viernes. 26.04.2024

¿Por qué nos castigan, si hemos cumplido?

NUEVATRIBUNA.ES - 22.9.2010...Quizá tengan razón; las cifras de la deuda privada y pública son alarmantes, aunque parte de la deuda pública se debe al saneamiento de la banca privada, que, además de prestar dinero a empresas y consumidores, ha tenido que ser rescatada del descalabro de sus aventuras financieras.
NUEVATRIBUNA.ES - 22.9.2010

...Quizá tengan razón; las cifras de la deuda privada y pública son alarmantes, aunque parte de la deuda pública se debe al saneamiento de la banca privada, que, además de prestar dinero a empresas y consumidores, ha tenido que ser rescatada del descalabro de sus aventuras financieras.

Como trabajadores, hemos sido disciplinados, pues hemos trabajado como se ha decidido desde la Unión Europea, aceptando las condiciones impuestas por los planes de convergencia de Maastrich y los Pactos de Estabilidad. Y como consumidores, hemos consumido, también, como nos han dicho, por activa y por pasiva, pero sobre todo por activa, porque ha existido en los últimos años una verdadera ofensiva para incrementar el consumo, sin que los gobiernos nos hayan prevenido sobre lo que podía ocurrir, sino todo lo contrario: tanto el Gobierno de Aznar como el de Zapatero se han referido en términos elogiosos a la pasada situación de bonanza económica, como si fuera a durar siempre, y en la que todo, o casi todo, el país gastaba y se endeudaba hasta las cejas.

Naturalmente, había voces que avisaban del peligro, pero hallaban poco eco y eran despreciadas como la opinión de los aguafiestas de siempre. Lo que ha prevalecido en los últimos quince años han sido las llamadas a consumir y a contraer deudas, porque el crédito era barato, las ofertas de los bancos eran continuas, las hipotecas tenían un bajo interés y cubrían el cien por cien, y a veces más, del precio de las viviendas, que como iba en aumento aconsejaba comprar hoy mejor que mañana. Desterradas de la memoria las grandes crisis y viviendo en la pregonada utopía de un mercado que es capaz de regularse, los ciudadanos hemos seguido las corrientes dominantes, la acción de los gobiernos, de la propaganda, las opiniones de los expertos, las campañas de publicidad, los consejos de los bancos y las llamadas al consumo (a salir, a viajar, a gastar; las rebajas, la moda…).

Con nuestra obediente actitud hemos contribuido a alimentar la lógica del sistema capitalista, que produce mercancías en masa y precisa, por tanto, del consumo en masa, fomentado por un clima de opinión, que, desde la publicidad a la industria de la cultura y el ocio, pasando por los medios de información, induce a consumir por encima de la renta percibida. De ahí viene la extensa gama de mecanismos (ventas a plazos, hipotecas, líneas de crédito, tarjetas de crédito) que permiten consumir a cuenta de una renta que aún no se tiene o de un salario que aún se ha de percibir; todo son facilidades para consumir, pues, sin el consumo masivo, el sistema se detiene. Y no parecía que fuera a detenerse.

Ahora se nos acusa de haber consumido demasiado y se nos castiga por ello como si fuéramos los únicos responsables de la crisis, olvidando que no hemos dispuesto de la misma información que quienes nos han incitado a consumir, ni de la misma capacidad de decidir que quienes han el presentado y defendido este modelo económico, que es más suyo que nuestro, y que se ha impulsado con un lenguaje hermético, en lejanos foros (el G-8, el G-20, Bruselas), en organizaciones cuyas actividades son secretas (Davos, el Club Bilderberg, la Trilateral) o amparado en las misteriosas decisiones de ese magma llamado mercado.

Y quienes han tenido la responsabilidad de gobernar han estado bastante lejos de actuar como moderadores del consumo; han realizado un trabajo a largo plazo a favor de un modelo que finalmente ha estallado, pues no sólo no han avisado del riesgo que corríamos sino que han utilizado electoralmente la bonanza económica y han minimizado la crisis cuando ha llegado, como en el caso de España. Y lo que es más grave: han desaprovechado el período de auge económico para corregir, no digo ya cambiar, sino sólo corregir, el modelo económico que ahora hemos de sacar a flote a costa de nuestros salarios y nuestras pensiones. Sólo por esto, la huelga general europea está más que justificada.

Francisco Javier Vivas - Escritor

¿Por qué nos castigan, si hemos cumplido?
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