martes. 19.03.2024
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Ante un gran escenario de apagón a escala nacional o continental por tormenta solar el incremento de agresiones sexuales y violaciones es probablemente una de las pocas certezas con las que sí podemos contar

Es una materia sin duda digna de estudio, parte de esa “criminología de la catástrofe” aún pendiente.

Pero el hecho es que aparentemente “se va la luz” y “aparecen los monstruos”. 

Pero los monstruos de verdad, los de peor ralea.

¿Cómo?, ¿por qué?. Todavía no hay una explicación concreta, pero es una inquietante realidad.

Quizá el mayor y más claro ejemplo sea el del “gran apagón de Nueva York” de 1977 - de tan sólo un par de días - “la noche de las bestias” como la llamó algún oficial de policía: violaciones, saqueos, desórdenes públicos. 

Aunque quizá en saqueos y desórdenes públicos pueda subyacer algún tipo de hilo de racionalidad, dentro de la criminalidad: el miedo, la inseguridad en cuanto a la ruptura de los suministros básicos puede impulsar a reacciones desmedidas en un sentido inverso, una reacción indebida de “aseguramiento”. Pero, ¿la violencia sexual, por qué?, ¿a qué lógica podría responder?.

El hecho es que ante un gran escenario de apagón a escala nacional o continental por un worst-case scenario por tormenta solar (o EMP o ciberataque) el incremento de agresiones sexuales y violaciones es probablemente una de las pocas certezas con las que sí podemos contar, representa un claro y concreto perfil “de género” en cuanto a la comprensión de la catástrofe y sus efectos que no debería seguir siendo olvidado, más aún ante la total ausencia de preparativos de resiliencia entre las propias fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado que puedan garantizar que siquiera sus comunicaciones internas puedan seguir estando operativas, o que sus vehículos pudiesen seguir patrullando y mostrando su presencia en las calles.

Y esto ya sería suficiente por si mismo, para introducir consideraciones de género, tal cual.

Pero a todo ello aún cabría sumar, cuestión no menor, idéntico problema aún sin resolver (ninguna planificación, medios, nada todavía), por parte de la propia Dirección General de Instituciones Penitenciarias respecto de los más de 60.000 delincuentes que en estos momentos cumplen condena en cárceles y centros de internamiento psiquiátricos españolas y su más que previsible irrupción antes o después con el correr de los días: ¿o acaso cuentan los centros con líneas de comunicación seguras ante el GIC?, ¿con protocolos alternativos al fallo de cierres eléctricos, cámaras de seguridad?, ¿los funcionarios se mantendrán infinitamente ahí... cuando lleven “días” sin poder hablar siquiera con sus propias familias y saber cómo están?, ¿el agua y la comida se agotarán en breves días... pero los presos se sentarán de brazos cruzados en sus celdas, resignados a su destino?. 

No, a la vista del actual estado de la cuestión y ante un worst-case scenario por tormenta solar extrema lo previsible es que los centros penitenciarios tampoco aguantarán. Todos esos presos tienen una probabilidad entre un 1% y un 12% de una suerte de “amnistía solar”. Si muchos de ellos lo supieran, los peores, los más peligrosos y sometidos a más largas condenas, seguro que se alegrarían.

Y, por tanto, todo el anterior problema de los delitos sexuales violentos ante grandes apagones se retroalimentará adicionalmente.

De modo que nuestra valoración es que ante una tormenta solar extrema, y ante la actual dejadez y falta de previsión institucional, nacional, policial, penitenciaria, la probabilidad de que si eres mujer en un momento u otro, por una u otra razón, termines siendo víctima de un delito sexual violento es clara, significativa y muy real. Una manifestación adicional de la emergencia en el plano de una de las mayores y más brutales afectaciones a los derechos fundamentales e integridad que puede sufrir un ser humano.

Si eres hombre no lo es. Pero si eres mujer, sí. 

Es, por tanto, un factor que introduce específicas consideraciones “de género” en el post fenómeno de este tipo de riesgo natural; consideraciones que no deberían seguir siendo tratadas como si no existieran.

De modo que reconocerlo claro aquí con normalidad y como organización de protección civil, es un primer paso.

E incluir, como vamos a incluir a continuación elementos, como la recomendación, si eres mujer, de un spray homologado de defensa personal dentro de las recomendaciones de nuestro Decálogo de autoprotección es otro paso más. Para que llegado el momento puedas tener la oportunidad de defenderte a ti misma, a tus hijas, hermanas, etc.

Y ambos pasos también comienzan por ti, así como por, tercer paso, impulsar un examen y una estrategia nacional en 360 grados ante toda esta amenaza, para que nada de eso termine pasando, fruto de nuestra propia dejadez y falta de previsión institucional antes que fruto del propio fenómeno en si (ayúdanos a conseguirlo aquí:

https://www.change.org/p/comisión-mixta-congreso-senado-de-seguridad-nacional-por-una-estrategia-nacional-española-para-el-clima-espacial-y-el-emp).

Si quieres saber más sobre estos fenómenos, puedes comprar el libro Tormenta Solar: Guía de Autoprotección Familiar pinchando en el siguiente link

Tormenta solar: ¿catástrofe de género?