Esta vez no va a valer con letras y palabras. El malestar que se escucha en todos los rincones de Chile es tan grande y generalizado que, sin conquistas concretas, yo les aseguro que no va a volver a la normalidad pasada.
Chile está reclamando una mayor igualdad y justicia. La calle reclama salarios dignos que permitan vivir a quienes trabajan. Y las mujeres chilenas en sus marchas específicas y en las globales, los derechos que se les niegan y terminar con los abusos y agresiones desde tiempos ancestrales.
Es seguro que, para todos y todas, al final de la tormenta, volverá a brillar el Sol…
Todo eso y más es lo que se está jugando Chile en las calles.
Es un movimiento fundamentalmente social más allá de los propios partidos chilenos. Si a algo me recuerda, es al movimiento 15M que se produjo en España…
Todo lo que no fueron capaces de liderar y de cambiar en Chile los políticos de centro y de izquierda durante sus gobiernos, ahora lo exigen en las calles cientos de miles de personas defraudadas.
Porque de una derecha que se benefició y apoyó el golpe militar pinochetista, no cabía esperar nada. Pero del Partido Socialista Chileno y de quienes les ayudaron a conformar los gobiernos varios que presidieron, la gente esperaba mucho más. Esperaban sensibilidad y, sobre todo, muchos más hechos en favor de las clases populares y de los más desfavorecidos de Chile.
Las tremendas manifestaciones de protesta de ahora en las calles chilenas, son la dura sentencia del fracaso de las no reformadas instituciones chilenas. De la cobardía de la izquierda y el centro chileno para avanzar más allá del marco político dejado por la dictadura de Pinochet.
Por eso hoy es imprescindible un periodo constituyente que alumbre una nueva Constitución en Chile. Que supere y deje atrás lo que fue tejiendo la dictadura para que todo siguiera bien atado aún en su ausencia.
Pero aún con eso, que les digo que es una condición necesaria, no va a ser suficiente. Para que la normalidad vuelva a las calles de Chile, tienen que reconocerse derechos básicos concretos que entren en vigor casi de inmediato… Como es el caso de un Salario Mínimo de 550.000 pesos mensuales para hacerlo efectivo ya. Una Sanidad y una Educación públicas y gratuitas de calidad y con recursos suficientes, reconocidos en la nueva Constitución como derechos básicos inalienables de todos los chilenos y chilenas. Y un sistema de pensiones, avalado por el estado, que permita vivir con dignidad tras una vida de trabajo.
Chile se desangra literalmente en las calles, en reclamación de justicia y democracia, en ese binomio. Y no van a conformarse con menos.
Se que pareciera mentira que en este País hayan gobernado varias legislaturas partidos de la izquierda chilena, liderados por los socialistas chilenos…, y que este siga siendo un País donde la educación y la salud se pagan. Donde las personas con escasos recursos se mueren sin llegar a ser atendidas por las listas interminables y la escasez de recursos de la medicina pública, o por la incapacidad posterior de las personas para comprar las medicinas necesarias.
Y que paralelamente, se siga con un salario mínimo estancado en poco más de los 300.000 pesos mensuales, algo así como unos 300 euros, y que en Chile es lo que cobran muchos trabajadores. Con ello deben afrontar unos precios de alimentación en los supermercados, muy parecidos a los que podemos estar pagando en España.
Chile, con una población de algo más de dieciocho millones y medio de habitantes, podría ser, por riqueza interior del País, la Noruega de América. Para ello solo tendría que aprovechar bien sus recursos y distribuir mucho mejor su riqueza. Empezando por sus recursos de Cobre y de Litio, procesándolos en Chile, en lugar de que ese valor añadido se marche del País.
Claro que para ello, debería revertirse el caudal de riqueza que se marcha fuera de Chile merced a muchas de las concesiones otorgadas por la dictadura pinochetista a cambio de dinero y de favores.
Es curioso, por decir algo, que entre las personas más ricas del mundo, aparezcan diez empresarios chilenos, entre ellos el hoy presidente Sebastián Piñera.
Y es tremendo, por lo que representa de acumulación de riqueza y poder, que sean 33 familias quienes se reparten los grupos de poder económico más importantes de Chile. Solo con que estos grupos contribuyeran con el 50% de sus beneficios al bienestar del País y al de sus trabajadores, ya se podría inaugurar una nueva era de justicia social.
Los Angelini, Paulmann, Cueto, Solari, Matte, Luksic, Saieh, Fernández León, Hurtado Vicuña, Navarro, Calderón, Penta, Bofill, Briones…, y así hasta treinta y tres, (según datos de Theclinic. CL). Que son los propietarios hoy de Chile, seguirían siendo muy ricos; pero con una diferencia: estarían contribuyendo con el 50% de sus beneficios al bienestar de su País.
No es ninguna revolución. Es sólo un poco de justicia social y desandar el camino por el que se ha llegado hasta aquí.
Porque el cómo se ha llegado hasta aquí, que sería una pregunta lógica de no mediar la reciente historia de Chile. Tiene la respuesta que ninguno de ellos quiere ahora escuchar: se llegó mediante una dictadura asesina que cercenó vidas y libertades y pisoteo los derechos de la inmensa mayoría de los ciudadanos chilenos, facultando y facilitando la acumulación de riqueza de estos pocos.
Esa complicidad de dictadura y poder económico en Chile es lo que hoy se quiere esconder bajo el formato de una aparente democracia, pero sin las obligaciones de fiscalidad progresiva, educación, salud, justicia y bienestar social que deben acompañar a cualquier democracia que se precie.
Y es eso, lo que precisamente debe terminar en Chile.
Texto e imágenes de Martín Landa
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