viernes. 26.04.2024

Conspiradores (II)

La teoría de la conspiración sobre el 11-M es una teoría elaborada por expertos conspiradores. Gente que cuenta con experiencia en el arte de la conjura. Según cuenta Pedro J. en un libro cuyo título es indicativo (Amarga victoria: crónica oculta del histórico triunfo de Aznar sobre González, 2000) fue él quien concibió y coordinó la coalición de personas que impulsó la ofensiva contra Felipe González.
La teoría de la conspiración sobre el 11-M es una teoría elaborada por expertos conspiradores. Gente que cuenta con experiencia en el arte de la conjura.

Según cuenta Pedro J. en un libro cuyo título es indicativo (Amarga victoria: crónica oculta del histórico triunfo de Aznar sobre González, 2000) fue él quien concibió y coordinó la coalición de personas que impulsó la ofensiva contra Felipe González. Fue él quien fundó la Plataforma para la Defensa del Derecho a la Información, a la que se unieron Sinova y Gutiérrez (Diario 16), Oneto (Tiempo), Lago (Tribuna), Martín Ferrand, A. Herrero y J. M. García (Antena 3), Del Olmo (Onda Cero) y el decano de la Facultad de Periodismo de Madrid, Fernández del Moral. Luego nació la Asociación de Escritores y Periodistas Independientes (AEPI) con Camilo José Cela como presidente y Antonio Gala, Umbral, Antonio Burgos, Raúl del Pozo o Martín Prieto como miembros más activos, además de gran parte de los ya mencionados (Ramírez,ibid).

En todo ello, Cotarelo vio una conspiración (La conspiración. El golpe de estado difuso, 1995), no así su principal inspirador: Lo cierto -escribe Ramírez- es que , o al menos había existido delante de mis narices y yo no me había enterado, tal vez por ir a piñón fijo.

Sin embargo, no faltan los ingredientes para una conspiración. Tenemos a los ideólogos asociados formalmente, al grupo encargado de mantener el fuego sagrado, a los medios de agitación y propaganda, a una poderosa institución que proporciona aliento espiritual, la Iglesia; tenemos los protagonistas políticos (Aznar, Cascos, Rodríguez, Ramallo, De Grandes), que realizarán su labor demoledora en foros políticos y ruedas de prensa, y tenemos el buscado efecto multiplicador que esa coordinada ofensiva provocará en la sociedad.

Conspiradores contumaces como Blanqui y Babeuf no dispusieron de tantos medios.

La intención de Ramírez y otros conjurados no perseguía un fin similar al de los franceses, pero tampoco se trataba de un objetivo muy democrático, como se desprende las palabras de Ansón en una entrevista de S. Belloch en Tiempo: González ganó tres elecciones por mayoría absoluta y volvió a ganar la cuarta cuando todo indicaba que iba a perder. Hubo que elevar la crítica hasta extremos que a veces afectaron al propio Estado. González bloqueaba algo vital en democracia: la alternancia. Si González llega a ganar las elecciones del 96, con la bonanza económica no hubiera habido quien le echase del poder hasta el 2004. No salimos de cuarenta años de Franco para entrar en treinta años de González.

Este demócrata, que no puso el mismo empeño en echar a Franco, olvida que los cuarenta años de dictadura se debieron a un intento de golpe de Estado, que, frustrado por la resistencia popular, degeneró en una guerra civil y se asentó por medio de la represión. Para el Ansón, ahora, no antes, lo decisivo es el tiempo de permanencia en el poder, con independencia de cómo se llega a él y de cómo se ejerce.

Fue una etapa de crispación realmente terrible -admite Ansón-. Existían poderosas razones para esa . La cultura (sic) de la crispación existió porque no había manera de vencer a Felipe González con otras armas. Ese era el problema (...) Como los ataques a González, muy fuertes en el 92-93, no terminaron con él, unos reflexionando, como me ocurrió a mí, y otros por pura intuición, vimos que era necesario elevar el listón de la crítica. Entonces se buscó ese mundo de irregularidades, de la corrupción... No había otra manera de quebrantar a Felipe González (...) Al subir el listón de la crítica se llegó a tal extremo, que en muchos momentos se rozó la estabilidad del propio Estado. Eso es verdad. Tenía razón González cuando denunció ese peligro..., pero era la única forma de sacarlo de ahí. No tanto por los posibles abusos que cometió, si es verdad que lo hizo, sino por el riesgo de anulación de la alternancia.

  • Según Ramírez (David contra Goliat, 1995), en esta trama, la prensa -es decir, él- jugó un papel fundamental: una vez desactivadas las demás instituciones de control y con una oposición bastante falta de pegada, fue quedando claro que sólo las revelaciones de la prensa podían hacer tambalearse a tan descomunal adversario. Y dentro de la prensa ya hacía tiempo que El Mundo venía siendo percibido como una especie de pequeño pero indesmayable David, capaz de acertar de vez en cuando con sus pedradas en el centro de la frente del gigante.
A la vista de lo ocurrido en la pasada legislatura, podemos afirmar que la historia, la historia pequeña, claro, se repite; o mejor, que los conspiradores se copian a sí mismos. ¡Qué falta de imaginación!

Conspiradores (II)
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