viernes. 26.04.2024

La antropología social se ha interesado en estudiar cómo la especie humana ha integrado naturaleza y cultura, y a través de las emociones comprobamos que tienen una base neurofisiológica, pero de ninguna manera la han cosificado para prescindir de la dimensión sociocultural en la que el universo emocional se constituye y adquiere sentido para el sujeto. Las emociones son la matriz sobre la que se mueve la vida social, son tipos básicos de conductas relacionales sobre las que se da la comunicación necesaria para crear los diversos mundos culturales. “El hombre está afectivamente en el mundo y la existencia es un hilo continuo de sentimientos más o menos vivos o difusos, cambiantes, que se contradicen con el correr del tiempo y las circunstancias”, refiere Le Breton. Su estudio debe plantearse desde una perspectiva ecosistémica, es decir, de la relación persona-medio. En este enfoque la tensión que se establece entre el sujeto y su medio físico y sociocultural constituye la base fundante de la emoción.

Es en el año 2005, el Dr. Iain Wilkinson, profesor de la University of Kent, propone una “introducción sociológica” al concepto de sufrimiento. Para Wilkinson, “la sociología siempre se ocupa de las causas y consecuencias del sufrimiento humano de una forma u otra, sin embargo, no hay sociología del sufrimiento per se”. El dolor domina los sentidos, no puede ser ignorado. La sociología tiene como preocupación el destino humano, intelectual, ético y moral del hombre, es por eso que, en una época de intensificación de las fuerzas de la globalización, el sufrimiento social se presenta como un campo de investigación que tiene el potencial de hacer una contribución profunda y duradera a la reformulación de nuestras preocupaciones.

Las emociones, en tanto que facilitadoras de la comunicación social constituyen la red sobre la que se conforma la vida social. Los seres humanos, en tanto que animales sociales, necesitan comunicar su estado emocional a los demás. Freud amplia la funcionalidad de las emociones y considera que influyen en la capacidad de actuación racional de los seres humanos, hasta tal punto, que la conciencia había evolucionado porque los organismos dotados de ella podían “sentir” las emociones y lejos de entorpecer nuestras decisiones, las favorecen y nos ayudan a evitar el peligro y a aproximarnos a posibles fuentes de placer.

Víctor Frankl dijo: "Si no está en tus manos cambiar una situación que te produce dolor, siempre podrás escoger la actitud con la que afrontes ese sufrimiento"

El sufrimiento social no está causado exclusivamente por el dolor físico y su repercusión emocional, más bien se refiere a una expresión de la condición humana más extraordinaria, que es la base de la evolución cultural, y que consiste en que en los seres humanos, no hay acción sin intención, y esa intencionalidad se fundamenta en el conjunto de creencias, valores y normas que se forjan a través de la cultura, por tanto, el sufrimiento social se produce cuando hay un choque entre las creencias y los valores de la sociedad y la de las personas o la imposibilidad de aplicarlas. En este caso, es la tensión de la adaptación cultural la que induce la aparición de enfermedades, tanto físicas (enfermedades laborales), como psicológicas (depresión, estrés, ansiedad, etc.) tan frecuentes en las sociedades. Que las sociedades complejas sean cada vez más hedonistas y que sus habitantes intenten evitar el dolor a toda costa, las incapacita para padecerlo.

El sufrimiento social no tiene factores determinantes, en realidad podríamos decir que toda sociedad sufre y todo actor social sufre de igual modo. Al ser individuos temporales, con noción de tiempo, tenemos noción de transformación y tenemos que desarrollar el sentido de la adaptabilidad como “función” social”, no una adaptación organicista-funcional con orientación darwinista, sino una adaptación crítica que pretenda la coexistencia con los otros. Este sentido de temporalidad es influyente en el sufrimiento de una sociedad, es un constante ajuste y confrontación en las estructuras psíquicas y sociales de los actores.

Para concluir un análisis somero de la relación entre neoliberalismo económico, vulnerabilidad y sufrimiento social.

M. Barreto, médica especialista en salud del trabajo, observó en una encuesta hecha a 400 personas, que cerca de un cuarto de ellas tuvieron ideas suicidas por causa de la excesiva exigencia del trabajo. Y decía: “es necesario ver el intento de quitarse la vida como una gran denuncia de las condiciones de trabajo impuestas por el neoliberalismo en las últimas décadas”. Están especialmente afectados los empleados de banca del sector financiero, altamente especulativo y orientado hacia la maximización de los lucros. Una investigación hecha por el profesor de la Universidad de Brasilia, Marcelo Augusto Finazzi Santos, descubrió que entre 1996 y 2005 se había suicidado un empleado bancario cada 20 días, a causa de las presiones por metas, exceso de tareas y pavor al desempleo. La Organización Mundial de la Salud estima que cerca de tres mil personas se suicidan diariamente, muchas de ellas por causa de la abusiva presión del trabajo.

En los análisis que se hacen de la crisis actual es importante incorporar este dato perverso: el océano de sufrimiento que está siendo impuesto a la población, sobre todo a los pobres, con el propósito de salvar el sistema económico, controlado por pocas fuerzas, extremadamente fuertes, pero deshumanizadas y sin piedad. Una razón más para superarlo históricamente, además de condenarlo moralmente. En esta dirección camina la conciencia ética de la humanidad, bien representada en las distintas realizaciones del Foro Social Mundial, entre otras.

Por último, compartir esta reflexión de Víctor Frankl: "Si no está en tus manos cambiar una situación que te produce dolor, siempre podrás escoger la actitud con la que afrontes ese sufrimiento".

El sufrimiento social, entre las creencias y los valores