lunes. 29.04.2024

Joan Segovia | @JoanRohan

La plataforma de streaming Netflix ha publicado la serie de Cadáveres (Bodies) hace unos días y no puedo más que aplaudir esta línea de series de ciencia ficción que poco a poco llenan su catálogo. Con una idea original, pero a la vez con un planteamiento simple, nos mantendrá pegados a la pantalla durante sus ocho episodios. Rápida y directa, nos sumerge en una serie de intrigas con viajes en el tiempo y tramas de sociedades secretas que controlan el mundo a lo largo de las décadas.

Todo empieza con un cadáver, o más bien cuatro, que aparece de la nada en un apartado callejón de Londres en 1890. Este extraño caso se repite tres veces más en distintas épocas: en los 40, en la actualidad y en un distópico futuro de aquí treinta años. Cuatro policías, cada uno de su tiempo, investigarán el horrible crimen mientras nosotros vemos asombrados que, en realidad, se trata del mismo cuerpo, el mismo muerto que ha sido asesinado en diferentes momentos del tiempo. Toda una locura de idea que, por suerte, tiene su explicación aunque a más de uno se le atragantará tanta exposición a los saltos en el tiempo.

Rápida y directa, nos sumerge en una serie de intrigas con viajes en el tiempo y tramas de sociedades secretas

Esta propuesta recuerda tristemente a Dark, de la misma plataforma, serie archiconocida por sus líos con las líneas temporales y que te obligaba a estar atento y con la libreta en la mano. Se podría decir que en este caso Cadáveres es más su hermano pequeño. Con un argumento más simple y sin tantos problemas, consigue traer ese desorden a la historia que nos hace jugar a los detectives desde nuestro sofá.

Su creador, Paul Tomalin, plantea la idea del tiempo como protagonista de la trama y Marco Kreuzpaintner demuestra sus dotes en la dirección, dando la importancia necesaria tanto a los espacios como a los personajes. Pero si en algo es importante detenerse, es en el trabajo detrás de la dirección artística que llega a situarte en la época correcta en la que trascurre cada escena con solo la iluminación y la paleta de colores. Todo un mérito con tanto ajetreo temporal.

Por contraparte, los actores no le siguen el juego al resto del equipo y por momentos se te hace difícil de creerlos. Sin embargo, hay dos casos en los que sí he de reconocer su habilidad interpretativa. Tenemos a Kyle Soller, en su papel del inspector Hillinghead, donde te hace creer cada mirada de amor que sale de sus ojos. Y a Jacob Fortune-Lloyd, dando vida al agente Whiteman, quien ya en Gambito de dama dejó claro su talento (por favor, que no se quite nunca ese bigote). Sin embargo, por otra parte, tenemos que soportar la cara de asustada que pone Amaka Okafor, haciendo de la agente Hasan, en cada escena, aunque solo vaya a comprar el pan. Un pequeño precio a pagar para disfrutar del resto.

Intentando evitar hablar de más, solo puedo que recomendar la serie tanto por su calidad en el guion y la producción como por la originalidad de su historia, aunque personalmente el final no me agradó. Es fácil compararla con la ya mencionada Dark o hasta con la película Predestination de Michael y Peter Spierig, pero me prefiero quedarme con su parecido con Regreso al futuroCadáveres es una gran apuesta para la gente que disfrutamos de estas historias y de cómo tuercen su trama buscando evitar la paradoja temporal.

Cadáveres: Netflix vuelve a apostar por el sci-fi