lunes. 29.04.2024

Agresiones y jóvenes

Terribles escenas las que podemos ver en Nueva Tribuna: la agresión de una menor a manos de otra menor. Hay, además, otro factor que aumenta el dolor y la vergüenza. Se trata de una menor ecuatoriana la que recibe los golpes propinados con extrema crueldad y frialdad de una menor española. Me gustaría creer que las razones de esta brutalidad no tienen que ver con la nacionalidad. Necesito creerlo.
Terribles escenas las que podemos ver en Nueva Tribuna: la agresión de una menor a manos de otra menor. Hay, además, otro factor que aumenta el dolor y la vergüenza. Se trata de una menor ecuatoriana la que recibe los golpes propinados con extrema crueldad y frialdad de una menor española.

Me gustaría creer que las razones de esta brutalidad no tienen que ver con la nacionalidad. Necesito creerlo. Porque me produce tanto horror ver a una chica pegando de tal manera a otra, me produce tanto horror el comentario de “matalá, matalá” que gritan los que graban la escena que me angustia añadir la xenofobia a este horror.

Es por sí mismo, sin la xenofobia, tan terrible. ¿Qué ha pasado para que alguien pueda dar patadas a un ser humano, golpear con esa saña un cuerpo que se debate impotente en el suelo? ¿Qué sociedad hemos hecho capaz de convertir en fieras a unos jóvenes de 13, 14 o 15 años? ¿Qué mundo es este capaz de alimentar a muchachos que graban por diversión el sufrimiento, la paliza cruel de una niña?

Si, además, el ataque reviste tintes xenófobos, caiga la vergüenza sobre todos nosotros y que el dios de cada uno tenga piedad de nosotros. De ellos y de nosotros. Que nos perdonen aquellos que nos acogieron en su país cuando la intolerancia, la guerra, el hambre nos llevó a los españoles a buscar otra vida en otros paisajes. Que nos perdonen quienes nos abrieron sus brazos y nos acogieron como a hermanos cuando sólo la angustia y la desesperación viajaban en nuestras maletas.

Que nos perdonen por no haber sabido educar a nuestros hijos en el respeto y la tolerancia, en la idea de que somos parte de la misma humanidad. Hijos de un mismo mundo, ciudadanos de un planeta que es nuestra patria común. Que nos perdonen por haber hecho una sociedad en la que la violencia, la agresión es el valor más notable.

Es un final triste para estos comentarios que hoy se toman un descanso hasta septiembre. Nunca hubiera pensado que cerraría estos cuadernos con esas imágenes de la vergüenza. De la náusea y el asco.

De nada valen estas líneas. Sólo dejar constancia de un hecho atroz que se repite en una continuidad más que preocupante.

Dejemos, como siempre a los poetas, que nos digan con las más conmovedoras voces que lo más hermoso y delicado del mundo es el ser humano: esa niña ecuatoriana que ha sufrido en su carne la violencia.

De César Vallejo:

Y en esta hora fría, en que la tierra
trasciende a polvo humano y es tan triste,

quisiera yo tocar todas las puertas,
y suplicar a no sé quién, perdón,
y hacerle pedacitos de pan fresco

aquí, en el horno de mi corazón...!

De Luis Rosales:

Llegaremos de noche, y el helor
de nuestra propia sangre Te daremos.

Éste es nuestro regalo: no tenemos
más que dolor, dolor, dolor, dolor.

Y, ojalá, podamos terminar pensando como Pepe Hierro:

Vivimos... Llena el alma la hermosura más plena.
En países de nieblas también nacen flores.

Después de la amargura y después de la pena
es cuando da la vida sus más bellos colores.

Que sea cierto que tras tanta amargura, nazcan los más bellos colores

Agresiones y jóvenes
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