jueves. 02.05.2024
Alexis Tsipras
Alexis Tsipras

El gobierno de derechas griego de Nueva Democracia ha aprobado una Reforma Laboral que significa un paso atrás en lo referente a los derechos laborales. La Reforma de Mitsotakis de Nueva Democracia significa un retroceso abusivo y que va en contra del camino que se está recurriendo en la UE. No solo atenta contra el derecho de la jornada laboral sino que impide en la práctica toda posibilidad de conciliación familiar.

La Reforma permite a los empresarios establecer un sexto día laboral variante los horarios laborales para adaptarlos en las necesidades de la producción. Así mismo la reforma permite que el trabajador simultanee su primer trabajo con otro de hasta 5 horas, cosa que significaría 13 horas diarias. De este segundo trabajo podría ser despedido sin derecho a indemnización.

Por otro lado se establecen unos nuevos contratos de guardia en los cuales el trabajador estará siempre a disposición del empleador que podrá variar sus horarios con solo 24 horas de preaviso. También los trabajadores podrán ser despedidos sin previo aviso y sin indemnización durante el primer año de trabajo.

La Reforma de Mitsotakis de Nueva Democracia significa un retroceso abusivo y que va en contra del camino que se está recurriendo en la UE

Así mismo se limita el derecho de huelga, pudiendo sancionar a los piquetes sindicales si impiden la entrada o salida con penas de hasta seis meses de prisión y 5.000 euros de multa.

Esta contrarreforma laboral calificada de “esclavista va en contra de todas las tendencias europeas q-­ue plantean una mejora de la calidad de la producción y los servicios mediante la compatibilidad de la productividad y la rentabilidad con la mejora de las condiciones laborales con especial referencia a la conciliación laboral, Un ejemplo de esto sería la Reforma Laboral efectuada en España con el acuerdo de empresarios y sindicatos aprobado por el Parlamento.

Por su parte la retrógrada Reforma Laboral griega ha recogido las enhorabuenas de los mercados especulativos internacionales y las famosas empresas de “rating” las que siempre pulsaban las regresiones en las políticas laborales.

Sin embargo, alguna responsabilidad tiene la sociedad griega que parece no aprender de la historia. Lo que no puede hacerse es votar en un gobierno de derechas y después lamentarse por sus actuaciones. Y especialmente Grecia tendría que saberlo, analizando su reciente historia.

Los gobiernos de la derecha de Nueva Democracia son los principales responsables de la gran crisis griega que estalló a partir del 2009. En enero de 2010 la Comisión Europea acusó en Grecia de irregularidades sistemáticas en el envío de sus datos fiscales. El grupo Goldman Sachs estuvo involucrado en esta falsificación y ayudó a esconder el déficit real de las cuentas griegas. Hay que destacar que el entonces Presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, había sido cargo operativo de este banco en el periodo del ocultamiento del déficit.

Ante esto se generó el miedo en la UE y especialmente en Berlín de que Grecia fuera capaz de reconducir su situación y pusiera en cuestión la estabilidad de la Eurozona y del euro.

Las presiones cada vez mayores y un plan de rescate draconiano por parte de la Unión Europea encabezada por Alemania comportó una crisis social en Grecia y un clima de indignación entre su población que se veía castigada por las ilegalidades de unos gobiernos corruptos. Todo esto comportó la llegada al poder de Syriza y Alexis Tsipras en 2015.

Merkel y la UE no estaban dispuestos a dejarse impresionar por la voluntad democrática de los griegos y endurecieron las condiciones del rescate

No hay duda que al margen de la delicada situación, la elección del gobierno de izquierdas provocó una radicalización en la posición alemana y por tanto del conjunto de la UE, y dio inicio a la política del austericidio.

El Gobierno de Syriza intentó negociar con la “Troika” pero todos los intentos de acercamiento fueron inútiles. Ya no se trataba de una cuestión económica y se exigió en el gobierno griego una rendición sin condiciones o en caso contrario le enseñaron la puerta hacia la salida de la “zona euro” y un supuesto retorno al “dracma”.

Frente a esta situación Tsipras y Syriza intentaron un último intento de hacer entender en la UE la necesidad de una negociación diferente a los términos del rescate, para lo cual organizó un referéndum sobre la aceptación del “Diktat europeo”. Sin duda Tsipras intentó que Europa fuera consciente del sentir democrático del pueblo griego y fuera sensible a la voluntad democrática del país. El referéndum fue un éxito del “No” al rescate. A pesar de esto Merkel y la UE no estaban dispuestos a dejarse impresionar por la voluntad democrática de los griegos y endurecieron las condiciones del rescate.

El problema no era ya económico sino de enfrentamiento político. Alemania no podía tolerar las exigencias de un “enano económico” como Grecia dirigido por un “neo-comunista”. Sin embargo Tsipras no se limitó a efectuar el ejercicio democrático del referéndum sino que planteó un paquete alternativo para modificar los términos del rescate planteando una propuesta alternativa donde se contemplaba una amplia propuesta de reformas tributarias y ajustes del gasto gubernamental. La base de la propuesta no impugnaba el rescate sino sus aspectos más lesivos para la mayor parte de la sociedad griega. Así por ejemplo se planteaba una reforma tributaria sobre los sectores más ricos a cambio de evitar el recorte en unas pensiones ya de por sí bajas. El “No de la Troika” fue radical imponiendo condiciones todavía más exigentes que las anteriores al Referéndum. Junto a esto, inició medidas más cruentas como dejar de facilitar euros en los bancos griegos que tuvieron que cerrar sus puertas efectuando una asfixia económica en Grecia.

A la vista de la actual situación de Grecia es imposible no observar con nostalgia a Alexis Tsipras un dirigente político de izquierdas coherente

Ante esta situación Tsipras se enfrentó a los que dentro de Syriza querían mantener el enfrentamiento e incluso optar por la opción de volver a la antigua moneda griega el dracma. Sin embargo Tsipras y la mayoría del partido optó por la opción más cuestionada ideológicamente pero la mejor para el país. Tsipras aceptó negociar el rescate a partir de la consideración de que la aplicación por parte de Syriza sería mejor que dejarlo a la gestión de otro partido con menor sensibilidad social.

Tsipras convocó nuevas elecciones y las ganó nuevamente y a partir de aquí se centró a conseguir la aplicación más suave posible del plan de rescate. Sin embargo, a pesar de ser lo mejor por el país, tuvo que cargar con el peso de la derrota frente a la UE.

A pesar de esto Tsipras todavía reservaba una nueva prueba de su claridad ideológica y la capacidad para enfrentar temas conflictivos. En este segundo mandato y a pesar del peso del nacionalismo en Grecia consiguió un acuerdo histórico de reconciliación con el estado de Macedonia que a consecuencia del acuerdo se transformó en Macedonia del Norte, acabando con un persistente estado de tensión entre países vecinos que no se reconocían.

A la vista de la actual situación de Grecia es imposible no observar con nostalgia a Alexis Tsipras un dirigente político de izquierdas coherente que siempre supo poner por ante su deber hacia sus compatriotas.

Especialmente importante es recalcar su actitud de afrontar las dificultades ante los que siempre quieren quedar bien aunque sea a expensas de aquellos a los cuales dicen representar.

Abusiva reforma anti-laboral. Nostalgia de Tsipras