miércoles. 24.04.2024
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La suma del apoyo de En Marea, PSdG-PSOE y del BNG aventaja en 73.000 votos a los que juntan PP y Ciudadanos

En Galicia el PP ha perdido algo más de un cuarto de millón de votos, de los que Ciudadanos ha captado poco más de la mitad. La otra mitad ha quedado agazapada, y tal vez perpleja, en la abstención. Y a pesar de haber mermado en un 30% su apoyo, sigue siendo el partido más votado. Es algo que si sus adversarios lo pasan por alto pueden cometer equivocaciones en el terreno electoral. La abstención es como una forma inversa de fidelidad: un “ni contigo ni sin ti” que en cualquier momento puede convertirse –si existe algún posible desencadenante- en un “volver, volver, volver…”

Por el contrario, todas las trazas señalan que el 23% de apoyo perdido por el PSdG-PSOE (109.000 votos) no se han ido al letargo de la abstención. De hecho, 70.000 de esos votos los ha perdido en las siete ciudades, que es donde En Marea ha duplicado el voto que obtuvo en las elecciones municipales. Excepto en el caso de Compostela, donde pierde un 0,19%, la Marea crece en todas exponencialmente.

Aunque mantenga sus seis diputados, el PSdG-PSOE es un perdedor claro en estas elecciones generales. Mientras señalábamos antes que las Mareas reciben casi la mitad de su voto de las ciudades, en éstas el PSdG-PSOE sólo obtiene el 30% de sus apoyos. Y en ellas ha perdido de media la tercera parte del voto que obtuvo en 2011. Los primeros análisis de sus dirigentes revelan una alarmante insensibilidad sobre lo que les está pasando. Y demuestran por qué han perdido ese voto: porque no han sabido interpretar y canalizar el ansia de cambio que existe en una parte importante de la sociedad gallega.

Las Mareas, por el contrario, aún representan esa necesidad de cambio. Llevan menos de seis meses gobernando en tres ciudades, y aunque aún no hayan hecho grandes cosas, ni hayan podido presentar un proyecto sólido de ciudad, sí han sabido cambiar estilos de comportamiento, han jugado a mostrar una mayor cercanía, y han sabido transmitir un mensaje de novedad y de potencial cambio. Las elecciones generales les han pillado aún en estado de gracia, y han logrado algo muy importante: polarizar un voto de cambio incluso en ciudades en las que en las municipales no tuvieron resultados significativos (en Vigo, por ejemplo, han crecido por encima del 200%); y conseguir una propagación por el resto de Galicia. Casi la mitad del voto logrado no es estrictamente un voto urbano.

Ese estado de gracia las ha llevado a arramblar con una buena parte del voto de los 82.000 jóvenes que se incorporaban a las urnas, el voto perdido del PSdG y del BNG, y también una parte de la abstención sufrida por el PSdG en 2011.

Esta novedad y estos aires de cambio han llevado a pensar inmediatamente en las elecciones autonómicas de dentro de once meses. De hecho, incluso la euforia del momento ha llevado a más de un dirigente de En Marea a pedir a Feijóo que dimita y que convoque elecciones ya. En ese sentido, podemos decir que entramos en campaña electoral para la Xunta.

Con un índice de participación elevado, la correlación de fuerzas está casi al 50%. La suma del apoyo de En Marea, PSdG-PSOE y del BNG aventaja en 73.000 votos a los que juntan PP y Ciudadanos. Por tanto, se nos presenta por delante una larga, interesante y muy reñida batalla, en la que todos pueden tener ventajas y desventajas.

El PP –dependiendo en buena medida de cómo funcionen o fracasen las cosas a nivel del Estado- puede llegar a despertar la abstención de su recámara. Aunque tiene en su contra unos pésimos resultados económicos y sociales de las dos legislaturas de gobierno de Feijóo.

Las Mareas podría decirse que han dado su do de pecho, y ya solo podrían sacar voto de los caladeros del PSOE. Y eso va a depender de cómo maneje éste sus asuntos internos y su relación con la sociedad. Y no pueden permitirse pasarse once meses solo de campaña: la ciudadanía necesita ver que producen resultados en las ciudades en las que gobiernan. Y la tónica de ese gobierno, por ahora, no está siendo de una eficacia espectacular.

Y el PSdG-PSOE necesita quitarse de encima ese aire rancio que exhibe en muchas de sus actuaciones ante la sociedad. Debe resolver los muchos problemas organizativos internos, que lo presentan ante la sociedad como un partido ensimismado y fragmentado, y necesita lanzar unas políticas y unos candidatos que conecten realmente con la sociedad, que lo presenten como un partido dinámico, y no anticuado, con capacidad para renovarse y para renovar Galicia. Además de aportar una solera que –ésa sí que no- nadie podrá discutirle.

Comenzamos unas prolongadas vísperas electorales en Galicia. Y tal vez se inaugure una definitiva etapa de cambio y de un salto cualitativo en el proceso de modernidad.

Galicia, vísperas de Elecciones Autonómicas