sábado. 27.04.2024
desnudez

Recientemente una artista, cantante del grupo Amaral, enseñó sus tetas generando todo tipo de comentarios a favor y en contra, pero en definitiva generó. Uno que anda repasando el papel vanguardista en el pensamiento, venía echando de menos ese halo de rupturismo, provocación y libertad de expresión entre otras y de alguna manera estaremos que algo de eso se dio y casi podría finalizar afirmando que, con eso para mí, me valdría.  Pero… algo más tendremos que decir al respecto, ¿verdad?, y es que, recordando me viene también esa idea fuerza con la que los estoicos, en concreto Séneca en su carta a Lúcilo nos afirmaba: “Si quieres formarte un juicio exacto sobre un hombre y saber cómo es verdaderamente, míralo desnudo”. Y desnudo se ha encontrado alguien más, sobre todo cognitivamente hablando.

Pero, miren por donde, la desnudez y su “tendencioso” significado va y ha ido muy cogido de la mano de la cultura y en nuestro caso más que por una cuestión estoica nada deleznable y muy a tener en cuenta, viene marcada por la concepción teológica de tinte bíblico en relación a Adán y Eva, después del pecado, donde se percatan por primera vez de que estaban desnudos: “…entonces se abrieron los ojos de ambos y vieron que se hallaban desnudos.” (Génesis 3,7). Ahora bien, aquí estaríamos hablando de una desnudez inconsciente o al menos en un nivel de conciencia muy diferente antes y después del Pecado y que me recuerda la metáfora de la verdad frente al interés y el orden. Y ¿de qué interés/orden estaríamos hablando? Diderot nos recordaba: “Cuidado con el hombre que habla de poner las cosas en orden. Poner las cosas en orden siempre significa poner las cosas bajo su control”.

Y de alguna manera estaríamos tratando de ello, de poner las cosas bajo la mirada y control de unos sobre otros, en este caso el cuerpo, pero sobremanera el cuerpo de mujer que ha venido siendo tratado más como medio de significación y herramienta de poder que como fin a significar. Me explico, el cuerpo de mujer se le ha asignado un sentido muy en relación a la sexualidad y calado pornográfico. Benjamin hablaba de la conversión del cuerpo de mujer como reclamo y publicidad, un cuerpo de mujer convertido en mercancía y destinado al consumo de masas.

Pero volvamos al ejemplo con el que empezamos, una mujer, cantante decide en un evento donde se canta, decide mostrar sus tetas.  Una imagen que en principio en poco o en nada variaba de ese imaginario preadolescente del taller mecánico cerca de casa y lleno de almanaques de chicas con sus tetas al aire o qué decir de esa cabina de camión con posters de igual guisa. ¿Entonces? Evidentemente, el sentido de orden ya señalado de Diderot, más el consumo de cuerpo femenino de Benjamin, junto al concepto de Foucault de los usos del cuerpo bajo el control del poder preestablecido, nos pone claramente en evidencia, situándonos frente a lo ocurrido.

Y es que al margen de posibles cuestiones retrogradas de determinados grupos sociales y políticos de nuestro país, lo que tenemos realmente delante de nosotros/as, no es tanto un cuerpo desnudo, o parte de él, sino que nos exige empezar por uno mismo, desnudarnos cognitiva y culturalmente ante la perturbación de afección o desafección de unos hechos que como en el origen del génesis ni eran inconscientes antes del pecado ni más conscientes después. ¿Qué veo, qué vemos como sociedad mediatizada?

En línea, interesante la propuesta que lanzó hace unos años la performista luxemburguesa De Robertis que realizó una performance en el museo de Orsay, que tituló «Espejo de origen» y que consistía, básicamente, en sentarse y exponer su sexo delante del cuadro de parecidos tintes de Courbet “Origen del mundo”. Y es que un desnudo representa y define más a quien lo mira que a quien lo presenta. De Robertis añadía: “Frente a la sobreexposición del sexo en nuestro mundo contemporáneo, no hay nada más que revelar, excepto el anuncio de un nuevo mundo donde los grandes maestros se dejan mirar por las mujeres”.

Y es que las tetas de Eva Amaral no representan más que a los auto-aludidos y nos sitúa como sociedad con un discurso, ideología y competencia cognitiva; no hay más y es mucho. Y personalmente situaciones como la que nos ocupa y ulteriores comentarios al respecto me obligan siempre a preguntarme: ¿Quién es la gente peligrosa de nuestro presente? ¿Hay peligro? ¿Peligro para quién? El desnudo, la muestra de sus tetas dejará de ser una necesidad reivindicativa y lucha feminista, cuando el establishment deje de ordenarlo y usarlo. Pues se trata de eso, de reconocer a las mujeres o de instrumentalizarlas. Mientras solo me queda aplaudir, apoyar y escribir. Oculta conciencia e ilimitada desidia.

José Turpín Saorín es antropólogo y filósofo.

La desnudez, paradigma de una oculta conciencia