viernes. 26.04.2024

No me hables más de innovación que me da algo. Y no es que yo me sienta un ludita, como los miembros del movimiento obrero-artesano opositor a los excesos de la automatización en los inicios de la revolución industrial, no se trata de eso, de lo que se trata es de que estoy hasta el gorro de que gente de todo tipo de pelaje y condición aduzcan la innovación como bandera de lo que se proponen hacer en el futuro inmediato y tal y tal. Yo sé que no agitan un trapo cargado de simbolismo, sino una muleta, un trapo trampa. Es un cinismo sin fin, puedes hacer la prueba. Tú pones a un tipo con cara de no tener otra idea que la de mantenerse en el cargo o proyecto que le apetece, le interrogas sobre cualquier temática, y en menos de cinco minutos te está hablando de ganar el futuro a base innovación y de apostar por el talento emergente, atraer gentes y emprendimientos creativos. No falla, es matemático, innovación, innovación y más innovación, da igual el contenido de tu pregunta.

Que me tienen hasta el toto vamos, que yo no quiero hablar mal, pero es que se pasan de innovadores y si no les sigues el rollo es que eres un apolillado, un stoper de la evolución y un sinsangre. Pero es que no puedo más. Acabo de oír la lectura que ha hecho Rishi Sunak, el premier británico, en el aniversario de los acuerdos de paz en Irlanda. Para él todo es una cuestión de innovación, ya sabéis que los Good Friday Agreements peligran por las contradicciones que para tales acuerdos supone el Brexit y la ruptura de la unidad de mercado que englobaba a las dos irlandas como miembros de la unidad integradora UE, que de paso allanaba las fronteras. Acuerdos muy afectados por la evolución de las relaciones entre las partes que ahora resurgen con fuerte carga política y amenaza de retorno a la violencia intercomunitaria. El riesgo es cierto, tanto que hasta Biden se desplazó allí para asegurarse de que la paz no podía romperse por falta de espíritu colaborador. Animó a que la desaparición de las fronteras, que tanto dolor provocaron, suponga un nunca más. Pues vale, viene Rishi Sunak y dice que con espíritu de equipo va a enfrentarse a los retos y tralarilo-tralará y que con grandes dosis de innovación, va a atraer las inversiones que van a hacer del área compartida de Irlanda un paraíso de la innovación que va a dejar boquiabiertos a todos los gestores de los parques empresariales de innovación que en el mundo existen (tengo contados millones solo en España).

Tú pones a un tipo con cara de no tener otra idea que la de mantenerse en el cargo, le interrogas sobre cualquier temática, y en cinco minutos te está hablando de innovación

Y se queda tan litri. Las pistolas ya han hecho acto de presencia en altercados de baja intensidad en el Ulster y en lugar de exponer cómo va a gestionar el anhelo segregacionista y populista brexiter con la cordura que requiere un tiempo y un espacio en el que las fronteras no tienen sentido, se lanza a un bla, bla, bla vacío de contenido y rellenado con el espumillón que la innovación y la atracción del talento traen a la cabeza de todo aquel que no tiene en la suya más que el serrín de roer lo que le mantiene en su puesto. Pero esto no es exclusivo del premier británico. Si me apuras hasta tiene un algo de verosimilitud en su caso, tened en cuenta que proviene del mundo de las finanzas de la City, algo así como lo que fue Hollywood para el cine de los años treinta y cuarenta [i]. 

Como digo, la utilización pervertida del concepto de la innovación ha hecho que su nombre sea tomado en falso por doquier. No hay un alcalde, un presidente de comunidad autónoma, un ministro o aspirante a cualquier de estas altas responsabilidades que no esconda su falta de ideas y su encogimiento de carácter que no lo oculte bajo el mantra de la innovación. Si ceden terrenos públicos es para atraer inversionistas ahítos de innovación, si de lo que se trata es de permuta de solares es para facilitar el agrupamiento, para crear clusters de innovación. Si se aprueba la idoneidad de universidades de pinta y colorea, es para consolidar el talento requerido para el magno propósito de la innovación. No hablan de rebajas fiscales sino de estímulos necesarios para la inversión promotora de la innovación. Si no se mantienen plantillas de servidores públicos es tan solo para liberar recursos destinados a la innovación.

No hay un alcalde, un presidente de comunidad, un ministro o aspirante que no esconda su falta de ideas y su encogimiento de carácter que no lo oculte bajo el mantra de la innovación

Y yo, como otros (Peter Singer pj) digo que no quiero tanta innovación, que el mundo era mucho más redondo, más justo y más equilibrado en la segunda mitad del siglo XX, periodo en el que innovación era igual a frigorífico, televisión y automóvil. Que tanta verbalización de la palabra innovación ha obrado como en el caso del súcubo de Bitelchus, ha emergido de las tinieblas y anda haciendo de las suyas, hasta el punto en el que tenemos que empezar a pensar en una tregua. Quizás algo tarde, una máquina ha aprendido bengalí sin ninguna orden humana para que lo hiciera.

¡Acojona eh! Pues puede que consigamos frenar la inversión loca en inteligencia artificial, pero no vamos poder impedir que legiones de voceros públicos sigan mortificándonos con sus atrasadas arengas en pos de la innovación. 


[i] Los publicitarios ingleses ya se quejaban a principios del milenio que los talentosos y reconocidos creativos de publicidad huían en bandadas a ejercer su creatividad (y a cobrar por ello) en la actividad financiera. Recordad que la crisis del 2008 fue resultado de lo que se conoció como finanzas creativas

No a la Innovación