domingo. 05.05.2024

Lo que tenemos, y lo que nos espera

Considero oportuno hacer un pequeño repaso a la situación actual, desde un punto de vista socio-político, por más que de este tipo de análisis estemos incluso sobrados. Y aunque, si bien, no soy un experto, si me considero legitimado, como ciudadano, para reflexionar sobre lo que nos espera a partir del próximo veinte de noviembre.

Considero oportuno hacer un pequeño repaso a la situación actual, desde un punto de vista socio-político, por más que de este tipo de análisis estemos incluso sobrados. Y aunque, si bien, no soy un experto, si me considero legitimado, como ciudadano, para reflexionar sobre lo que nos espera a partir del próximo veinte de noviembre.

Ante el diagnóstico, dudo que sea consecuencia de un análisis previo, de la derecha más cerril, más radical, y de pensamiento unívoco y recíproco, que sólo encuentra la solución, casi como la panacea, en la victoria del PP, cuanto antes. De ahí su interés por el adelanto electoral, que constantemente solicitan, y si aquella, lleva aparejada, la práctica desaparición del PSOE, mejor que mejor.

Entiendo, existe un gran número de ciudadanos que no parece hacerles muy felices, votar dicha opción. Conocedores, como son, que la derecha española, representada por el PP, –o al menos, una importante parte de la formación conservadora- está lejos de poder homologarse con la de sus correligionarios europeos.

Este amplio grupo, podría optar entre: la UPyD y el PSOE, a última hora. Y dependiendo de otros factores, hasta ser partidarios de la abstención, -aunque suelen siempre votar-. O verse, incluso, obligados a ejercer el voto en blanco. Como en las elecciones del pasado mayo, que alcanzó la inestimable cifra de quinientos mil votos.

Otro importante grupo; en mi opinión mucho más amplio, sería el compuesto por la población que se puede considerar -por que así se sienten- de izquierdas. Éste puede ser absolutamente determinante, en los próximos comicios.

Y aquí puede estar, la madre de todas las dudas y, en consecuencia, dónde pueden darse, desde una respuesta similar a la del pasado proceso electoral del 22-M, que con trasladarlo al ámbito nacional, daría un resultado, que considero innecesario explicar. Mayoría absoluta del PP, y que cada palo aguante su vela.

O bien, si finalmente deciden participar con su voto. Dar lugar a un nuevo mapa político, diferente a todos los anteriores, en nuestra reciente historia, y peculiar, por definirlo de algún modo.

Un PSOE, muy desgastado, por la acción de gobernar, sobre todo durante los tres últimos largos años, inmersos en una crisis del mundo occidental, sin precedentes. Que con su nuevo candidato, pueda recuperarse en parte.

Una IU, dentro de su habitual tónica, con sus tiras y aflojas internos, con notables salidas, como: Inés Sabanés, Reyes Montiel... y con el ánimo, pero también con la torpeza, a su vez, de no saber como dirigir el voto perdido de los socialistas hacia sus filas.

Una alternativa, seria y homologable en muchos países de Europa, que representa la izquierda-ecológica, los eco-socialistas, o como les queramos llamar, y que a través del proyecto EQUO, y quienes les acompañen, parece tomar cuerpo, y pergeñarse como una opción con posibilidades reales, por primera vez. Incluso para ser capaces de constituir un grupo parlamentario propio, con verdaderas opciones, hasta de gobierno, a través de los acuerdos, si fueran éstos necesarios.

Nos quedaría, a modo de verso suelto, el movimiento surgido, a partir de Democracia Real Ya, luego 15-M, o ‘Indignados’, que entiendo son lo mismos, aunque sus miembros exactamente no lo sean. De lo que hagan, de lo que realmente representen y de su decisión final, -pues últimamente padrinos no les faltan- creo seriamente, harían variar el resultado electoral notablemente. Cabe destacar, que las propias características del mismo, su componente de desobediencia civil pacífica, su método asambleario, el modo horizontal de funcionar, parece poco proclive a decidir aconsejar, finalmente, a quién votar, como colectivo. Al día de hoy, creo más en que el acuerdo iría por no participar en las elecciones, y renunciar a dar su apoyo a opción alguna de las que se presenten, por sus numerosos desacuerdos con el sistema, de fondo y de forma. E incluso terminar decidiéndose claramente por la abstención, como forma de rechazo al sistema que combaten, porque no les gusta.

Salvo la mayoría absoluta del PP, que todos podemos imaginar hacia donde nos dirigiría, y excuso explicarlo. Cualquier otro resultado podría ser una situación nueva y, por otra parte, positiva.

Entre dejar a la derecha gobernar en minoría, o lograr un gobierno de progreso sobre la base de una coalición de izquierdas, con más que importante toque de color verde. Podría situarnos en una etapa nueva, de ilusión, de esperanza, que contrarreste el gran poder autonómico y local conseguido por la derecha conservadora, el pasado mes de mayo.

Y, encontrar de paso, una nueva forma de gobierno, desde la izquierda, basada en los acuerdos permanentes, en el compromiso, con una ciudadanía, que según todos los más sesudos analistas y estudiosos de la materia, es mayoritaria y claramente de izquierdas.

Lo que tenemos, y lo que nos espera
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