viernes. 26.04.2024
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Parlamento Europeo
 

Por David Buxens | Bien sabe el lector, que en los últimos días se han producido ciertas turbulencias políticas que han afectado sobremanera la agenda del principal partido de derecha tradicional de nuestro país, el PP. Dejo a mí buen amigo Mario Regidor el análisis profundo del caso español y procedo por mi parte a dar cuenta, a modo de fotografía fija de cuál es la situación de los diferentes partidos de derechas en la geopolítica europea.

Comencemos con nuestros vecinos del Norte, en la Francia de Emmanuel Macron, parece que según las encuestas la situación política tiende a mantenerse, ya que la ultraderecha del Frente Nacional, presidido por la siempre vociferante y xenófoba Marine Le Pen desciende en las encuestas, ya que la irrupción del totalitario Éric Zemmour, le resta intención de votos. Por otro lado, a fecha de hoy, los socialistas franceses escalan tímidamente en las encuestas a falta de decidir si su candidata a las presidenciales será la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, o bien se optará por un perfil de corte más intelectual que popular. Insuficiente a fecha actual para aspirar a una segunda vuelta.

Sigamos con nuestros vecinos, en Portugal, hace escasamente un mes, asistimos a unas elecciones generales en las que el actual Primer Ministro, Antonio Costa, arrasó a la derecha tradicional del PSD comandada por Rui Rio y consiguió una robusta mayoría absoluta que le permitirá sin ataduras, aplicar una agenda progresista basada en potenciar los servicios sociales y la ecología. El peligro principal viene del meteórico ascenso de la ultraderecha encarnada en el partido Chega.

En Italia, nos encontramos en una situación de atomización y falta de gobierno evidenciada en la prórroga contra su voluntad del mandato de Matarella como Presidente de la República, pero esto puede cambiar en unas más que previsibles elecciones nacionales. Mientras tanto, la Liga Norte del ultraconservador Matteo Salvini trata de polarizar el descontento social haciéndose fuerte en el Norte desarrollado del país, mientras el Movimiento “Cinque Estelle” de Antonio Conte, recién elegido líder en 2021, pierde fuerza y el PSI trata de reinventarse y obtener apoyos de las clases humildes. Muy incierto futuro el de los italianos a corto y medio plazo.

Nos desplazamos un poco más al Norte, en Alemania, la marcha de la carismática Ángela Merkel de la CDU ha dejado un hueco difícil de llenar, más teniendo en cuenta la ascendencia de Úrsula Von der Leyen en Europa. De nuevo el peligro acecha en forma de un partido nacional-populista, AfD que pone en riesgo la convivencia y los pilares mismos de la Democracia moderna. Esto responde a la sistemática mentira adoptada por la población alemana de que los partidos ultra están prohibidos en el país germano. La realidad, es que el único partido realmente prohibido allá, es el Comunista.

Otro caso digno de repaso rápido es el de Inglaterra, primero vimos que el Brexit ha sido un desastre en lo económico para el país y que, a continuación, los últimos escándalos sobre las fiestas privadas en Downing Street, con la pandemia en pleno apogeo y obligando a la población a un confinamiento sanitario severo. Podemos apuntar esto como la continuación de la decadencia iniciada por David Cameron y Theresa May. Sin embargo y a pesar de la actual situación de marasmo, la pregunta a plantearse es, ¿Será capaz el Laborismo británico de retomar la necesaria agenda social?  ¿Es Sadiq Khan, alcalde de Londres el líder que necesita el Reino Unido para ganar en competitividad y dinamismo o podrá serlo su actual líder parlamentario, Keir Starmer?

De manera más telegráfica, hay que mencionar los reveses del liberal De Rutte en los Países Bajos, a pesar de su reciente victoria, las victorias del socialismo progresista en toda la Península Escandinava y Dinamarca, si bien en Finlandia y Suecia con escaso margen respecto a la ultraderecha. A tener en cuenta lo que sucede en regímenes autoritarios como Polonia y Hungría donde la ultraderecha campa en ambos gobiernos y tensan la política europea vulnerando derechos como la libertad de prensa o los de la comunidad LGTB i+Q.

Por todo lo que he comentado, hay que extraer dos conclusiones, la primera es que el descenso de la derecha tradicional de corte demócrata, da lugar a “monstruos y espantajos” en forma de totalitarismo, recortes de derechos básicos y nacional-populismo basado en el odio y la desinformación. Por otro lado, las victorias socialistas y una política progresista basada en programas que avancen en agenda social, feminismo, ecología y economía sectorial, es la mejor receta contra los extremistas reaccionarios.

Finalizo comentando que habrá que seguir los acontecimientos electorales proyectados para los próximos dos años y que culminarán con las elecciones europeas de mediados de 2024 en los que la fotografía fija que he reseñado en el presente artículo parece auspiciar un cambio de mayoría en el Parlamento Europeo en favor de los progresistas frente a los populares. En casa, lamentablemente no tenemos una derecha comparable, por ejemplo, a un partido demócrata o democristiano europeo.

La derecha europea: perspectivas