sábado. 27.04.2024

@Montagut | Uno de los aspectos que más generaba crítica y ataques por parte de los sectores religiosos y políticos del integrismo español en relación con la masonería tenía que ver con los actos públicos o semipúblicos que pudiera realizar en la época de la Restauración, ya que, se interpretaba que la Constitución, aún permitiendo el culto privado, no permitía la publicidad del mismo, y en este sentido, por parte de estos sectores se incluía a la masonería. La segunda parte del artículo 11 decía lo siguiente: “No se permitirán, sin embargo, otras ceremonias ni manifestaciones públicas que las de la religión del Estado”. Y para el integrismo, la masonería sería una especie de culto.

Pues bien, en mayo de 1891 el Gran Oriente Español inauguró un nuevo local en el Pretil de los Consejos, número 5 en Madrid. Las obras comenzaron el día 4 y unos pocos días después se habían terminado. En el mismo había un gran templo, despachos, oficinas, biblioteca, un salón de reuniones, archivos y distintas dependencias, así como un amplio salón para descanso, sirviendo también de “salón de pasos perdidos”. El local se iluminaba con luz eléctrica. El templo se consagró y se celebró una asamblea general del Oriente con muchos asistentes, además ofrecerse un “fraternal banquete”. Por su parte, el gran maestre, Miguel Morayta, invitó a un lunch en su casa la noche del día 17 de mayo.

Uno de los aspectos que más generaba crítica de los sectores religiosos y políticos del integrismo español tenía que ver con los actos públicos o semipúblicos de la masonería

La inauguración de la nueva sede del Gran Oriente Español tuvo una evidente repercusión en la prensa. Pero, además, los ecos de este solemne acto llegaron al Congreso de los Diputados. El diputado integrista Ramón Nocedal intervino en la sesión del día 21 de mayo, dirigiendo una pregunta al ministro de Gobernación, Francisco Silvela. Nocedal afirmaba que por desgracia en España se toleraban cultos disidentes o más bien “cultos falsos”. La francmasonería, para Nocedal, estaba fuera de toda moral, es decir, de la moral católica que, defendía como la única verdadera. Y para ello citaba al papa León XIII cuando afirmaba que la masonería era un semillero de crímenes y maldades, una especie de “peste funesta y abominable”, en fin, una “monstruosidad que la misma naturaleza rechaza, y, por lo tanto, la razón y la misma verdad demuestran que la sociedad de que hablamos pugna con la justicia y la probidad naturales”.

Después de este preámbulo, Nocedal preguntaba al ministro si entendía que el papa era autoridad suprema en lo que se refería a la moral, porque si lo era, como con “un signo afirmativo” le había indicado desde su escaño, le indicaba lo que el periódico El Globo había publicado sobre la Asamblea anual de representantes del Gran Oriente Español y la inauguración del nuevo local. Pero, además, aludía a como el señor Morayta en un juicio oral que hubo en Castellón, había declarado que existía una porción de sociedades que estaban autorizadas por el Gobierno de la provincia de Madrid, y que eran masónicas. Así pues, si el ministro aceptaba la autoridad moral del papa, Nocedal se preguntaba si iba a tomar medidas para evitar que existiese en España sociedad alguna que tuviera que ver con la masonería. En caso de que la respuesta no fuera positiva añadía otra pregunta en relación si creía que el artículo 11, al que hemos aludido al comienzo de esta pieza, estaba de adorno en la Constitución.

Para el integrismo,  la masonería era un semillero de crímenes y maldades, una especie de “peste funesta y abominable”

Al parecer, la respuesta de Silvela no le pareció muy clara al diputado integrista porque consideraba que había eludido la cuestión al remitirla a los tribunales de justicia. Entonces volvió a intervenir para recordar que había sido el gobernador de Madrid el que había autorizado el Gran Oriente Español sin mediar decisión o sentencia judicial. Por eso, le parecía evidente que correspondía al poder ejecutivo autorizar o no una asociación. Nadie ignoraba que existía la masonería, esto es, era un hecho público y notorio. Por lo tanto, quería saber si el ministro estaba dispuesto a la disolución de la misma e impedir que los gobernadores volvieran a autorizar alguna de las asociaciones masónicas.

Hemos trabajado con el número del 30 de junio de 1891 del Boletín Oficial del Gran Oriente Español.

El integrismo contra el Gran Oriente Español en 1891