viernes. 03.05.2024
klammer_fotograma
Imágenes: Filmaffinity

Aleix Sales | @Aleix_Sales

Que los inesperados giros de expectativas protagonizados por underdogs en competiciones deportivas son tan resultones para confeccionar material cinematográfico es un hecho. Si a ello se le añade una rivalidad acentuada, el conjunto es aún más jugoso. Prueba de ello son las múltiples películas deportivas basadas en hechos reales como Borg McEnroe. La película (Janus Metz Pedersen, 2017), Le Mans ‘66 (James Mangold, 2019) o aquella algo lejana Invictus (Clint Eastwood, 2009), por citar ejemplos más contemporáneos. El aura triunfalista y el espíritu de superación, tan americano a priori, también agradan a los europeos a tenor de la traslación de la fórmula a cinematografías del viejo continente. Es en esta ecuación tan efectiva y con los códigos de género tan marcados es donde se acomoda Klammer: Rozando el límite.

El film de Andreas Schmied narra la hazaña del austríaco Franz Klammer, quien se colgó la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Innsbruck de 1976 en la disciplina de esquí alpino, rompiendo las predicciones y desbancando al favorito Bernhard Russi, de Suiza. Y, como en otras estructuras, prefiere centrarse en los días previos a la competición en lugar de abarcar ampliamente una carrera, con lo cual tiene la excusa para profundizar más en sus personajes y el hecho en sí mismo. Aquí es donde también entra en juego otro cliché del género como es la supportive wife o la mujer que siempre está a su lado, en esta ocasión su novia, Eva. Este planteamiento canónico y efectivo que, no obstante, puede dar lugar a una obra sólida, acaba desaprovechándose y dando lugar a una obra desapasionada, falta de nervio y aburrida en distintos momentos, sin realmente brillar a la hora de construir la relación entre Franz y Eva. Todo es correcto, pero no sobresale nada en el plano emocional y acaba dejando al espectador frío como la nieve de la pista por donde Klammer se desliza.

klammer_cartel

Donde sí acierta Schmied en el aspecto deportivo, entregando duelos y pruebas más que competentes y contados de forma trepidante, teniendo su mejor ejemplo en el momento culmen del film. Asimismo, la puntual combinación de formatos y texturas aportan un toque más rico visualmente a la vez que no entorpecen la transparencia del relato, mientras que la recreación de la época, especialmente a través de su vestuario, también incentivan el color al que no llega el guion. En definitiva, una propuesta rutinaria, de ejecución técnica sin objeciones, pero que le falta ese impulso mágico intangible para subir al podio.

'Klammer: rozando el límite' | En la parte media de la clasificación