viernes. 19.04.2024

El control del aparato del Estado no es suficiente para explicar la aparentemente segura victoria de Daniel Ortega

Las elecciones en Nicaragua de este domingo, 6 de noviembre, tienen un resultado cantado, salvo que fallen estrepitosamente todas las encuestas. Daniel Ortega, el histórico dirigente sandinista, repetirá mandato. Y, además, vencerá sin necesidad de ir a una segunda vuelta. Si hace 5 años venció con un modesto 38 % de los votos, ahora las encuestas le dan 48 %, sacando una ventaja de 18 puntos a su más directo rival, Fabio Gadea.

No parece que la situación sea igual a la de 1990, cuando todos los sondeos también le daban la victoria, aunque finalmente perdió frente a Violeta Chamorro. Aquellos eran tiempos en los que la Revolución Sandinista estaba desgastada políticamente por el acoso de EE.UU. y su brazo, la contra. En aquella ocasión la gente votó hastiada por una guerra que impuso enormes sacrificios a toda la sociedad.

Hoy, Daniel Ortega goza de un índice de popularidad inédito. Y, lo que es más curioso, con apoyos que van más allá de su clientela natural. Por primera vez, el COSEP (Consejo Superior de la Empresa Privada), no respalda formalmente a ningún partido antisandinista. Las relaciones del gobierno sandinista con Hugo Chávez, Irán o la Libia de Gadafi, y las declaraciones contra el imperialismo norteamericano, no dejan de ser pura retórica. En Nicaragua no hay expropiaciones como en Venezuela y el clima para los empresarios, con nula conflictividad laboral, es ahora mucho más favorable que en tiempos pasados.

Ortega es el candidato del sandinismo, aunque sería más acertado decir que lo es del “orteguismo”, dados los numerosos abandonos de antiguos e importantes aliados. Sergio Ramírez, que fuera su vicepresidente tras el triunfo de la revolución, dijo recientemente: ”Ortega no tiene una verdadera voluntad de cambio estructural, su discurso populista solo sirve para recibir dinero de Chávez y aumentar su fortuna personal”. De los viejos dirigentes sandinistas, solo permanecen con Ortega Tomás Borge, Miguel D´Escoto y Bayardo Arce.

A pesar de que las encuestas son claramente favorables para Daniel Ortega, es motivo de preocupación la limpieza del proceso. En el recuerdo está el fraude en las elecciones municipales del 2008, que privó a la oposición de medio centenar de alcaldías, incluyendo la de Managua. El fraude fue tan evidente que varios países y la Unión Europea decidieron eliminar sus programas de ayuda y cooperación.

También preocupa el hecho de que el gobierno no admite la presencia de observadores internacionales. Solo de “acompañantes”, que tienen que atenerse a las directrices del Consejo Supremo Electoral. No tienen libertad de movimientos y no podrán emitir informes sin la aprobación previa del Consejo. Aún así la UE envía un pequeño equipo, pero el Centro Carter, que estuvo en todas las elecciones en Nicaragua desde 1990, no participará por el retraso del gobierno en establecer las reglas del juego.

También se ha denunciado el retraso en la entrega de miles de cédulas electorales, especialmente en las zonas del país consideradas como terreno de la oposición. Pero lo más controvertido de todo es la legitimidad de la candidatura de Daniel Ortega, ya que la Constitución de Nicaragua prohíbe la reelección. Su artículo 147 dice: “no podrá ser candidato a presidente el que ejerciese la presidencia de la república en cualquier tiempo del período en que se efectúa la elección para el período siguiente, ni el que la hubiera ejercido por dos períodos presidenciales”. Ambas circunstancias concurren en Ortega, que en 2008 y 2009 intentó sin éxito que el parlamento aprobara una reforma constitucional.

Recurrió entonces a la Corte Suprema que en octubre de 2009 dictaminó que la Constitución iba contra los derechos humanos del presidente. Aprovechando que algunos magistrados del Tribunal (opositores) habían viajado a España a una conferencia, el resto se reunió de urgencia y habilitaron la candidatura de Ortega. El juez que redactó el dictamen explicaría luego al cuerpo diplomático que los redactores de la Carta Magna habían ignorado la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano, de la Revolución Francesa y la Declaración de Derechos Humanos de la ONU Razón por la cual ellos tuvieron que elegir entre esta antinomia y lo hicieron a favor de Ortega.

El control del aparato del Estado y de instituciones como el Consejo Electoral o la Corte Suprema no son suficientes para explicar la aparentemente segura victoria de Daniel Ortega. Siendo como es uno de los países más pobres del mundo, y sin que la situación haya mejorado sustancialmente en los últimos años, la economía nicaragüense ha venido creciendo de manera sostenida. Las exportaciones vienen creciendo entre el 20 y el 30 %, la inflación fue del 4,9 % en los nueve primeros meses del año, y las reservas alcanzan una cifra récord para el país, 2.000 millones de dólares. A esto hay que sumar una circunstancia de la que también se están beneficiando otros países latinoamericanos, como es los altos precios internacionales de los principales productos de exportación, en el caso de Nicaragua el café y el oro.

Los sectores populares se han beneficiado además de programas sociales financiados básicamente por la ayuda venezolana, unos 500 millones de dólares anuales (Venezuela suministra además petróleo a valores preferenciales). Los fondos venezolanos, que equivalen a un 11 % del PIB, son manejados discrecionalmente por Daniel Ortega, sin ningún control parlamentario y por fuera del presupuesto nacional.

Sirve para financiar, por ejemplo, el programa Hambre Cero, que entrega a los campesinos pobres una vaca y una cerda preñadas. Mediante otro programa se entregan planchas de zinc para construir casas. El clientelismo se intensificó en los últimos días de campaña, con la entrega de nuevas ayudas a los más necesitados, incluyendo títulos de propiedad a los habitantes de asentamientos irregulares.

El único rival de cierto peso en estas elecciones es Fabio Gadea, que agrupa a buena parte de la derecha y al disidente Movimiento de Renovación Sandinista. Gadea es un popular hombre de radio, de 80 años, creador de un popularísimo programa que todos los nicaragüenses han escuchado, “Los cuentos de Pancho Madrigal”. Gadea disputa la presidencia simultáneamente a Daniel Ortega y a su suegro, el ex presidente Arnaldo Alemán, tercero pero muy atrás en las encuestas. Alemán, representante de la derecha más pura, y que fuera condenado a 20 años de cárcel por corrupción, llegó en el pasado a forjar una alianza de hecho con Ortega.

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