viernes. 26.04.2024

Madrid después del 24 M: ¿Qué?

No es necesaria mucha agudeza para adivinar el aparatoso deslizamiento de placas tectónicas que ha tenido lugar en el subsuelo político madrileño.

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En esta segunda y última parte que completa el anterior artículo publicado bajo el título “Madrid después del 24 M: Cartografía electoral (I), se pretende mostrar, a través de lo ocurrido en los 21 distritos madrileños, el reparto de poder territorial resultante de lo que podría denominarse una primera aproximación a un “voto de clase”, esos sí de una clase trabajadora mutada en algo muy distinto a los viejos clichés del pasado.

Con él, se ha logrado restituir el mapa político a un estado similar al de los inicios de la (primera) Transición, incluso con limitados aunque significativos avances de las fuerzas progresistas en áreas centrales y reforzamiento de sus posiciones en los de implantación más arraigada y  prolongada.

Tras el aparente equilibrio de fuerzas que sugieren las cifras de conjunto, aparece una ciudad escindida no solo por obra de una creciente desigualdad sino por una fuerte confrontación política de perfiles cada vez más marcados

No es necesaria mucha agudeza para adivinar el aparatoso deslizamiento de placas tectónicas que ha tenido lugar en el subsuelo político madrileño. Bastan algunas cifras con sus correspondientes imágenes gráficas para intuirlo, sobre todo porque sus efectos obligan a redibujar la cartografía de esta ciudad restituyendo su accidentada orografía política al estado que mostraba a principios de los 80’(siglo pasado).

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Fuente : “Recuperar Madrid”.Oficina Municipal del Plan.,Madrid 1982

Aquella línea divisoria que dibujara el viejo Plan General de Madrid para evidenciar con múltiples indicadores una ciudad escindida entre Norte y Sur, reaparece ahora en el mapa político casi en la  misma posición pero de modo aparatoso como una especie de grieta de Thingvellir .

Eso sí con un desplazamiento ligero pero verdaderamente trascendente. El viejo distrito Centro al que no pocos urbanistas habían augurado alternativamente un futuro de decaimiento similar al de los downcenter americanos o al de los hipsterizados parques temáticos que adornan el centro de tantas ciudades europeas, ese Centro madrileño donde acampaba pacíficamente la derecha política, se erige hoy como vanguardia en la cosecha del voto progresista, en correspondencia con un distrito que incluso en su estructura demográfica se muestra hoy como uno de los de mayor vitalidad y dinamismo. A él se ha sumado de forma nítida el popular distrito de Arganzuela situado en la codiciada almendra central, feudo hasta ahora de la derecha.

IZQUIERDA-DERECHA:PORCENTAJE DE VOTOS EN CADA UNO DE LOS 21 DISTRITOS DE MADRID

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Fuente : Elaboración propia a partir de datos del Ministerio del Interior

Por lo demás, el ‘voto popular’ (que no de los PoPulares), de ser mayoritario en 2011 tan solo en seis distritos, en alguno de ellos en apurada posición de casi empate (Centro y Usera ), pasa ahora a dominar en 11 de los 21, reforzando vigorosamente su posición en los que ya entonces estaba por delante

Por lo demás la derecha (PP+C’s), en los 10 feudos que mantiene, conserva prácticamente inalterado su dominio solo que compartido ahora, al desdoblarse entre el viejo y azulado PP de una parte y el renovado compareciente anaranjado (C’s) de otra .

Y tal dato no debería pasar inadvertido para los analistas, como hasta ahora parece haber ocurrido, puesto que junto al batacazo que representa para los azules la pérdida de una cuarta parte de su tradicional electorado, extendido con mayor o menor intensidad pero sin excepción alguna a lo largo y ancho de la geografía de la ciudad, esa derecha ahora bifurcada recupera prácticamente la totalidad de esa merma aunque bajo la forma transfigurada del partido de Rivera y Villacís . Es más, la muy leve perdida (poco más de 6 mil votos en total) de ese nuevo conjunto que aglutina ahora a la derecha de toda la vida con la recientemente ” lifterinizada”, se esconde un reforzamiento del voto en todos y cada uno de los distritos en que sigue manteniendo su delantera, incluso con un incremento allí de 25 mil votos, al que descompensa la pérdida de casi 37 mil en los distritos perdidos o en los que antes ya retenía la izquierda.

