martes. 19.03.2024
Fotografía: Felix Valiente

En unos tiempos en los que, parafraseando a la reciente premio Nobel Louise Glück, la música es como vivir un internado: pollo los lunes, pescado los martes, Julia de Castro rompe la rigidez de las etiquetas y los estilos para presentar La Historiadora. Primer trabajo en solitario tras cerrar la etapa cupletista de La Purísima, una propuesta brillante y seductora, que agita las fronteras mentales, que no entiende de tabúes y que habla en sus letras de todo aquello que ocultamos entre los pliegues de una cama recién deshecha. 

P.- No parece el mejor momento para lanzarse al ruedo a pecho descubierto

R.- No es la situación idónea, ni mucho menos. Además yo soy un animal totalmente escénico, pero las cartas han venido de esta manera y hay que jugarlas. Nos está situando en un tablero completamente nuevo en el que tendremos que buscar soluciones. También es un momento muy introspectivo y a mí eso me gusta. Soy una persona muy diurna, también un poco apática, muy celosa de mi tiempo, de mi espacio y la verdad es que no tener tanto lío social me ha ayudado a centrarme. Durante esta pandemia me he concentrado en procesos creativos realmente insostenibles en otro momento. De alguna manera quiero pensar que la gente está escuchando mucho el disco y que tendrá interés en saber cómo se llevará eso al escenario. Hay mariachis, guitarras flamencas, cuerpo de vientos, que obviamente no se pueden reproducir en directo, pero estamos generando una propuesta muy interesante. 

P.- Hay en tu disco algo que parece recordar a Las noches de Cabiria, a Nino Rota, a Fellini,...

R.- Me hace muchísima ilusión lo que dices, porque creo firmemente que cuando tu un trabajo artístico lo lanzas, lo compartes, ya no te pertenece en absoluto. El disco ya no es mío, el disco es de la persona que lo escuche. En este caso, si a ti te evoca esto, me parece una fantasía, la verdad. Qué mejor referencia para mí que Italia. He vivido allí, he bebido muchísimo de Italia, y Fellini evidentemente es parte de eso, es padre del neorrealismo italiano y millones de artistas hemos mamado de su arte en muchos niveles.

Fotografía: Felix Valiente

P.- En Marinela te acercas a la zarzuela de una manera un tanto “tarantiniana”, ¿cómo asumes como artista la herencia de la zarzuela?

R.- Sería muy hipócrita decir que he escuchado zarzuela desde siempre. Para nada.  Si que es verdad que el proyecto de La Purísima estaba muy ligado al cuplé y que al final éste nace del género chico del que extrae las mejores canciones. La zarzuela es un género apasionante que quizá no está tan elaborado y tendemos a minusvalorarla, pero tiene una profundidad y una idiosincrasia tan propia que tenemos que reclamarla. Un músico tiene que acercarse desde donde cree, aunque no resulte. Hay que ir a beber a las fuentes para después transformarlas. No hay líneas rojas. Todo el mundo copiamos y transformamos. En el caso de la canción Marinela que al final tiene un aire muy Tarantino, el resultado fue muy inesperado, porque estaba entre mis líneas rojas. Me encanta que mi productor, Camilo Lara, no me hiciera caso ni en los arreglos. A mi me horrorizaba. Al mes me llamaron y me seguía horrorizando. A los dos me parecía maravillosa. Me costó dos meses. 

P.- La censura de los pechos femeninos sigue siendo el gran símbolo de un mundo que no trata igual el cuerpo del hombre que el de la mujer. 

R.- Las redes sociales han hecho visible esta sensación, esa censura, que todo es un reflejo, es un eco. Veo a muchos chicos correr en el retiro en pantalón corto y sin camiseta, pero una chica no se puede plantear salir a correr en tetas. Vamos a hacer una reflexión real y profunda sobre qué significan las tetas, el pecho. Yo no estoy todavía en condiciones de formularlo pero me parece interesante hablar no solo en las redes, sino pensar si me estoy censurando las tetas yo misma. En el videoclip de 29 años, estamos todas sin camiseta, y todo el mundo le hace referencia diciendo en ese videoclip en el que estáis desnudas. No. Llevábamos vaqueros. Estamos bailando como en un concierto punk de los 70 en el que todo el mundo está en vaqueros sin camiseta y a nadie le sorprende. 

P.- Dices que has descubierto la bisexualidad a los 29, ¿cómo has percibido esa transformación?

R.- Creo que tiene que ver con un aperturismo, con superar una barrera mental muy fuerte. A pesar de estar en contacto con todo tipo de caracteres y de sexualidades, ese reconocimiento y esa aceptación interna fue sorpresiva. Me asustó y me sorprendió al principio, pero también me gustó que ocurriera a esa edad porque creo que no hubiera sido posible antes por mi carácter y por dónde vengo. Ha sido una manera de romper barreras y me gusta pensar que las generaciones actuales no tienen esa barrera. Veo a muchos chavales adolescentes que no distinguen si tienen un novio o una novia, es algo completamente naturalizado. 

P.- ¿Crees que ha tenido que ver el hecho de que a las mujeres se las fetichiza hasta tal punto de que el porno lésbico se concibe como algo para consumo de hombres?

R.- He dicho en entrevistas y en conciertos de La Purísima que yo era una gran consumidora de porno lésbico. Una vez hablando con Amarna Miller, actriz porno, pero también otros millones de cosas, me decía que claro que en el porno lésbico la mujer disfruta. Es mucho más placentero que cuando el porno es heterosexual que está pensado para el disfrute del hombre. Afortunadamente, esto parece estar cambiando. El porno es un lugar al que mucha gente para educarse sexualmente, porque era un tema todavía un tabú en mi época de adolescente. Ahora tengo menos reticencia a hablar de la sexualidad, del cuerpo femenino y del placer, pero tengo la sensación de que se categoriza y se limita mucho.

P.- Hay más de cincuenta formas cultas de decir prostituta.

R.- Es un oficio realmente importante y que nos intriga mucho. La propia palabra puta. Cuando la digo, hay algo que vibra. En la Historia del Arte, las prostitutas han sido la posibilidad que viéramos cuerpos desnudos, porque quienes posaban eran trabajadoras sexuales. Imagínate lo que implicaba el cuerpo y hasta qué punto. La Historia del Arte está escrita por hombres, que han idealizado la prostitución por un lado y la han demonizado por otro, pero del que se ha hablado constantemente. 

P.- Muchas veces te has posicionado a favor de la regulación de la prostitución y te ha caído lo tuyo. 

R.- Soy muy respetuosa con las abolicionistas, pero me parece una postura utópica que pueda darse si en un futuro no hay capitalismo. Lo que me preocupa es que también hay mujeres que son voluntariamente lo que son, igual que voluntariamente hay mujeres que son señoras de la limpieza. Conozco a muchísimas trabajadoras sexuales. Hay que tener claro que una cosa es ejercer prostitución por elección y otra es la esclavitud de las mujeres. Las esclavas sexuales son mujeres que están extorsionadas, amenazadas, no son libres, no deciden. Respeto mucho la opinión de las abolicionistas, pero yo no me siento muchas veces respetada en la mía. Aún así creo que todas queremos lo mismo, que la mujer sea libre y que haya una igualdad. Yo tengo una experiencia muy fuerte con trabajadoras sexuales que quieren ser libres para hacer un trabajo que quieren hacer. Es un debate muy interesante y es muy bonito tenerlo sobre la mesa en el movimiento feminista. 

 

Julia de Castro, ni pollo los lunes, ni pescado los martes