miércoles. 24.04.2024
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En España se confundía el clericalismo con la religión, y se pretendía convertir la “teocracia en civilidad”, saliendo perjudicadas tanto ésta como la religión

@Montagut5 | El PSOE denunció en plena campaña electoral de las elecciones municipales de abril de 1931 la intervención eclesiástica en la misma.

Los socialistas querían dejar claro, a través de las páginas de El Socialista, que no era cierto que las fuerzas antimonárquicas fuesen contrarias a la religión porque la política no debía entrometerse en las conciencias, aspecto que siempre defendió el socialismo español. La política no podía y no debía imponer ninguna creencia ni prohibirlas. Pero sí se pretendía delimitar las esferas, oponerse a que determinados sectores se salieran de su función para intervenir en la competencia del poder civil. Por ello, criticaban tanto los discursos apasionados contra el régimen monárquico de “algún conspicuo antidinástico”, pero en los que menudeaban “protestas de fe católica”, como las manifestaciones públicas de miembros de la Iglesia. En España se confundía el clericalismo con la religión, y se pretendía convertir la “teocracia en civilidad”, saliendo perjudicadas tanto ésta como la religión.

Estas consideraciones tenían relación con una realidad que querían denunciar los socialistas, y que se estaba produciendo en el madrileño Puente de Vallecas. Los sermones de los misioneros se habían convertido en mítines y alocuciones en favor de la dinastía.

Los socialistas observaban que dichos misioneros no se habían conmovido por el dolor y la miseria de los hogares, ni les preocupaba el nivel de analfabetismo, ni habían protestado por la gran desigualdad existente en España. Justo en el momento en el que se quería comenzar a cambiar la situación (no olvidemos, de nuevo, el carácter que tomaron estas elecciones), se movilizaban para impedir el cambio.

Además del caso del Puente de Vallecas se aludía a los religiosos del Colegio del Niño Jesús de Praga, que, al parecer, habían convocado a los padres para formar una Sociedad para hacer campaña contra las fuerzas antidinásticas. Algo parecido, habrían pretendido los hermanos del Colegio “La Acacia”, que, además, percibían una subvención municipal.

Por fin, en esas mismas páginas de El Socialista se detallaba la campaña emprendida por las monjas del Corazón de Jesús, que distribuían una nota de la madre superiora recomendando candidatos monárquicos. En conclusión, los socialistas consideraban que las misiones y las catequesis se habían convertido en “electoreras”.

Unos pocos días después, el Partido Socialista hizo pública una nueva denuncia en las páginas de su órgano oficial. Se aludía a lo que consideraban un toque a rebato con motivo de la lucha electoral por parte de los obispos, es decir, en una escala mayor que en la denuncia anterior. Los socialistas insistían en su línea de pensamiento en esta materia al incidir en la necesidad de la separación de la esfera pública de la religiosa, aunque no habría nada que objetar, siempre según su opinión, si se pusieran del lado de la “razón y la justicia”, pero no lo podían hacer porque disfrutaban de un modo de vida bien alejado del cristianismo primitivo.

Los socialistas, como hemos dicho, se referían a las pastorales de los obispos mencionados en las que recomendaban las candidaturas monárquicas a sus diocesanos. Eran calificados de representantes de un “orden nefando”, de privilegio, tiranía, y “miseria material y espiritual”, un orden en el que podían “regodearse” los obispos. En el artículo de El Socialista donde se hacía esta denuncia se pormenorizaban los males del régimen político que había que derribar porque, no podemos olvidar, que las elecciones de abril de 1931 se planteaban como un plebiscito entre Monarquía y República. Las exhaustivas críticas del sistema iban dirigidas, especialmente a los “católicos, sinceros, españoles”, para que no se dejaran embaucar por “arengas pastorales al servicio, no de Cristo, sino de Plutón”. Por eso se pedía el voto para los antidinásticos, para construir otro régimen político.


Hemos trabajado con los números 6912 y 6916 de El Socialista. Por otro lado, no olvidemos la consulta de las siguientes monografías: V. Arbeloa, Socialismo y anticlericalismo, Madrid (1973); L. Gómez Llorente, Aproximación a la historia del socialismo español hasta 1921, Madrid (1976); y Mate y V. Arbeloa, “La crítica de la religión en el socialismo español”, Sistema, 31 (1979).

El PSOE frente a la intervención eclesiástica en las elecciones de abril del 31