viernes. 26.04.2024

Las venas abiertas de Estados Unidos y de Europa

NUEVATRIBUNA.ES - 21.4.2009...Así que no puede extrañarnos que no nos guarden rencor por haberles dado con la puerta en las narices al convertirnos en pertinaces gendarmes de la fortaleza europea. Es lo que cabe deducir del libro “La nueva imagen de España en América Latina”, escrito por Javier Noya y editado por el Real Instituto Elcano.
NUEVATRIBUNA.ES - 21.4.2009

...Así que no puede extrañarnos que no nos guarden rencor por haberles dado con la puerta en las narices al convertirnos en pertinaces gendarmes de la fortaleza europea. Es lo que cabe deducir del libro “La nueva imagen de España en América Latina”, escrito por Javier Noya y editado por el Real Instituto Elcano. Sociólogo de prestigio su autor recopila datos relativos a los “latinobarómetros” de los últimos cinco años. Se trata de encuestas anuales realizadas en todos los países del continente, a excepción de Cuba. Según sus datos, el 71 por ciento de los latinoamericanos tiene una buena opinión de España, a pesar de algunos de nuestros bancos y de nuestras trasnacionales. Incluso, el 29 por ciento considera que España es el país más democrático del viejo continente e, insólitamente, figura entre los tres más ricos. Incluso el rey Juan Carlos aparece como el líder mundial más valorado en la región, junto con el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva.

“La imagen que de España dan los inmigrantes ayuda a que lo positivo supere a los negativo. Es algo que sucede por primera vez en 500 años", ha asegurado Noya, que tampoco olvida el cambio de política española respecto a dicho continente y que ha logrado trocar ese mismo imaginario colectivo.

Lo que habrá que ver si dicha posición de ventaja podría servir a la Unión Europea para tender un puente de entendimiento respecto a la América que habla español, portugués, ocasionalmente francés e inglés, pero también ese prodigioso abanico de 600 lenguas amerindias que aún hablan 18 millones de personas y cuyas fórmulas más conocidas serían el quechua, el guaraní, el aimara, el háhuatl, el quiché o el maya. De no hacerlo, podríamos perder una oportunidad histórica si se tiene en cuenta el aparentemente nuevo discurso de Barack Obama durante la V Cumbre de las Américas, celebrada el pasado fin de semana.

"Lo que demostramos aquí es que podemos hacer avances si estamos dispuestos a liberarnos de algunos debates trasnochados y de ideologías antiguas que han dominado y distorsionado el debate en este hemisferio por demasiado tiempo", aseguró Obama tras su polémico apretón de manos con Hugo Chávez, el presidente de Venezuela que le regaló aquel simbólico libro de Eduardo Galeano, titulado “Las venas abiertas de América Latina”.

Las primeras palabras de dicha obra, cuya primera edición es de 1971, sigue siendo un fiel retrato de la actualidad americana: “La división internacional del trabajo consiste en que unos países se especializan en ganar y otros en perder. Nuestra comarca del mundo, que hoy llamamos América Latina, fue precoz: se especializó en perder desde los remotos tiempos en que los europeos del Renacimiento se abalanzaron a través del mar y le hundieron los dientes en la garganta. Pasaron los siglos y América Latina perfeccionó sus funciones. Este ya no es el reino de las maravillas donde la realidad derrotaba a la fábula y la imaginación era humillada por los trofeos de la conquista, los yacimientos de oro y las montañas de plata. Pero la región sigue trabajando de sirvienta. Continúa existiendo al servicio de las necesidades ajenas, como fuente y reserva del petróleo y el hierro, el cobre y la carne, las frutas y el café, las materias primas y los alimentos con destino a los países ricos que ganan. consumiéndolos, mucho más de lo que América Latina gana produciéndolos. Son mucho más altos los impuestos que cobran los compradores que los precios que reciben los vendedores; y al fin y al cabo, como declaró en julio de 1968 Covey T. Oliver, coordinador de la Alianza para el Progreso, �hablar de precios justos en la actualidad es un concepto medieval. Estamos en plena época de la libre comercialización ... � Cuanta más libertad se otorga a los negocios, más cárceles se hace necesario construir para quienes padecen los negocios. Nuestros sistemas de inquisidores y verdugos no sólo funcionan para el mercado externo dominante; proporcionan también caudalosos manantiales de ganancias que fluyen de los empréstitos y las inversiones extranjeras en los mercados internos dominados”.

