jueves. 28.03.2024
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Placa conmemorativa de los Mártires del Carral.

Los Mártires de Carral se convirtieron en un referente del primer galleguismo, especialmente por los componentes civiles que acompañaron a la sublevación

@Montagut5 | Aunque el galleguismo tiene en el Rexurdimento cultural y en la Primera República sus inicios, es bien cierto que, en realidad, existe un claro precedente en los años cuarenta, en el reinado de Isabel II. En este trabajo completamos el estudio que planteamos en un artículo anterior sobre el galleguismo en el siglo XIX.

En la década de los años cuarenta del siglo XIX surgirá un movimiento que es conocido con el nombre de provincialismo, y que pretendía plantear una alternativa al centralismo que el liberalismo estaba desarrollando como modelo de organización territorial. El provincialismo pretendía que Galicia fuera tratada como una única provincia porque eso podría beneficiar a los gallegos al ganar peso administrativo. En realidad, así había estado durante el Antiguo Régimen hasta la reforma provincial de 1833, y se conocía como el reino de Galicia.

El provincialismo surgió en el seno de un grupo de jóvenes, inquietos por el secular retraso económico y cultural de Galicia, interesados en promocionar la lengua gallega y, por lo tanto, planteando los primeros pasos del Rexurdimento. Estos jóvenes se reunían en Santiago en torno a la Sociedade Patriotica y Acción Literaria. Organizaban conferencias sobre temas de gran actualidad, como el socialismo utópico, la emancipación de la mujer y otras cuestiones. Publicaban en diversos periódicos que fueron creando, como El Iris de Galicia, El Centinela de Galicia, La Aurora de Galicia, etc.. En este grupo destacó, sin lugar a dudas, el periodista Antolín Faraldo Asorey. Su labor fue reconocida ya en el siglo XIX por Manuel Murguía. Faraldo fue un entusiasta defensor de la necesidad de que la juventud gallega reaccionara y adquiriera una conciencia de los problemas de Galicia, empleando la Historia, un método que le entroncaba claramente con el Romanticismo. Además de Faraldo, conviene citar a Antonio Romero Ortiz, que se destacó en el provincialismo, y que con el tiempo sería llamado a altas responsabilidades en Madrid durante el Sexenio Democrático, también en el reinado de Alfonso XII, además de ser un destacadísimo masón. Por fin, habría que nombrar a Antonio Neira de Mosquera, periodista y escritor costumbrista romántico.

Ya hemos planteado la idea principal del provincialismo, es decir, la necesidad de potenciar Galicia pero, en realidad, no hubo nunca un programa o ideario articulado de signo regionalista o nacionalista, como luego comenzaría a tener lugar en el último tercio del siglo XIX. Podríamos detectar algunas similitudes con el federalismo, además de la defensa de una cierta autonomía legal y tributaria para promover el progreso gallego. En todo caso, el provincialismo no cuestionó nunca la pertenencia de Galicia al Estado español.

El provincialismo tendría en el levantamiento del coronel Miguel Solís y Cuetos en 1846 un momento cumbre, aunque, en realidad, dicho pronunciamiento debe ser entendido, en principio, dentro de la dinámica de los producidos en la época, y de signo progresista. El día 2 de abril se sublevó en Lugo el segundo batallón de Zamora contra Narváez en plena Década Moderada, momento de monopolio del poder de esta familia política del liberalismo español. El carácter provincialista de este movimiento se produjo porque Faraldo y otros personajes del mundo civil gallego se sumaron al mismo.

Se formó una Junta provisional de Gobierno de Galicia. El día 15 de abril, Faraldo redactó una proclama donde exponía que Galicia se levantaba por su “existencia oprobiosa”, al haberse convertido en una “colonia de la corte”. La Junta tendría como misión, según Faraldo, fomentar la riqueza de Galicia, despertando el espíritu del provincialismo, y aludía, siguiendo lo expuesto sobre la influencia del empleo de la Historia, al reino de los suevos.

Narváez ordenó la inmediata represión del movimiento, enviando al general de La Concha. En la Batalla de las Cacheiras los sublevados fueron derrotados. Solís sería juzgado y condenado a muerte. Fue fusilado en la villa coruñesa de Carral. Otros oficiales lo serían en las inmediaciones. Todos estos militares serían conocidos como los Mártires de Carral. En total fueron fusilados doce militares.

Cuando se estableció el Bienio Progresista el gobierno declaró a los mártires como “beneméritos de la Patria”. En 1904 se levantó un monumento.

Los Mártires de Carral se convirtieron en un referente del primer galleguismo, especialmente por los componentes civiles que acompañaron a la sublevación, miembros de una pequeña burguesía con tintes republicanos y contrarios al centralismo establecido por los liberales moderados.

El provincialismo gallego