martes. 30.04.2024
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Patricia Bullrich, candidata a presidenta por Juntos por el Cambio.

La campaña de cara a las elecciones generales del mes de octubre está dejando algunas “perlas” dignas de análisis. En el discurso de la derecha se cuelan los deseos de hacer “desaparecer” al peronismo, de “exterminarlo” para que “no vuelva nunca más”. Bien podría considerar el votante lacerado por el odio que esta es, en sí misma, una propuesta, un programa de gobierno; porque apela al sentimiento encarnizado que, fogoneado desde los medios del poder económico concentrado, ha conseguido transformarse en sentido común.

La campaña de la derecha argentina se sustenta en el odio irracional hacia el peronismo y hacia todo lo que éste representa. No hay mayores ideas, excepto la promesa de “mano dura” y represión, estrictamente necesarias para la aplicación de la vieja receta económica cuyas consecuencias los argentinos conocen de memoria. “En Argentina esto que usted plantea genera represión y muertos”, planteó el periodista Luis Majul al ex presidente Mauricio Macri. “Hay que hacer, lo que hay que hacer”, respondió Macri, y agregó: “El liderazgo se tiene que bancar gente en la calle y muertos”.     

La violencia contra los trabajadores, los precarizados y los pobres siempre encuentra justificación por parte de los líderes de la derecha. Sin embargo cuando se propone el cobro de impuestos a los grandes empresarios que evaden o esconden sus fortunas en paraísos fiscales, son ellos mismos, a través de sus voceros en los medios de comunicación hegemónicos, los que hablan de “violencia” y “discursos radicalizados”. Así de cobarde es la derecha cuyo chivo expiatorio siempre es el frágil, el débil, el vulnerable. 

CONTRA LOS POBRES Y LOS INMIGRANTES

“Los cajeros automáticos se transformaron en monoambientes”, dijo el primo de Mauricio Macri, Jorge Macri, candidato a Jefe de Gobierno Porteño. Las personas en situación de calle, víctimas de una ciudad gobernada por una derecha que no da soluciones habitacionales a miles de familias a las que empobreció, también entran en el discurso fascista de los Macris que a diario sacan a pasear su hipocresía por los medios de comunicación del poder económico concentrado.   

La mirada xenófoba y discriminatoria responde a una matriz cultural racista y eurocéntrica que jerarquiza y que coloca a determinados grupos históricamente vulnerados en el lugar de subhumanos

Y por supuesto los inmigrantes, sobre quienes pretenden hacer caer todos los males que padecen los “argentinos de bien”. Porque el discurso no es sólo xenófobo, sino racista y aporofóbico. No son las personas extranjeras en su totalidad los receptores del odio de derecha argentina; no es contra el alemán, contra el francés o contra el inglés que reside en la Patagonia. A esos inmigrantes se los admira, se los aprecia, se los mima. La mirada xenófoba y discriminatoria responde a una matriz cultural racista y eurocéntrica que jerarquiza y que coloca a determinados grupos históricamente vulnerados en el lugar de subhumanos.

Patricia Bullrich, candidata a presidenta por Juntos por el Cambio, sostuvo que “tenemos la mitad de la matrícula de alumnos extranjeros”. Una falsedad que, aunque pueda desmentirse, logra calar en ese votante inoculado de odio que no querrá saber que los estudiantes extranjeros representan apenas un 4,4 por ciento del total de los casi 2,5 millones de estudiantes que concurren a las universidades nacionales públicas y privadas de la argentina.

La campaña ya está en marcha. Lo que está en juego de cara a las próximas elecciones generales es nada más ni nada menos que el derecho a no ser menospreciados por una derecha soberbia que, cual psicópata narcisista, juega a buscar en otro lo que es incapaz de encontrar en su propio ADN.

La xenofobia se mete en la campaña de la derecha en Argentina