jueves. 28.03.2024
capitan-lagarta

“¡Qué corta es la vida!”, “ya está ahí la Navidad”, “time goes by”. Arriba los corazones y que no cunda el pánico pues el capitán trae 6 recetas 6 para ralentizar el tiempo, para alargar la vida y para cumplir aquel viejo anhelo de Los Panchos “reloj no marques las horas”. Antes de contarlas, el capitán anima al amable lector a relativizar lo que de por sí ya es relativo, el tiempo: “Cinco minutos bastan para soñar toda una vida, así de relativo es el tiempo” (Mario Benedetti dixit). La primera receta está indicada para los pecadores que fuman; si dejan tan puñetero vicio ganarán vida como en los video-juegos: un minuto por cada pitillo evitado. Qué razón tiene ese mensaje que viene en los paquetes de cigarrillos: “fumar acorta la vida”,  pues al dejar de fumar, los minutos, con pie lastrado, se convierten en horas y la vida se hace eterna, amén. La segunda receta lamentablemente solo es válida para ricos venidos a menos, pues los pobres ya la practican: consiste en no poner atención a los primeros días del mes, esas hojas del taco de almanaque literalmente vuelan, tempus fugit; hay que concentrarse y disfrutar plenamente entonces del tiempo que media entre el día diez y el treinta y tantos de cada mes, contemplando impotentes como los días no pasan y nunca llega el mes que viene; veinte años no es nada, pero veinte días esperando un ingreso pueden convertirse en una vida más larga que la de la Úrsula, matriarca de los Buendía. La tercera receta es sencilla y pragmática: basta con inyectar pequeños de detalles de amargura en la vida cotidiana. Uno vive más si se esfuerza en cometer pequeñas pendencias: culpar a otros de cualquier error propio, gritar al burro que va delante en el atasco, abandonar otra vez al perro, soltar falsos rumores en el trabajo, reñir en casa, etc.; está comprobado que crear pequeños dramas cotidianos acaba fijando en el carácter ese inconfundible estilo de cabrón mediterráneo que no vive más por buena dieta comer, sino que de tan mala hierba ser, nunca muere. La cuarta es la llamada receta penal y radica en pasarse por el forro delante de testigos  -un madero es perfecto-  algún artículo del código penal; los delitos económicos y contra el fisco van muy bien, hay donde escoger y a quienes emular, además, siendo sangrantes, no son sangrientos; y allí. en en el talego, que es un derecho fundamental, poder constatar junto al Bárcenas que la vida se alarga pues los días no pasan por muchos palitos que se pongan en la pared. Con la quinta receta se pueden ganar dos años y medio cada cuatro. Consiste en seguir votando al sumiso señor de hablar silbante, ese señor gris de Pontevedra que nos ha regalado diez grises años de vida (son diez los que parece que lleva ahí). A esos diez hay que restar los dos y medio que realmente lleva y los cinco que nos quita de vida, cuadrando así la cuenta en dos y medio. Hay quien dice que nos ha regalado 100 al llevarnos al siglo XIX pero al capitán le parece exagerada hipérbole, propaganda de la extrema izquierda que piensa que todo lo que hace el PP es malo. Es menester, para que la fórmula funcione, reír viendo los noticiarios de la primera: la risa mueve, dicen, 1500 músculos, más del doble de los que realmente tiene el cuerpo humano. Reír, y mucho, porque si te cabreas pierdes vida. La sexta martingala pertenece a la llamada cultura slow y tiene como base el respirar despacio y con la tripa; el cupo de millones de respiraciones con que nacemos para toda la vida se agota antes al respirar deprisa, y claro, se palma antes. Ojo al dato que es probable también se nazca con un cupo de cervezas para toda la vida e incluso con otro de tonterías y bobadas para decir. Hay también truquillos menores que valen para parar el tiempo una o dos horas a lo sumo; los cita el capitán pues a algún borrico le pueden funcionar:  visitar al vecino y rogarle enseñe de nuevo el álbum de bodas, intentar entregar la declaración de la renta el último día, llamar al 1004, leer una guía telefónica entera, o algo equivalente, pongamos por caso la lista de indultos del día en el BOE. También puede funcionar, como decían las abuelas de antes, “darse con una piedra en la espinilla”. Vayan probando que “solo quien ensaya lo absurdo, decía Unamuno, puede conquistar lo imposible”. No se desanimen, “la perfección es una pulida colección de errores” (otro canto de urogallo del orgulloso uruguayo que Benedetti fue).

Tempus fugit