viernes. 26.04.2024

Las derechas

De las 11 elecciones generales celebradas en España desde 1978, “las derechas” obtuvieron menos votos que “las izquierdas” en 8 ocasiones, pero solo en 5 obtuvieron menos escaños.

“El general Franco, el hombre que pronto vendrá a Barcelona, ha elegido como instrumento de gobierno la corrupción. Ha favorecido la corrupción. Sabe que un país podrido es fácil de dominar, que un hombre comprometido por hechos de corrupción económica o administrativa es un hombre prisionero. Por eso el Régimen ha fomentado la inmoralidad de la vida pública y económica (…).El hombre que pronto vendrá a Barcelona además de un OPRESOR ES UN CORRUPTOR.”

JORDI PUJOL, autor del panfleto “Ud presenta al general Franco”.

                                       Cita extraída de “Música Celestial “ Manuel Trailero .2012.

De las 11 elecciones generales celebradas en España tras la aprobación de la Constitución en 1978, “las derechas” consiguieron menos votos que “las izquierdas” en 8 ocasiones, pero solo en 5 obtuvieron menos diputados o escaños.

Las derechas engloban tres tipos de partido ‘conservador’: dos de ámbito estatal, uno de ellos autocalificado “de centro”, análoga ficción a la del apellido del otro (popular); y el otro que reúne los diferentes partidos ‘nacionales’ (o ‘periféricos’) de derecha. Las siglas y el peso relativo de cada uno de los tipos han ido cambiando a lo largo del tiempo (UCD, CDS y AP ,antiguamente; o PP y Ciudadanos en la actualidad, tras la efímera vida de UP y D), pero sobre idéntica o análoga tipología

En el mismo periodo (1979-2015), las derechas en su conjunto, siempre–excepto en 3 ocasiones –han sido “premiadas”, merced al sistema electoral, con más diputados de los que les hubiese correspondido con arreglo a los votos obtenidos. Premio o “bonus” que ha oscilado en las diferentes legislaturas entre un máximo de 26 escaños y un mínimo de 8.

Mientras tanto las izquierdas, salvo en esas tres mismas ocasiones, han sido siempre “penalizadas” con menos escaños de los que por sus votos les hubiesen pertenecido, en una cifra que oscila entre un mínimo de 5 y un máximo de 19 diputados menos.

Salvo en esas tres ocasiones reiteradamente señaladas (las tres legislaturas consecutivas del “reinado felipista” tras el aplastante triunfo de 1982), en que resultaron invertidos los “premios” y las “penalizaciones”, el balance del periodo en su conjunto ha sido que entre los escaños asignados como premio del sistema electoral a las derechas y los restados como “castigo” a las izquierdas, las diferencias entre ambas favorecieron a las primeras en una cifra comprendida entre 10 y 40 diputados más de los que hubiesen resultado con arreglo a una estricta proporcionalidad.

Pero a su vez, el modelo del ‘turnismo dinástico’ predispuesto por la Constitución, ha propiciado – y sigue haciéndolo aún, pese al ocaso de ese modelo- que tanto el “premio” como la “penalización” se hayan comportado de modo muy distinto en el interior de cada uno de esos dos bloques (I-D).

Así los dos partidos más votados-uno en cada bloque- han ido obteniendo en conjunto un “premio” que ha oscilado entre un máximo de 64 diputados de más (en 1979, justo recién aprobada la Constitución) y un mínimo de 30 (35 en las últimas del 20 D, cifra que muy probablemente se repetirá, escaño arriba escaño abajo, el próximo 26 J). Y así seguirá siendo por tiempo, mientras subsista la circunscripción provincial, con su trucado sistema de reparto y atribución de los 350 escaños ‘tasados’ y subsista asimismo el régimen bipartidista en las provincias más favorecidas por esa desigual atribución, coincidentes con las de perfil más conservador (tanto de derechas como de izquierdas)

Finalmente, en los partidos de la derecha no estatales (nacionalistas o periféricos), el juego de ‘premios’ y ‘penalizaciones’ prácticamente no ha operado, por lo que puede decirse que el sistema electoral, a estos efectos, ha sido- y sigue siendo-básicamente neutro (o neutral).

Este casi secular (y deliberado) funcionamiento bipartidista entra en crisis tras el 2011, y sin llegar a quebrar todavía por entero el 20-D, da paso a un esquema pluripartidista a “dos velocidades”, firmemente implantado ya en las regiones más dinámicas del país, pero ancladas mientras tanto las de perfil más conservador en el viejo sistema bipartidista.

Examinado el espacio político desde el convencional y muy reductivo enfoque unidimensional –eje derecha izquierda –nada parece haber cambiado en estos casi 40 años de monarquía parlamentaria, en los que la relación equilibrada entre una y otra de esas dos fuerzas -en su conjunto, más allá de su cambiante composición interna- se manifiesta básicamente como inalterable.

No obstante, en la traslación de ese equilibrio o empate en una fórmula de gobierno (o de gobernabilidad), los partidos de la derecha no estatal han jugado en la mayor parte de las ocasiones de todo el periodo aquí contemplado un papel clave, como lo ha vuelto a ser ahora en tanto determinante del bloqueo y la consiguiente convocatoria de nuevas elecciones.

Así pues, el bloqueo que ha impedido formar gobierno en esta última ocasión tiene su causa estructural en la doble fractura originada desde la muy profunda y multifacética crisis en que este país se encuentra: la brecha derivada del agotamiento del régimen bipartidista por un lado y, por otro, la falla consiguiente a la sustancial inadecuación de la actual forma de organización del Estado en una realidad plurinacional.

Causalidad mucho más determinante que las culpabilidades que tanto complace esgrimir a los formadores de opinión para atribuírselas ya sea a la clase política en su conjunto, ya sea al partido o partidos no coincidentes con sus preferencias.

Las derechas