27 de enero de 2009, 9:05
No le falta razón a Comisiones Obreras. Posiblemente, inocente, ninguno. El atasco de los juzgados es, en verdad, un mal endémico y que se viene arrastrando desde hace largo tiempo. Y es cierto, probablemente, que de esas 270.000 sentencias pendientes de ejecución haya que depurar un número no determinado de actuaciones judiciales que tienen otras causas distintas a los retrasos.
De acuerdo. Pero las declaraciones del ministro Fernández Bermejo, negando la mayor, no parece lo más adecuado ante un problema que despierta la alarma en los ciudadanos y nos lleva a sumergirnos en la duda de si, realmente, estamos en buenas manos en lo que a Justicia se refiere.
Que el problema es viejo lo sabe cualquiera que haya tenido que comparecer ante un juzgado. Que hay falta de medios lo conoce cualquiera que haya acudido a una oficina judicial y haya visto como el probo funcionario rebusca entre legajos polvorientos su expediente. Que no hay herramientas informáticas es algo sabido para el mismo ciudadano que contempla atónito como se registra su denuncia y sus datos con un boli bic en un impreso amarillento.
Y, a todo eso, hay que sumar lo que también es cierto: la rotación de personal interino, la escasez de plantillas, la magra soldada del empleado público y �habrá que reconocerlo todo- la desidia de algunos magistrados a la hora de activar la Justicia. No hay, evidentemente un solo culpable. Y parece que, en este caso, no puede nadie arrojar la primera piedra.
Del ministro Fernández Bermejo algunos sectores esperaban más. Su pasado y su desparpajo a la hora de enfrentarse a acusaciones que, en muchas ocasiones, sólo tenían la base de la oportunidad política, hacían esperar que traería al área de Justicia un aire nuevo que va camino de convertirse en un suspiro.
Visto así, la denuncia de Comisiones Obreras es para tenerla en cuenta y no puede despacharse con matizaciones diferenciando lo que es “atasco” de lo que es un problema de “ejecución”. Perversiones del lenguaje que nada aportan ni en nada resuelven el problema.
La solución, el primer paso para la resolución del problema está en el reconocimiento de que el problema existe. No se sabe cuáles son los datos con los que Bermejo despacha alegremente el conflicto. Pero debería tener en cuenta que el informe sobre el atasco judicial está hecho por el mismísimo Poder judicial. Y habrá que admitir, al meno, que deben de saber de qué hablan.
Hablemos hoy de Pablo García Baena, uno de los mejore4s poetas vivos, joven de más de 80 años y premio Reina Sofía de Poesía. Y al ministro, vayan dedicados sus deliciosos versos:
“Despójate del íntimo pingajo,
del último jirón, tiernos harapos
enmadreciendo heridas, zarpas, gritos,
y avanza solo en noche hacia el enigma,
desnudo hacia la voz, al desolado
carril de tu destino. Miente, habla,
silente trípode.”.
De acuerdo. Pero las declaraciones del ministro Fernández Bermejo, negando la mayor, no parece lo más adecuado ante un problema que despierta la alarma en los ciudadanos y nos lleva a sumergirnos en la duda de si, realmente, estamos en buenas manos en lo que a Justicia se refiere.
Que el problema es viejo lo sabe cualquiera que haya tenido que comparecer ante un juzgado. Que hay falta de medios lo conoce cualquiera que haya acudido a una oficina judicial y haya visto como el probo funcionario rebusca entre legajos polvorientos su expediente. Que no hay herramientas informáticas es algo sabido para el mismo ciudadano que contempla atónito como se registra su denuncia y sus datos con un boli bic en un impreso amarillento.
Y, a todo eso, hay que sumar lo que también es cierto: la rotación de personal interino, la escasez de plantillas, la magra soldada del empleado público y �habrá que reconocerlo todo- la desidia de algunos magistrados a la hora de activar la Justicia. No hay, evidentemente un solo culpable. Y parece que, en este caso, no puede nadie arrojar la primera piedra.
Del ministro Fernández Bermejo algunos sectores esperaban más. Su pasado y su desparpajo a la hora de enfrentarse a acusaciones que, en muchas ocasiones, sólo tenían la base de la oportunidad política, hacían esperar que traería al área de Justicia un aire nuevo que va camino de convertirse en un suspiro.
Visto así, la denuncia de Comisiones Obreras es para tenerla en cuenta y no puede despacharse con matizaciones diferenciando lo que es “atasco” de lo que es un problema de “ejecución”. Perversiones del lenguaje que nada aportan ni en nada resuelven el problema.
La solución, el primer paso para la resolución del problema está en el reconocimiento de que el problema existe. No se sabe cuáles son los datos con los que Bermejo despacha alegremente el conflicto. Pero debería tener en cuenta que el informe sobre el atasco judicial está hecho por el mismísimo Poder judicial. Y habrá que admitir, al meno, que deben de saber de qué hablan.
Hablemos hoy de Pablo García Baena, uno de los mejore4s poetas vivos, joven de más de 80 años y premio Reina Sofía de Poesía. Y al ministro, vayan dedicados sus deliciosos versos:
“Despójate del íntimo pingajo,
del último jirón, tiernos harapos
enmadreciendo heridas, zarpas, gritos,
y avanza solo en noche hacia el enigma,
desnudo hacia la voz, al desolado
carril de tu destino. Miente, habla,
silente trípode.”.