

En suma, lo que estamos pidiendo a todos los implicados es valentía política, que piensen en las próximas generaciones y no sólo en el presente, que miren al futuro y que piensen en la necesidad de adaptar un texto constitucional que tiene casi 40 años de historia y que, apenas, ha sido modificado. En esencia, que desarrollen y apliquen la principal cualidad que debe tener cualquier representante político que se precie de serlo, independientemente de su ideología. Nos referimos a que transciendan de su tradicional rol de políticos y opten por convertirse, cueste lo que cueste, en estadistas.

Somos conscientes de la dificultad del empeño y en la grandeza política que se requiere para culminar con éxito el encargo pero no es menos cierto que esta legislatura se puede calificar como idónea ya que, o mucho me equivoco o seguramente, se forme el gobierno que se forme, no llegaremos a los 4 años previstos legalmente.

Por todo ello, se convierte en indispensable asumir dicha tarea con alegría y, si la legislatura durara, únicamente, dos o tres años, con un gobierno inestable pero que haya hecho sus deberes en este sentido, no me cabe duda de que, a pesar de que sería el período de gobierno más corto de nuestra joven democracia, los hombres y mujeres que formaron parte de ambas cámaras tendrían un hueco en nuestro pensamiento y en la historia por el gran sacrificio que habrían realizado en pos de la modernización de nuestra Constitución.

El proceso de reforma constitucional