martes. 19.03.2024
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Esta derrota, aunque sea contundente, no significa que el peronismo esté a las puertas del cementerio. Ya sufrió situaciones similares a lo largo de su historia y hasta ahora logró resucitar con éxito notable

@jgonzalezok | Con el trasfondo trágico del caso Maldonado, Argentina celebró este domingo unas elecciones parlamentarias que han consolidado el triunfo del oficialismo y dejan a la oposición peronista/kirchnerista a la intemperie. A nivel nacional, los candidatos de la coalición oficialista Cambiemos lograron más del 40% de los votos, imponiéndose en los cinco distritos más poblados del país: las provincias de Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe, Mendoza y la ciudad de Buenos Aires. El kirchnerismo fue derrotado incluso en la provincia que fue cuna del mismo, Santa Cruz, por una contundente diferencia de 12 puntos.

En Argentina hay elecciones parlamentarias cada dos años, cuando se renueva la mitad de la cámara de Diputados y un tercio del Senado. Los diputados tienen un mandato de cuatro años y los senadores de seis. Estas fueron lo que se conoce como elecciones de medio término, es decir, a mitad del periodo presidencial. Por lo que sirve para medir el apoyo del gobierno de turno: un resultado adverso habría debilitado definitivamente a Mauricio Macri, que ahora puede incluso en soñar con la reelección.

La provincia de Buenos Aires es el distrito más estratégico, ya que es el más grande del país y allí se presentaba como candidata a senadora la expresidenta, Cristina Fernández. El candidato del gobierno, Esteban Bullrich, logró el 41,38% de los votos, frente al 37,25% de Unidad Ciudadana, el partido que fundó la expresidente poco antes de las elecciones. Como el sistema prevé dos senadores para la primera minoría y uno para la segunda, Cristina Fernández igualmente llegará al Senado. Este resultado es malo para la exmandataria, que había vencido con el 54% de los votos en el 2011, cuando ganó su segunda elección presidencial con el beneficio de la simpatía que despertó su reciente viudez.

Cayó derrotada, además, frente a un candidato de poco calado político y con mucho menos nivel de conocimiento entre la ciudadanía. La derrota lleva, además, la firma de la propia expresidente, que no quiso ir a elecciones internas dentro del peronismo con el que fuera su ministro del Interior, Florencio Randazzo. Sumando los votos de ambos hoy se habría proclamado la vencedora.

El triunfo de los candidatos de Macri en la ciudad de Buenos Aires fue aún más impresionante, con la candidata Elisa Carrió llevándose el 50,93% de los votos, frente al 21,74% del kirchnerista Daniel Filmus.

El nuevo parlamento tendrá al oficialismo de Cambiemos como primera minoría, pasando de 89 a 109 escaños, de un total de 257. En el Senado pasa de 16 a 25, mientras que el peronismo desciende de 41 a 32, de un total de 72 En el caso de la cámara alta, las provincias pequeñas, más pobres y en varios casos con liderazgos feudales, están sobrerrepresentadas en el sistema electoral, por lo que siempre tiene ventaja el peronismo.

El caso de Santiago Maldonado -el artesano que desapareció después de una protesta en La Patagonia de indios mapuches, tras la intervención de la gendarmería- no le sirvió a la oposición, a pesar de que intentaron culpar al gobierno, presentándolo como “una desaparición forzada” o un “crimen de Estado”. Tras la recuperación del cadáver, en el que no había huellas de violencia, la ex presidente no se acordó más del artesano, aunque los sectores más radicalizados insisten en echarle la culpa al gobierno, siguiendo con la lógica de “Macri, basura, vos sos la dictadura”.

Los signos de recuperación económica seguramente también ayudaron al gobierno. Después de un 2016 que fue realmente complicado, y en el que tuvo que apagar los fuegos que dejaron encendidos el gobierno kirchnerista, los últimos meses vieron finalmente cómo aparecían los brotes verdes. El pasado mes de septiembre el consumo aumentó un 4%; en agosto la industria creció un 5% y la construcción un 13%.

El mapa político que dejan estas elecciones coloca al peronismo en una posición difícil. Está dividido en tres grupos: los restos del kirchnerismo, liderado por Cristina Fernández, el peronismo tradicional, que presentó como candidato a senador a Florencio Randazzo, exministro del anterior gobierno, y el grupo de Sergio Massa, que rompió con Cristina después de haber sido su jefe de Gabinete.

La expresidente, que reconoció el resultado, pero no felicitó a su contrincante, se propone para encabezar la oposición a Mauricio Macri. Pero la renovación del peronismo no admite su liderazgo, que en el pasado fue contradictorio y autoritario. Sergio Massa perdió en estas elecciones un millón de votos respecto al resultado que había conseguido en las elecciones primeras de hace dos meses. Randazzo, con el 5,31%, parece descartado para encabezar la renovación con tan escaso bagaje. Y el único precandidato clara a las presidenciales del 2019, el actual gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey, vio este domingo alejarse sus posibilidades por la derrota de sus candidatos frente a Cambiemos.

Cristina Fernández dijo tras los resultados que los argentinos habían elegido un tipo de oposición, refiriéndose a ella misma. Es una interpretación, pero en sus propias filas hay diferencias. El exlíder piquetero Luis D´Elía, uno de los kirchneristas más fanáticos, decía este lunes en su programa de radio: “Hay que ponerle límite, fin, a la hegemonía camporista”, en referencia al grupo de (ya no tan) jóvenes en los que confía la exmandataria. Y añadía: “Basta de hegemonía camporista, nos hace daño, nos corroe, destruye todo lo construido. Esta no es la fuerza de Cristina Kirchner, es la fuerza del pueblo argentino, somos todos, la juventud no puede tirar a todos los compañeros por la ventana”.

Esta derrota, aunque sea contundente, no significa que el peronismo esté a las puertas del cementerio. Ya sufrió situaciones similares a lo largo de su historia y hasta ahora logró resucitar con éxito notable. Pero antes tiene que encontrar un liderazgo claro. Y ahora, Cristina Fernández parece ser un obstáculo, para regocijo del gobierno de Macri. El poder del peronismo, a partir de ahora, quedará disperso entre algunos gobernadores, ciertos barones del conurbano bonaerense y parte del sindicalismo, tradicionalmente peronista.  

Con este respaldo en las urnas, Mauricio Macri podrá llevar adelante las reformas que hasta ahora no pudo llevar a cabo por no contar con el necesario apoyo parlamentario. Reformas de tipo económico, pero también político. Tendrá dos años de plazo, o menos, porque dentro de poco empezará la campaña para las presidenciales del 2019.

Aumenta el respaldo a Macri en las elecciones parlamentarias