Habrá que ver si ese gesto de Obama no encierra un nuevo caballo de Troya para que Estados Unidos siga manipulando su patio trasero, como viene haciendo desde 1898. Especialmente esperanzadora resulta su propuesta de levantar el embargo a Cuba, en un quid pro quod que habrá que precisar en tiempo y forma: bastante inútil ha resultado dicha imposición salvo para fastidiar a la población cubana en general y proporcionar una formidable coartada a la relativa ineficacia comercial de sus gobiernos. Sin embargo, el tiempo dilucidará si el nuevo discurso de la Casa Blanca tan sólo es retórico y no incluye cambios estructurales en la política exterior seguida por Estados Unidos.

Así, Obama hereda una estrategia encaminada a militarizar la región con arreglo a sus intereses y desarrollar una política económica tendente al control pleno de su mercado, alrededor de 800 millones de clientes. Mientras tanto, tal y como ha denunciado el ministro español de Asuntos Exteriores, Miguel Angel Moratinos, sería deseable que la Unión Europea abandonase su desidia de los últimos años respecto a lo que ocurre al otro lado del charco. De no hacerlo, y teniendo en cuenta que durante la década anterior las inversiones comunitarias superaron con mucho a las de Estados Unidos, sería desde luego para abrirnos las venas.

Hasta ahora, el neocolonialismo estadounidense se ha basado en una serie de planes militares y económicos que pasaban por la liberalización de mercados en una sociedad que, en gran medida, parecía dormida ocasionalmente en la época de los encomenderos o, en el otro extremo de la balanza, al socaire de la escuela de Chicago que impusieron a sangre y fuego dictaduras como la de Augusto Pinochet en Chile. América Latina, a los ojos de Washington, aparecía como un nuevo Far West, en donde deslocalizar industrias en pos de salarios ínfimos, desde las maquilas de la enorme frontera con México a partir del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (conocido como NAFTA según su sigla en inglés) y que fuera firmado en 1994, o iniciativas similares emanadas del que se ha acordado con Chile, el Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA), la Iniciativa Andina o el Plan Puebla Panamá.

La dolarización de diversos países, la búsqueda del control de las fuentes energéticas y de las grandes despensas alimentarias, es lo que ha venido persiguiendo Estados Unidos en dicha zona y Barack Obama tendrá que hacer considerables esfuerzos para demostrar que algo ha cambiado en la hoja de ruta de su imperio. Hasta ahora, Estados Unidos �salvo en periodos como el de la presidencia de Jimmy Carter-- ha venido siguiendo suna práctica maniqueísta por la que ha diferenciado entre regímenes afectos y hostiles. En los últimos años, sin embargo, apenas ha podido mover ficha en contra de las urnas que han deparado resultados adversos a sus intereses inmediatos en Bolivia, Ecuador, Venezuela o incluso Brasil, Argentina o República Dominicana. Lejos parecen quedar los tiempos en que el Pentágono decidió apostar por los gorilas del Cono Sur frente a sus regímenes democráticos de los años 70 del siglo XX. Sin embargo, su intervencionismo wilsoniano no excluye la cooperación activa de sus ejércitos y agencias de inteligencia o policiales en la represión contra las temibles FARC de Colombia, pero también en contra del movimiento brasileño de los Sin Tierra o los Zapatistas mexicanos, cuyas prácticas suelen ser mucho más justicieras que terroristas.