Más aparatoso aunque menos sonado ha sido el varapalo experimentado por el otro polo del viejo bipartidismo, ya que el PSOE no solo se queda sin un tercio como media  del electorado que le seguía hace tan solo 4 años, sino que lo hace igualmente en todos los distritos, aunque con pérdidas aún más acusadas en las inalterables “posesiones” de la derecha (Salamanca, Retiro, Chamberí, Chamartín etc.), donde la pérdida casi roza la mitad, confirmando una especie de reconducción natural -aunque probablemente involuntaria- a la condición que sus propias siglas parecen querer indicar.

Todo ello compone un resultado que numéricamente refleja la hondura de la falla a la que antes se aludió, como pone de manifiesto el peso relativo que los votos agrupados en derecha (PP+C’s) e izquierda (AhM+POSE) presentan respectivamente en los distritos en los que cada una de esas opciones está más afianzada. Así en los 5 distritos donde mayor es el arraigo de la derecha, mientras esta reúne casi el 70 % de los votos (69,2%), la izquierda no llega a un tercio (30,8%). A la inversa, allí donde es más fuerte la izquierda es decir en los 5 distritos homotéticos, mientras ésta alcanza algo menos de dos tercios (62%), la derecha consigue casi dos quintas partes (38%), lo que por otra parte denota el fuerte arraigo de esta última incluso en los barrios más hostiles.

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Fuente : Elaboración propia a partir de datos del Ministerio del Interior

En definitiva todo un renacer del “voto de clase”, a condición de que el concepto de clase más allá de su manejo como noción estadística banal, o de cualquier otra escolástica del mismo signo o del inverso, se entienda a partir de la colocación de quienes la componen dentro de  un esquema actualizado de distribución social del trabajo, sobre el que se ha de superponer además el nivel de conciencia que sus integrantes han conseguido tener sobre su propia situación social.

Finalmente no cabe terminar sin dedicar unas leves pinceladas sobre las otras dos variables más decisivas en la conformación de la nueva orografía: por un lado las “migraciones de voto” -no ya territoriales sino entre unas y otros opciones políticas; y por otro, la diferente estructura demográfica y generacional de esos 21 distritos.

Aparece en primer lugar con máxima claridad uno de esos movimientos: un “voto viajero” al que siquiera indirectamente ya se ha hecho mención más arriba, cuyo origen es el PP y cuyo inequívoco destino parece ser una de las dos formaciones “emergentes”, en este caso Ciudadanos obviamente. Ahí la correspondencia es casi total y ni siquiera los datos parecen sugerir un doble viaje de votos:, algunos del PP retirados hacia la abstención, mientras que al mismo tiempo, en viaje de vuelta, antiguos abstencionistas afluían ahora para entregar su voto a Ciudadanos.

Sin descartar por completo que esto haya podido pasar en alguna modesta medida, no parece que tales movimientos hayan sido significativos. En cualquier caso el efecto político final viene a ser el mismo, cualquiera que haya sido la entidad de dichos movimientos. Ello explica la estabilidad en el dominio de la derecha en los lugares en donde de siempre ha tenido más apoyo, pese a la muy importante erosión sufrida estas últimas elecciones por el que de momento sigue siendo su principal partido (PP).

Apreciación toda ella que se ve en gran parte corroborada al examinar los niveles de participación (o de su contrario) y al comprobar que en esos ‘fortines’ clásicos de la derecha se registra una elevada correlación positiva entre participación y votos obtenidos (cuánto más derecha, mayor participación o viceversa), con niveles de abstención sensiblemente más bajos que el promedio (31%).

