viernes. 26.04.2024

Del debate y del "objetivo cumplido"

NUEVATRIBUNA.ES - 18.7.2010¡Con el fin de semana tan bonito y cargado de emociones agradables que acabábamos de tener con el campeonato del mundo de fútbol conquistado!... Donde, todavía el lunes y el martes el país era una fiesta y la gente se sumaba gozosa de poder hacer un largo paréntesis a los problemas económicos y a los recortes anunciados un día sí y otro también.
NUEVATRIBUNA.ES - 18.7.2010

¡Con el fin de semana tan bonito y cargado de emociones agradables que acabábamos de tener con el campeonato del mundo de fútbol conquistado!... Donde, todavía el lunes y el martes el país era una fiesta y la gente se sumaba gozosa de poder hacer un largo paréntesis a los problemas económicos y a los recortes anunciados un día sí y otro también.

Pero “El Debate de la Nación” nos devolvió a todos a la realidad. Ya saben el dicho de que “la alegría dura poco en casa de los pobres”.

Desde luego en esta ocasión el debate hubiera podido llamarse perfectamente “el debate para la depresión ciudadana”.

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He leído atentamente los 36 folios de la intervención inicial del Presidente Zapatero y seguí unas cuantas horas el debate ¿Mis conclusiones? Me cuesta transcribirlas. La primera y principal, como persona de izquierdas, es tristeza. Profunda tristeza por ver a nuestro presidente, con la fe de los conversos, defendiendo “para el bien de España” toda la receta neoliberal impuesta por la señora Merkel en las reuniones del Ecofin y del Consejo Europeo de Mayo pasado.

Sí, tristeza, porque yo soy de los que piensan que para muchas personas progresistas de nuestro país “la firmeza del presidente”, que el portavoz del Grupo Socialista destacaba como una virtud para acometer las reformas que sean necesarias y cueste lo que cueste, sonaba a lo mismo de siempre del Fondo Monetario Internacional y otros entes parecidos. Sonaba, en definitiva, a eso de mostrarse fuerte con los débiles y servicial con los poderosos que han impuesto en Europa esta salida. Puede que la magnitud de esta crisis tenga pocos precedentes, pero los deseos de recortar el estado de bienestar y la fuerza de los sindicatos sí que tiene numerosos antecedentes. Recuerdo uno significativo: cuando amenazaron con llevarse las grandes empresas de Europa a Corea y a Taiwán si se persistía en imponer los Comités Sindicales de Empresa a nivel europeo.

Avanzó el presidente por dónde va a discurrir la reforma de las pensiones con el señuelo de, “evitar los perjuicios que hoy padecen los trabajadores que ven como repercute nen su pensión los despidos que con frecuencia sufren en los últimos años de su vida laboral”… O sea, blanco y en botella. Se alargarán los años para el cálculo de la pensión y por tanto, bajarán de forma automática las nuevas pensiones al bajar la base reguladora de las mismas.

Y volvió también sobre la necesidad de elevar la edad de jubilación hasta los 67 años…, en un país con cuatro millones y medio de parados y con una de las tasas más altas de jóvenes en paro. Y además lo siguen diciendo así, sin matices. Dando a entender que da lo mismo que se hayan cotizado 35 años que 45, o que el trabajo requiera esfuerzo o no, o que se haga a relevos rotatorios de mañana, tarde y noche…

En fin, vi al presidente Zapatero algo incómodo al comienzo del debate, con la cabeza metida en los papeles en un gesto nuevo en él, para luego poco a poco irse creciendo en el cuerpo a cuerpo con un Rajoy anodino en las réplicas pero que es perfectamente consciente de que, tal y como están las cosas, no necesita hacer nada tras el haraquiri de Mayo y los anuncios de más autoinmolación que hizo el propio Zapatero.

La primera prueba del calvario que le espera al Partido Socialista van a ser las elecciones catalanas, no tanto por lo que suba el PP sino por la fuerte bajada que ya se anuncia para el PSC. Será sólo el preludio del desconcierto y descontento sembrado con el giro copernicano del presidente Zapatero.

La segunda y más relevante está ya también a menos de un año vista: las Elecciones Autonómicas y Municipales, donde el vuelco electoral se anuncia fuerte e irremediable, aunque seguramente con todo esto ya cuentan en el Partido Socialista y en el Gobierno. Quizás tienen también la vana esperanza de que la tempestad no llegue, o al menos llegue atenuada, a las próximas elecciones generales. Pero cuando se han pisado tantos “callos” con tan pocas explicaciones no queda margen para reconciliar voluntades a tan corto plazo. Por eso mi impresión es que también perderán el apoyo de una parte de la izquierda que sigue sin entender la orfandad absoluta en la que la han dejado desde el Gobierno, y con el amén prácticamente unánime de todo el Partido Socialista.

Martín Landa - Sindicalista

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