Y es que no hay que olvidar que Estados Unidos mantiene numerosas bases militares desde Guantánamo en Cuba a la ecuatoriana Manta �supuestamente dedicada a combatir el narcotráfico y de la que Estados Unidos tendrá que salir durante el próximo otoño--. Dividido en áreas geográficas, el despliegue armamentístico de dicho país se extiende a Iquitos y Nanay en Perú o desde Comalapa en El Salvador a Soto Cano en Honduras. Sin olvidar, claro, a la base aérea Mariscal Estigarribia El Chaco en Paraguay --¡inicialmente concebida a la caza de durmientes sirios y libaneses de Al Qaeda!--, pasando por El Caribe �Vieques en Puerto Rico o Isla Beatriz en Aruba-- o por aquel pionero Comando Sur (USSOUTHCOM) de Panamá que luego pasó a establecer sus cuarteles generales en Miami. Muchas de estas instalaciones están estrechamente vinculadas a operativos militares como el Plan Colombia �Tres Esquinas, Leticia, Larandia y Puerto Leguizamo--, el Plan Dignidad e Iniciativa Regional Andina, a través de ejercicios periódicos bilaterales o multilaterales que, según su emplazamiento, se vienen denominando Cabañas, Aguila, Unitas, Cielos Centrales, Nuevos Horizontes, Fluvial, etc. Sin mentar, dicho sea de paso a asesores, instructores e incluso destacamentos de marines que ocasionalmente operan en determinados países que, como es el propio caso de Colombia, pareciera que han apeado su histórico orgullo nacionalista. La secretaría de Defensa norteamericana, hasta nueva noticia, mantiene sus intenciones de habilitar una nueva base en las costas de Surinam, donde emplazar una flota submarina que controle la vertiente Atlántica de América.

Todo esto supone, al margen de un considerable control militar y por lo tanto político o judicial, pan para hoy y hambre para mañana. Dinero inmediato a las poblaciones en derredor de la base y una dependencia económica a largo plazo. Ya que todo ello también conlleva el adiestramiento de militares latinoamericanos, la venta de armas, la instalación de sistemas de vigilancia y de espionaje, además de la influencia sobre el poder judiciario de países latinoamericanos. Por no hablar de impunidad y vulneraciones de los derechos humanos. Por no hablar del control de sus recursos naturales, en especial, el petróleo, el agua, la carne, los bosques y ese formidable almacén para la supervivencia del planeta al que llamamos biodiversidad. Durante los últimos años, la doctrina del Banco Mundial, otro de los grandes instrumentos de dominación al uso, apuesta por la consideración del agua como un bien comercial y no como un bien social.

Habrá que ver si Obama sigue dispuesto a que la política de su administración sea de nuevo la de la represión de la disidencia ciudadana, las migraciones interiores y exteriores como válvula de escape a la pobreza y captación de divisas, la destrucción del medio ambiente, o la pérdida de la soberanía con que América Latina parece olvidar el movimiento insurgente del que este año empiezan a cumplirse doscientos.

Frente a todo ello, la Unión Europea mantiene una actitud muy similar a la que se denunciaba precisamente en la proclama insurreccional de la Junta Tuitiva suscrita en la ciudad de La Paz, a 16 de julio de 1809: “Hemos guardado un silencio bastante parecido a la estupidez”. Esa es, precisamente, la cita con la que Eduardo Galeano abre el libro que Hugo Chávez regaló a Barack Obama.

Juan José Téllez es escritor y periodista, colaborador en distintos medios de comunicación (prensa, radio y televisión). Fundador de varias revistas y colectivos contraculturales, ha recibido distintos premios periodísticos y literarios. Fue director del diario Europa Sur y en la actualidad ejerce como periodista independiente para varios medios. En paralelo, prosigue su carrera literaria como poeta, narrador y ensayista, al tiempo que ha firmado los libretos de varios espectáculos musicales relacionados en mayor o menor medida con el flamenco y la música étnica. También ha firmado guiones para numerosos documentales.

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