domingo. 05.05.2024

La paz que viene, la paz que va, la paz que llegará

La Conferencia de Aiete se celebraba en al Casa de la Paz. Un edificio emblemático y que será uno de los ejes de Donostia-San Sebastián en 2016, año en el que la bella Easo se convertirá en Capital Mundial de la Cultura basando su proyecto en la convivencia.

La Conferencia de Aiete se celebraba en al Casa de la Paz. Un edificio emblemático y que será uno de los ejes de Donostia-San Sebastián en 2016, año en el que la bella Easo se convertirá en Capital Mundial de la Cultura basando su proyecto en la convivencia.

Paz, convivencia, términos que enmascaran las vueltas semánticas y dialécticas que necesita el mundo abertzale para disfrazar lo que es, a todas luces, una derrota en toda regla. La derrota del terrorismo como forma de imponer ideas.

Pese al notorio e importante elenco de participantes, las mismas conclusiones de siempre con sus mismas luces y sus mismas sombras y, por tanto, las mismas decepciones en quienes pensábamos –incautos de nosotros- que cincuenta años sí fueron muchos y dieron para aprender.

El término de conflicto armado me lleva por la calle de la armadura porque por más que rebusco por casa el arsenal con el que se supone que debería contar para “conflictear” en igualdad de condiciones con los terroristas, no lo hallo. No hallo más que palabras, ideas, discursos, rosas, panfletos y urnas. No encuentro otra cosa que no sea desazón por los que se fueron y ojos enrojecidos por la emoción de despedir a los que partieron. No encuentro las armas de Isaías, de Ernest Lluch, de Maite Torrano o de Féix Peña. Ellos no tuvieron más armas que su voz y fue segada con la violencia de quien no ve más allá de su propia vida.

Y las víctimas, los que quedaron y a los que no se pudieron llevar, merecen el reconocimiento de la sociedad. Merecen ser tratadas con dignidad, justicia, verdad y memoria, que el relato les conceda la capacidad de ser los que ganaron la batalla. Porque en esta lucha desigual, sí tiene que haber vencedores y vencidos.

¿Cómo podríamos explicar, de otro modo, a las generaciones venideras, que cualquier acción terrorista, a la larga, lleva a una victoria? No hay lugar. Al terrorismo se le ha vencido a base de ley, estado de derecho, firmeza y cabeza alta cuando las balas silbaban cerca de las orejas.

Es verdad que ETA está moribunda y necesita de una parafernalia teatral, un montaje circense y una puesta en escena dantesca para enmascarar que el terror no puedo con la ley. Es también verdad que los demócratas de toda la vida tenemos a bien hacerles el caldo gordo y darles las dosis de protagonismo que toda folclórica que se precie, merece, pero lo que jamás podrá pretender la izquierda abertzale, ETA o el Sursuncorda es hacer comulgar a “los de toda la vida” con ruedas de molino.

El fin de la violencia de ETA, por supuesto. Pero porque no tienen otra y porque sus balas fueron frenadas con esposas y cárceles.

A estas alturas lo de obviar conflictos y equiparar víctimas es algo que una sociedad madura ya no consiente. No y mil veces no. Le pueden dar las miles de vueltas semánticas que deseen. Pueden aplicar dosis masivas de metalenguaje e intentar sacra prosa con la que adornar la derrota pero no conseguirán confundir con palabras los sentimientos y recuerdos que muchos y muchas albergamos.

Que se hable de paz y de convivencia es bueno. Pero ETA debería recordar que los únicos que no estuvieron del lado de esos dos términos fueron ellos.

Me gustaría acabar con el decálogo que el Lehendakari Patxi López proponía para lograr los objetivos de unidad y concordia:

1.- Euskadi es una sociedad plural en los planteamientos políticos y diversa en las identidades de su ciudadanía. Por lo tanto, reconocemos, respetamos y garantizamos la libertad de las diferentes identidades, como un elemento constitutivo de la sociedad vasca.

2.- Queremos seguir viviendo juntos. No podemos construir el futuro unos contra otros: el "derecho a convivir" es la expresión de la voluntad de pertenecer a la misma comunidad. Sólo la tolerancia hacia las posiciones del "otro" hace posible compaginar el derecho a seguir juntos y el derecho de cada uno de reivindicar su propia identidad.

3- El relato es la dimensión pública de la memoria. Un relato veraz de lo ocurrido crea una conciencia pública que asume lo ocurrido sin justificaciones y sin diluir responsabilidades. Miramos al futuro, pero construimos el país sobre la memoria de la violencia padecida, para que no vuelva a suceder.

4. - Queremos reconocer de forma pública el dolor sufrido por las víctimas de los terrorismos y ofreciendo el espacio público que se merecen.

5.- El sistema democrático es la única vía para la convivencia. Sólo asumiendo sus principios, sus valores y sus reglas, podemos acordar la gestión de nuestras diferencias y los pactos para la convivencia futura.

6.- El final definitivo de ETA sigue siendo un objetivo irrenunciable. Y por ello todos exigimos a ETA, de forma pública y tajante, que deje todas las actividades terroristas y que se disuelva sin contrapartida ni condición.

7.- Pedimos a los presos condenados o en espera de juicio por delitos de terrorismo que rompan decididamente y de forma pública con ETA y asuman la legalidad penitenciara para que sea posible su reinserción social y recuperación para la vida democrática.

8.- Proponemos una orientación consensuada, dinámica y flexible de la política penitenciaria de la forma que mejor propicie la superación del ciclo terrorista. Dicho consenso, basado siempre en el objetivo de la reinserción, contemplará, entre otras cuestiones, el acercamiento progresivo de los penados, siempre y cuando favorezca esa reinserción.

9.- Todas las sensibilidades políticas que aceptan el sistema democrático y asumen el cumplimiento de la legalidad deben tener un reconocimiento legal.

10.- Reafirmamos nuestra voluntad de construir un país de ciudadanos y ciudadanas libres, sustentado en valores democráticos y en los derechos humanos, como guía para una sociedad vasca que quiere vivir en paz y en libertad".

Cuando la paz llegue, que entre por la puerta. Que no se vea obligada a entrar furtivamente por la puerta de atrás o por el quicio de una ventana.

La paz que viene, la paz que va, la paz que llegará
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