miércoles. 24.04.2024
lula
Lula en una imagen de archivo.

El 7 de mayo se cumplieron 30 días de prisión del expresidente Lula. Se le concedió por primera vez poder recibir la visita de amigos. Tuve el honor de ser el primero en encontrarlo por la amistad de más de 30 años y por la comunión de causa: la liberación de los empobrecidos y para reforzar la dimensión espiritual de la vida. Cumple el precepto evangélico: "estaba preso y me visitaste".

Lo encontré como lo conocemos fuera de la prisión: cara, pelo y barba, apenas levemente más delgado. Los que querían verlo borroso y deprimido deben decepcionarse. Está lleno de ánimo y de esperanza. La celda es una amplia habitación, muy limpia, con armarios empotrados, baño y ducha en una zona cerrada. La impresión es buena aunque viva en una celda sólo, pues, a excepción de los abogados y de los hijos, sólo puede hablar con el guardián de origen ucraniano, gentil y atento, que se convirtió en un admirador de Lula. Le trae las marmitas, más cálidas ya más frías y café, siempre que lo solicite. Lula no acepta ningún alimento que los hijos le traen, porque quiere alimentarse como los demás presos, sin ningún privilegio. Tiene su tiempo de tomar el sol. Pero últimamente, mientras lo hace, aparecen drones sobre el espacio. Por precaución Lula pronto se va, pues no se sabe cuál es el propósito de estos drones, si fotografiarlo o, quizá, algo más siniestro.

Lo importante fue la conversación de naturaleza espiritual en la que se mezclaban observaciones políticas. Lula es un hombre religioso, pero de la religiosidad popular para la cual Dios es una evidencia existencial.

Lo encontré leyendo un libro mío, "El Señor es mi pastor", (de las Voces) un comentario del famoso salmo 23 el más leído de los salmos y también por otras religiones

Lo encontré leyendo un libro mío, "El Señor es mi pastor", (de las Voces) un comentario del famoso salmo 23 el más leído de los salmos y también por otras religiones.

Se sentía fortificado y confirmado, pues la Biblia generalmente critica los pastores políticos y exalta a aquellos que cuidan a los pobres, a los huérfanos y las viudas. Lula se siente en esta línea, con sus políticas sociales que han beneficiado a tantos millones. No acepta la crítica de populista, diciendo: Yo soy pueblo y he venido del pueblo y oriento lo más que puedo la política para él.

En la cabecera de la cama hay un crucifijo. (...) Aprovecha el tiempo de reclusión estricta para reflexionar, meditar, revisar tantas cosas de su vida y profundizar las convicciones fundamentales que dan sentido a su acción política, lo que su madre Lindu (que la siente como un ángel protector e inspirador) siempre le repetía: siempre ser honesto y luchar y una vez más luchar. Viene en ello el sentido de su vida personal y política: luchar para que haya vida digna para todos y no sólo para algunos a costa de los demás. La grandeza de un político se mide por la grandeza de su causa, dijo enfáticamente. Y la causa tiene que ser producir vida para todos a comenzar por los que menos vida tienen. En función de ello no acepta derrotas definitivas. No quiere caer de pie. Lo que no quiere es caer. Pero mantenerse fiel a su propósito de base y hacer de la política el gran instrumento para ordenar la vida en justicia y paz para todos, particularmente a los que viven en el infierno del hambre y de la miseria.

Este sueño tiene grandeza ética y espiritual innegable. Es a la luz de estas convicciones que se mantiene tranquilo, pues dice y repite: vive de esta verdad interior que posee fuerza propia y va a revelarse un día.

"Sólo quiero", comentaba, "que sea después de mi muerte, pero aún en mi tiempo de vida".

Se indigna profundamente a causa de las mentiras que divulgan contra él y sobre ellas montar el proceso del triplex. Se pregunta, ¿cómo pueden las personas mentir conscientemente y poder dormir en paz? "Hace un desafío al juez Sérgio Moro:" me presenta una sola prueba, de que soy dueño del triplex de Guarujá. Si aprendo renunciar a la candidatura presidencial ". Me recomendó que pasara ese mensaje a la prensa ya los que están en el campamento: "Soy candidato. "Quiero llevar adelante el rescate de los pobres y hacer de las políticas sociales en favor de ellos, políticas de Estado y que los costos que son inversiones entren en el presupuesto de la Unión. Voy a radicalizar estas políticas a los pobres, junto a los pobres y dignificar nuestro país".

La meditación le hizo entender que esta prisión tiene un significado que trasciende a él, a mí y a las disputas políticas. Debe ser el mismo precio que Gandhi y Mandela pagaron con prisiones y persecuciones para alcanzar lo que alcanzaron. "Así creo y espero", decía, "que es lo que estoy pasando ahora".

Yo que entré para animarlo, salí animado. Espero que otros también se animen y griten el "Lula libre" contra una justicia que no se muestra justa.


Artículo publicado en Alainet

Encuentro con Lula: espiritualidad y política