Justamente lo inverso de lo que parece haber sucedido allí donde la izquierda es relativamente dominante. En esos distritos la pérdida de votos sufrida por el PP se ha trasladado algo amortiguada hacia el conjunto diferenciado que ahora integra la derecha. Pero en todo caso  con pérdida neta, al no haber sido suficientemente compensada por los votos conseguidos por el nuevo partido (C`s), cuyo peso en esos barrios ha sido visiblemente escaso y hasta casi marginal (6,7%) en el más genuino baluarte de la izquierda (Puente Vallecas).

Así pues en estos distritos ahora escorados a la izquierda, la sangría registrada por el PP parece haber tenido como destino la abstención pero sin viaje de vuelta de ésta hacia C’s . O al menos no como reposición, al contrario de lo ocurrido en los distritos dominados por la derecha. Por ello probablemente son aquellos distritos (izquierda) los que acusan los niveles de participación más bajos.

Jaime Miquel , uno de los más agudos analistas electorales del momento, ha propuesto·una clasificación demográfica significativa en el comportamiento electoral, distinguiendo cuatro generaciones y acuñando una denominación para cada una de ellas :“niños de la guerra” (nacidos antes de 1939); “niños de la autarquía”(nacidos entre el 39 y el 58); generación  del “desarrollismo” o baby boomers (que incluye a los nacidos entre 1959 y 1973 que él etiqueta como “reformistas”,) y los que él llama “ciudadanos nuevos” y que aquí rebautizamos como  “niños de la Transición”(es decir los nacidos entre 1974 y 1997 y que abarca hasta los que ahora han podido votar ahora por primera vez).

Conforme a esas categorías, el análisis de los resultados en los 21 distritos aporta factores explicativos francamente interesantes sobre el perfil político-electoral de cada uno de esos distritos.

Sin entrar aquí ni siquiera de pasada a describir ese análisis, sí parece ilustrativo dar algunos datos sobre el distrito Centro, probablemente el que ha experimentado un avance más espectacular en cuanto a las fuerzas de progreso (AhM+PSOE).

De modo especial la nueva lista AhM, confeccionada por primera vez mediante un proceso y sobre una lógica bastante alejada de la que hasta ahora había sido habitual tanto en los viejos partidos como en las coaliciones electorales

Pues bien los electores de esa última generación que en el conjunto de la ciudad de Madrid representan el 38,9%votantes (el 35,3% a nivel nacional) totalizan casi 5 puntos más (el 46,3%) en el distrito Centro, el segundo más joven después del Puente de Vallecas, donde esa generación representa más de la mitad de los electores y donde la izquierda en su conjunto bate el record con un 67% de los votos. Al tiempo, en ese rejuvenecido distrito Centro es donde la candidatura que encabezó la llamada a ser nueva alcaldesa – Manuela Carmena – llega a su mejor resultado rozando la mayoría absoluta de los votos (el 49,14%).

A la espera ahora de la ya segura entronización de esta venerable jueza -primera mujer elegida como tal en toda la historia de esta vieja ciudad-, algunos seguimos estudiando y aprendiendo de esa  cartografía ahora redibujada.

Mientras tanto otros, los castigados en el excitante juego del ‘ganapierde’, se desgañitan para reforzar ese sombrío eje cuyos polos son, en un extremo una vieja satrapía  política que se ve ya desvencijada, y en el otro el más roñoso capitalismo del viejo régimen, uncidos ambos por la corrupción como pacto de sangre y ambos con nombres y apellidos perfectamente identificables

Tras los gritos de ese “neoguerracivilismo” que estos días agita sus ajadas banderas, en los días que quedan hasta el próximo 13 solo les queda seguir rumiando su trastornada evocación de los versículos 18 y 19  del apóstol traidor "En el postrer tiempo habrá burladores, que andarán según sus malvados deseos. Estos son los que causan divisiones…”, mientras escudriñan dónde poder hallarlos.

Madrid después del 24 M: ¿Qué?