lunes. 29.04.2024

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Un estudio, realizado en la Universidad de Adelaida analizó la relación entre los hábitos alimentarios de los niños a los seis meses, 15 meses y dos años, y su coeficiente intelectual a los ocho años.

  1. 10 consejos para mejorar la alimentación y el aprendizaje de los niños

El estudio de más de 7.000 niños comparó una variedad de patrones dietéticos, incluidos los alimentos tradicionales y contemporáneos preparados en casa, los alimentos preparados para bebés, la lactancia materna y la comida "discrecional" o basura.

La dieta suministra los nutrientes necesarios para el desarrollo de los tejidos cerebrales en los primeros dos años de vida, y el objetivo de este estudio era observar qué impacto tendría la dieta en el coeficiente intelectual de los niños.

Se descubrió este estudio que los niños que fueron amamantados a los seis meses y tenían una dieta saludable regularmente que incluía alimentos como legumbres, queso, frutas y verduras a los 15 y 24 meses, tenían un coeficiente intelectual hasta dos puntos más alto a los ocho años.

Los niños que fueron amamantados a los seis meses y con una dieta saludable regularmente, tenían un coeficiente intelectual hasta dos puntos más alto a los ocho años

Los niños que tenían una dieta regular que incluía galletas, chocolate, dulces, refrescos y papas fritas en los primeros dos años de vida tenían un coeficiente intelectual hasta dos puntos más bajo a los ocho años.

También se vio un impacto negativo en el coeficiente intelectual de los alimentos para bebés preparados que se administran a los seis meses, pero algunas asociaciones positivas cuando se administran a los 24 meses.

Este estudio refuerza la necesidad de proporcionar a los niños alimentos saludables en un momento crucial y formativo de sus vidas.

Si bien las diferencias en el coeficiente intelectual no son enormes, este estudio proporciona algunas de las pruebas más sólidas hasta la fecha de que los patrones dietéticos de seis a 24 meses tienen un efecto pequeño pero significativo en el coeficiente intelectual a los ocho años.

Otro estudio publicado en el Journal Child Development investigó si existe relación entre la obesidad y el desempeño escolar. Se realizó un estudio longitudinal, que incluyó una cohorte de 6,250 niños con sobrepeso y con obesidad, desde preescolar hasta quinto grado.

Los niños que al iniciar el preescolar tenían sobrepeso o que estaban obesos, obtuvieron bajas puntuaciones en las pruebas de matemáticas desde primer hasta quinto grado, en comparación a los niños que no eran obesos. Los efectos fueron variados para los niños que se convirtieron en obesos después de iniciado el estudio:

· Los varones que se convirtieron en obsesos desde tercer a quinto grado experimentaron caídas en sus notas de matemáticas.

· Las niñas que se convirtieron en obesas después de iniciado el estudio, mostraron lapsos en su desempeño de matemáticas.

Los resultados del estudio se mantuvieron constantes, aún después de que los investigadores consideraron otros factores que pueden afectar el aumento de peso en los niños y su desempeño escolar, como, por ejemplo, el sueldo de la familia, la educación de la madre y el tipo de empleo.

Los niños que al iniciar el preescolar tenían sobrepeso o que estaban obesos, obtuvieron bajas puntuaciones en las pruebas de matemáticas desde primer hasta quinto grado

Siguiendo a la experta Roberta López: "Es importante que consideremos el impacto a largo plazo de los alimentos que alimentamos a nuestros hijos". Propone:

10 consejos para mejorar la alimentación y el aprendizaje de los niños

1. Planifica la alimentación semanal: siguiendo horarios regulares en las comidas y evitando la improvisación. 

2. Basa la alimentación de la familia en alimentos de origen vegetal: como, por ejemplo, frutas, hortalizas, aceite de oliva, pan integral, pastas, legumbres, etc., y limita los alimentos de origen animal, seleccionando los bajos en grasas y poco procesados.

3. Sé su espejo: la familia es el principal referente, también para la alimentación: Si tomas frutas y hortalizas variadas diariamente, tus hijos e hijas también acabarán haciéndolo. Aunque pueden rechazar algunas, ten paciencia y ofrécelas en diferentes ocasiones y con diferentes preparaciones porque las acepten. ¡Están en constante transformación!

4. Utiliza las hortalizas a la comida y a la cena como ingredientes principales o en guarniciones; y las frutas por almuerzo, a los postres o entre horas: cuantos más colores haya, mejor, puesto que cada color de los alimentos ofrece una amplia gama de vitaminas, minerales y fitonutrientes que nos ayudan a luchar contra el envejecimiento y las enfermedades crónicas, además de ser buenos para los sistemas cardiovasculares e inmunológicos.

5. Ofrece las frutas enteras en lugar de zumos o batidos: si elegimos zumos, naturales o comerciales, mejor no pasar de un vaso pequeño al día. Los efectos metabólicos de la fruta no son iguales ni equiparables a los que ejercen los azúcares de los zumos, puesto que se ingieren más rápidamente que la fruta sin exprimir. Tampoco estamos estimulando la masticación y eliminamos gran parte de la fibra. Hay datos que relacionan el consumo de zumos de fruta con riesgo de sufrir caries dental.

6. «No los compres, ¡que te los comerás!: evita tener en casa alimentos ricos en azúcar, en grasas poco saludables o muy salados, como, por ejemplo, pastelería, bebidas azucaradas, néctares y otras bebidas a base de frutas, comer rápido, aperitivos fritos, etc. procura tener siempre al alcance alimentos saludables como, por ejemplo, fruta, frutos secos, hortalizas (zanahorias, tomates cherry…).

Haz que tus hijos e hijas participen en la compra, la planificación y la elaboración de las comidas: de esta forma, aceptarán más fácilmente los alimentos

7. Establece el agua como bebida habitual durante las comidas y a lo largo del día: no la sustituyas por otras bebidas, como refrescos o zumos, evita las “bebidas energéticas”, ya que tienen un alto contenido en cafeína (aportan más de 15 miligramos de esta sustancia por 100 mililitros de bebida). El Reglamento (UE) 1169/2011 obliga a incluir la siguiente mención en el etiquetado de bebidas con alto contenido en cafeína “contenido elevado de cafeína: no recomendado para niños ni mujeres embarazadas o en periodo de lactancia”. 

Las bebidas energéticas con azúcares pueden contribuir a exceder la ingesta diaria recomendada de azúcares simples (50 g en el día según la recomendación de la OMS), puesto que una lata de 250 ml aporta entre 27,5 g y 30 g. un consumo excesivo de cafeína puede provocar efectos fisiológicos no deseados como, por ejemplo, la alteración del sueño, tanto en el tiempo de conciliación como en la duración; efectos psicológicos y alteración del comportamiento, así como trastornos cardiovasculares. Estos efectos son comunes a otros alimentos que contengan cafeína: café, té, chocolate, guaraná, etcétera.

 8. No utilices los alimentos como castigo o premio: intenta transmitir a los niños los valores positivos que aportan los alimentos: color, variedad, sabor, estacionalidad, sostenibilidad, etc.

 9. Recupera las recetas tradicionales de la dieta mediterránea: especialmente las que incluyen legumbres, peces, frutos secos, huevos y hortalizas.

10. Haz que tus hijos e hijas participen en la compra, la planificación y la elaboración de las comidas: de esta forma, aceptarán más fácilmente los alimentos y las recetas que cocináis en casa.

Por último, compartir esta reflexión de Jonathan Swift: “Los mejores médicos del mundo son: el doctor dieta, el doctor reposo y el doctor alegría.

Dieta, coeficiente intelectual y niñez