miércoles. 15.05.2024

Pablo D. Santonja | @datosantonja

La Memoria infinita es un documental comedido, discreto, que pasa sin hacer ruido, pero que deja poso en el espectador. Y ¿cómo no? Si más cercano que lejos todos hemos vivido situaciones similares en la vejez de un familiar, de un amigo o conocido. 

El Alzheimer es un tipo de demencia que va deteriorando progresivamente nuestro cerebro provocando pérdida de memoria, alteraciones en el pensamiento y en el comportamiento. Actualmente según la Sociedad Española de Neurología lo padecen unas 800.000 personas en España, y representa el tipo de diagnóstico más común en demencias. 

Con estos datos nos enfrentamos a este documental biográfico dirigido por Maite Alberdi (Agente Topo, 2020) cuyos protagonistas son Augusto Góngora y Paulina Urrutia

“La memoria infinita” muestra de una forma cercana, directa, y sin sensacionalismos como afecta el Alzheimer tanto al paciente como al padecido

Augusto Góngora es un famoso periodista chileno con  múltiples logros en su carrera, entre ellos, documentar las atrocidades del régimen de Pinochet, hasta llegar a uno de los trabajos más importantes de su carrera: el libro “Chile. La Memoria Perdida”.

Paulina Urrutia fue actriz de cine y teatro en Chile además de Ministra de Cultura y Artes entre el 2006 y el 2010. Después de ese periodo, se ha mantenido activa en los escenarios hasta la actualidad. 

Con estas dos personas caminamos por los senderos de la memoria y el recuerdo a través de videos caseros a lo largo de la relación de ambos: un viaje a la playa, vida profesional, una boda… Y todos esos recuerdos chocan en un exquisito montaje con la “actualidad” de nuestros personajes, y la dureza de su deterioro físico y mental. 

Pues “La memoria infinita” muestra de una forma cercana, directa, y sin sensacionalismos como afecta el Alzheimer tanto al paciente como al padecido. No deja de ser estremecedor ver el deterioro de años en unos pocos minutos, haciendo la evolución de los síntomas entre un momento y otro mucho más palpables. 

Aun así, no se convierte en un relato de lágrima fácil. Todo lo contrario: con sus 85 minutos de duración hace que el espectador ría y llore por méritos propios, no desde la visión de pena y lástima de esta enfermedad, sino a través de la muestra incansable de amor con mayúsculas entre dos personas. Y es ahí donde el relato triunfa. 

“La memoria infinita” puede ser de los documentales más reales que pueda ver este año, por su cercanía, y por ese amor infinito que es el motor de todo el metraje

Muestra una intimidad entre dos personas, lleno de cuidados, de risas, de momentos de dolor y desconcierto, pero también de respeto mutuo, de amistad. Sobrecoge la escena en la que se ve cómo todas las mañanas Paulina se encarga de hacer recordar a Augusto, y la cara de felicidad de él al ver todo lo que tiene a su alrededor. Si algo hay que destacar de la relación entre los dos son sus miradas, unas miradas llenas de gratitud y cariño. Y es justo lo que hace emocionar al espectador, un amor sincero y real, de una persona que decide adaptar su vida para dar la mejor calidad de vida a otra. 

¿Y no es eso la mayor muestra de amor? ¿Qué cantidad de familiares conocemos que voluntariamente deciden cuidar a una persona dependiente? ¿Qué sentimientos asaltan a los cuidadores? ¿Quién arropa su papel en momentos de soledad? 

“La memoria infinita” puede ser de los documentales más reales que pueda ver este año, por su cercanía, por dejarnos entrar en esa intimidad del hogar, y por ese amor infinito que es el motor de todo el metraje. Un visionado imprescindible y elegante.

Cómo decía Antonio Machín, “Toda una vida me estaría contigo. No me importa en qué forma, ni dónde, ni cómo, pero junto a ti.  Toda una vida, te estaría mimando, te estaría cuidando, como cuido mi vida, que la vivo por ti”.

La memoria infinita: de lo mejor de San Sebastián