sábado. 20.04.2024
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Mitin del presidente de Siryza el pasado 19 de mayo.

Hace cincuenta años, Lluis Llach, músico y cantautor catalán, maduraba la creación más ambiciosa y brillante de su trayectoria artística, hasta entonces, Viatge a Itaca, obra del poeta griego por entonces ya fallecido Konstantinos Kavafis, no era uno más de esos poemas a los que Llach, como tantos otros, había dado un nuevo aliento de vida mediante su conversión en canciones de resistencia, lucha y esperanza de libertad. Viatge a Ítaca rompía las fronteras de la militancia política y social. Iba más allá del atrevimiento del mensaje combativo (como había sido L’Estaca, a finales de los sesenta). El valor original del poema musicado de Kavafis residía en la celebración de la utopía. La obra salió a la luz en 1974, año de convulsiones políticas y esperanzas renacidas en toda España. Y en Grecia, donde la “dictadura de los coroneles” se desfondaba tras su aventurera intervención en Chipre. En el país de Kavafis empezaba a despuntar el alba de libertad, que se extendería luego por todo el sur de Europa: primero, Portugal; luego, España.

Las nubes de la política real ensombrecieron pronto la utopía kavafiana en cualquiera de esos tres países. La democracia les llegó en uno de esos momentos de dificultades extremas (crisis del petróleo tras la guerra del Yom Kippur, agotamiento del modelo de nivelación social de la socialdemocracia europea e irrupción del neoconservadurismo revanchista anglosajón).

El modelo ultraliberal que ha dominado Europa (y Estados Unidos, su inspirador y motor) hasta finales de la primera década del presente siglo arrasó con todos los avances sociales de la segunda posguerra europea. Y Grecia, de nuevo Grecia, se convirtió en el epítome de esa masacre social y política. La ruina del país, propiciada por la mala gestión de los gobiernos del “consenso centrista” (PASOK y Nueva Democracia) y las recetas neoliberales subsiguientes, dinamitó la estructura política del país.

El modelo ultraliberal que ha dominado Europa hasta finales de la primera década del presente siglo arrasó con todos los avances sociales de la segunda posguerra europea

En 2012, en un panorama dantesco de quiebras, desempleo, pobreza y hambre, surgió una alternativa de izquierdas con ribetes utópicos, sin anclaje orgánico en las familias clásicas (socialistas o comunistas). SYRIZA inspiró un nuevo viaje a Ítaca, una singladura que debía ir “más allá de los árboles caídos que ahora nos aprisionan”, como había escrito Kavafis.

Ya se sabe cómo acabó aquella travesía griega de la esperanza renacida. Tsipras y Varufakis creyeron haber cegado a Polifemo, pero el monstruo de la gruta de la austeridad europea resultó tener más de un ojo y el “Dios del viento” no impulsó el barco de los utópicos, sino que lo desguazó con inclemencoa. Tsipras fue humillado en Bruselas. Y, cuando intentó presentar su claudicación como una tregua antes de seguir la travesía, muchos desengañados griegos le volvieron la espalda. En 2019 aún pudieron aguantar a pesar de perder las opciones de gobierno. Ahora, cuatro años después, se ha levantado acta del naufragio. En estos ocho años de tormentosa singladura, SYRIZA ha perdido la mitad de sus “guerreros fieles al pueblo”: de 145 diputados ha pasado a 71.

¿Qué ha ocurrido para que la utopía se haya disuelto en la amargura del fracaso?

EL DESENGAÑO DE SYRIZA 

SYRIZA no ha encontrado la sabiduría que Kavafis loaba como la auténtica recompensa del viaje. El gran error de Tsipras y los suyos fue hacer creer que se podía derrotar al enemigo austericida sólo con gritar a las armas y remar con entusiasmo. No supo en su momento apreciar el valor de la paciencia, algo comprensible en parte, si se tiene en cuenta el apremio de la situación que heredaron. No ha aprendido lo suficiente de los errores o no ha construido la manera de explicarle a los griegos que no estaba preparada para combatir contra dioses tan implacables.

El proyecto se ha ido debilitando y el ejército de combatientes ha ido menguando, víctima de la endémica enfermedad de la izquierda utópica europea: la división creada por el personalismo, disfrazado de exigencias ideológicas puristas. La SYRIZA fuerte y unida de 2012 se ha roto en tres. El grupo mayor, que conserva siglas y la mayor parte de dirigentes, ha logrado poco más del 20% de los votos, dieciséis puntos menos que en enero de 2015. La facción intelectual, crítica y provocadora de Varufakis (Mera’25) ni siquiera ha franqueado la barrera del 3% necesaria para obtener representación parlamentaria. La escisión Rumbo a la Libertad (nombre de claras resonancias kavafianas), supera a los anteriores en unas décimas, pero tampoco lo suficiente para acceder a la Asamblea. Esta desbandada de los navegantes utópicos debería servir de aviso a las formaciones españolas análogas, ante los desafíos electorales. 

