viernes. 26.04.2024

Cinco diputados. ¡Cinco!

Causa perplejidad el alboroto que la elección de cinco diputados de Podemos ha generado en la derecha política y mediática....

A pesar de estar curados de espanto sobre sus viscerales reacciones, causa perplejidad el alboroto que la elección de cinco diputados de ha generado en la derecha política y mediática.

Los portavoces habituales de la derechona se ha sentido provocados, esa es la palabra, provocados, porque un millón doscientos cincuenta mil ciudadanos han elegido a 5 personas para representarlas en Estrasburgo. Allí, en un parlamento que está bastante lejos de Madrid, que es donde anida lo más selecto de la derecha española, esas cinco personas desempeñarán su labor de diputados, seguramente de forma crítica respecto al rumbo neoliberal impuesto por las mayorías conservadoras que dominan la cámara, pero eso no justifica, o quizá sí, esa animadversión y ese juicio de (malas) intenciones que han dispensado a Pablo Iglesias.

La reacción era esperable en los medios de desinformación y propaganda de la derecha más cerril, en el TDT Party, en la Gaceta y La razón, pero el ABC, que parece un medio más serio, no digo más liberal y tolerante, pues nunca lo ha sido, sino menos extremado, también se ha sumado al coro con argumentos de lo más peregrino.

Pablo Iglesias ha sido comparado con personajes, vivos y muertos, colocados en los polos opuestos del espectro político. Unos lo asimilan a Chávez y a Maduro, otros, más anticastristas lo asemejan a Fidel Castro, hay quien lo compara con Hitler y quien lo hace con Le Pen. Incluso Arriola, el estratega electoral del Partido Popular, se ha dignado opinar sobre un friki; para muchos es un antisistema, para otros un radical, pero todos aducen que postula una dictadura y alguno habla del modelo soviético.

Se debería esperar que una derecha que alardea de liberal y democrática se sintiera provocada por el auge de la ultraderecha en Europa, cuyo respaldo electoral ha sido mayor que el de , pero parece que el espectacular crecimiento de los partidos ultranacionalistas y xenófobos no les inquieta tanto como la minúscula representación de 5 nuevos diputados izquierdistas sobre los 213 del grupo Popular Europeo y los 751 diputados que tiene la cámara europea. En  el caso de España esta proporción aumenta, son 5 sobre 54, que representan a un millón doscientos cincuenta mil frikis.

¿Están locos los voceros de la derecha? No, sólo están preocupados, pues perciben el peligro, no para la democracia, al contrario, sino para lo que ellos representan y defienden. Se sienten atacados y no andan errados, pues el programa de , que habla de controlar a la clase política, perseguir la corrupción y el fraude fiscal, de auditar la deuda, defender el Estado del bienestar, de repartir el empleo, de la semana laboral de 35 horas o de la renta básica, entre otras cosas, representa un ataque en toda regla a los valores, los medios y los fines de la derecha.

Su instinto de casta les avisa del peligro que supone para su conducta habitual la exigencia de más control sobre los representantes políticos para acabar con  abusos y privilegios; sus posiciones de clase les advierten sobre la intención de limitar el poder del capital en empresas e instituciones y sus resabios franquistas les previenen contra el emergente poder democrático que surge directamente de la indignación de la calle, al margen del actual sistema de partidos. Y todo eso se juzga intolerable.

Cinco diputados. ¡Cinco!