Otra lección del desastre ha sido la ruptura de puentes con el merecidamente denostado PASOK, ahora en otro trabajoso viaje de reconstrucción/regeneración, que le ha valido un empuje electoral de 4 puntos (hasta el 11%), insuficiente para mejorar sus opciones negociadoras.

Cuatro años después, se ha levantado acta del naufragio. En estos ocho años de tormentosa singladura, SYRIZA ha perdido la mitad de sus “guerreros fieles al pueblo”

LA ENGAÑOSA GESTIÓN DE MITSOTAKIS

Lo más lacerante del desfondamiento de SYRIZA es que su adversario conservador llegaba muy ensuciado al combate electoral. El gobierno de Kyriakos Mitsotakis arrastraba una cadena de escándalos que ilustraban la pobre salud democrática del país. Las escuchas telefónicas de periodistas, empresarios e incluso del líder socialista Nikos Androulakis, orquestadas desde los servicios secretos a través de una empresa informática en la que tenía participación el sobrino del primer ministro, desnudaron la hipocresía de la retórica liberal (1). Todo ello acompañado de un control cada vez más estrecho de los medios y de una reforzada vigilancia policial (2).

Más sangrante había sido el accidente ferroviario de febrero (57 muertos), que sacó a flote el deterioro criminal de las infraestructuras griegas tras la prolongada austeridad y el recorte de la inversión pública (3), considerado en su día como puro gasto para Bruselas y los gobiernos griegos sumisos. El actual jefe del gobierno ha tratado de compensar esas políticas con medidas que pudieran tener rédito electoral inmediato, pero siempre con la óptica de estimular fiscal y financieramente a los negocios (4).

Mitsotakis, de cuna rica y experimentada en las artimañas del poder, ha demostrado conocer mucho mejor los trucos de las democracias para presentar ciertos datos económicos como artículos de fé en la lucha por la supervivencia política (5). En 2022, tras el final declarado de la pandemia, el crecimiento económico se ha cifrado en el 5,2%, a costa del desempleo más alto de Europa (11%, pero un 24% entre los jóvenes) y una agudización de la desigualdad, con más de la cuarta parte de la población en situación de pobreza y un claro riesgo de exclusión (6). 

Mitsotakis, de cuna rica y experimentada en las artimañas del poder, ha demostrado conocer mucho mejor los trucos de las democracias

Atención aparte merece la regresiva política migratoria, que se ha ejercido sin complejos y con la complacencia de Europa (7). La denegación de auxilio a barcos en dificultades ha provocado una oleada de indignación entre las organizaciones humanitarias (8). El número de víctimas mortales en la ruta del Mediterráneo central ya ha batido los récords de años anteriores, y aún no estamos en verano, la estación que registra los mayores flujos migratorios. 

Nada de esto, que apela a la condición humana más noble, ha importado demasiado. Quienes desprecian la utopía como alimento de la inestabilidad y acreditan sus prestigiosos títulos académicos como garantía de eficacia han ganado la partida en Grecia. Una vieja epidemia se extiende de nuevo por el país: la desmemoria. Que lleva como corolario la apatía: un 40% de los griegos ni siquiera ha ido a las urnas.

Pero el esfuerzo de Mitsotakis no ha concluido. Como le falta un puñado de diputados para la mayoría absoluta, utilizará el mecanismo de reforma de la ley electoral para forzar otros comicios en verano. Pretende aprovechar el naufragio de SYRIZA para hacerse con todo el botín político. Ni siquiera esas decenas de miles de jóvenes mayores de 16 años que pueden votar este año evitarán la catástrofe de la izquierda utópica. Ítaca está aún más lejos. 


NOTAS

(1) “European Parliament report condemns spyware abuses in Greece”. BALKAN INVESTIGATIVE NEWS REPORT, 9 de mayo.
(2) “Greece’s prime minister wins an election but lacks a majority”. THE ECONOMIST, 21 de mayo.
(3) “Vent de colère après la catastrophe ferroviaire”. COURRIER DES BALKANS, 6 de marzo.
(4) “An election won’t end Greece’s troubles”. AKIS GEORGAKELLOS y HARRIS MYLONAS. FOREIGN POLICY, 19 de mayo.
(5) “Le premier ministre Kyriakos Mitsotakis sollicite un second mandat pour dejouer ‘l’instabilité’”. LE MONDE, 21 de mayo.
(6) “En Grèce, des élections legislatives, sur lesquelle plane le spectre de l’impasse politique” (resumen de prensa griega). COURRIER INTERNATIONAL, 21 de mayo.
(7) “As Greece votes, leader says blocking migrants built ‘good will’ with Europe”. THE NEW YORK TIMES, 21 de mayo.
(8) “EU asks Greece to investigate video showing migrants abandoned at sea”. THE NEW YORK TIMES, 22 de mayo;

Grecia: naufragio en Ítaca