jueves. 28.03.2024
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@jgonzalezok | Tras 19 horas de negociación ininterrumpida, Argentina y el Club de París llegaron a un acuerdo para establecer un plan de pagos de la deuda que el país sudamericano mantiene desde hace años con los países que integran dicho Club. El monto asciende a 9.700 millones de dólares, sumados los intereses y los intereses punitorios, aplicados por la falta de pago en los últimos años.

El acuerdo contempla un primer pago en julio próximo, de 650 millones de dólares. En mayo de 2015, se abonarán otros 500 millones. Para el resto –que será asumido por el próximo gobierno-, se acordó un esquema que dependerá de las inversiones extranjeras que reciba el país, procedentes de los miembros del Club de París. Si Argentina las considera suficientes, cancelará el total de la deuda en 5 años; de no ser así, el plazo será de 7 años.

Uno de los principales logros esgrimidos por el gobierno argentino es que el Fondo Monetario Internacional quedó fuera de la negociación y del acuerdo. Con las estadísticas desacreditadas, Argentina no podía dejar que el Fondo auditase su economía. Pero dejar de lado al FMI ha tenido sus costos, entre ellos un menor plazo para devolver la deuda. Y el monto de la deuda, 9.700 millones de dólares, es bastante superior a lo que planteaba el gobierno argentino, 6.000 millones. 

Los principales acreedores de Argentina dentro del Club de París son Japón, con el 30,6 % del total, Alemania, que detenta el 27,7 %, Holanda, 8,7 %, EE.UU., 7,6 %, Italia, 7,5 %, España, 5,2 %, y porcentajes menores Suiza, Canadá, Francia, Gran Bretaña, Austria, Suecia, Dinamarca, Bélgica, Finlandia e Israel.

El acuerdo con el Club de París se produce después de una serie de pasos del gobierno de Cristina Fernández, que pretenden la reconciliación con el mundo financiero internacional, más allá de que se mantenga la retórica contra el FMI, dedicada a la platea progresista.

El antecedente más inmediato fue el acuerdo sobre la indemnización a Repsol por la nacionalización de YPF. Antes, en enero, entró en vigor un nuevo Índice de Precios al Consumidor, que sinceró la cifra de inflación, aunque el FMI todavía no dio su veredicto sobre su confiabilidad. Y también en enero el gobierno llevó a cabo una importante devaluación. Todas estas decisiones se tomaron al tiempo que comenzaron las políticas ortodoxas de ajuste, con la quita progresiva de subsidios a los servicios públicos.

El arreglo del frente externo era necesario –aunque quizá no suficiente- para que Argentina pueda acceder a financiación externa a tasas razonables, imprescindible en un escenario de reservas insuficientes y contracción de la economía. Durante los últimos años, Argentina tuvo que acudir a las reservas del Banco Central, desaprovechando la oportunidad de tasas internacionales muy bajas, que sí aprovecharon algunos países vecinos, como Bolivia.

En la oposición, la reacción al acuerdo con el Club de París ha sido mayoritariamente positiva. El alcalde de Buenos Aires, Mauricio Macri, (Pro, derecha), afirmó: “es algo que muchos esperábamos desde hace varios años”. Para Sergio Massa, del Frente Renovador (FR), “es una señal positiva y un paso importante de cara al futuro”. Para el titular de la Unión Cívica Radical (UCR), Ernesto Sanz, “es un gesto en el camino correcto para que Argentina retome la normalidad”. Y el líder socialista Hermes Binner, consideró que el acuerdo “resulta necesario para resolver el problema de la rápida reinserción de Argentina en el mercado de capitales”.

Por el contrario, Claudio Lozano, de Unidad Popular, puso en duda el monto de la deuda, “ya que no existen los documentos suficientes que acrediten” el mismo. Fernando Pino Solanas, de Proyecto Sur-UNEN, “con este convenio se está violando la Constitución y el código civil, que prohíbe negociar acuerdos que surjan de actos ilícitos”. Solanas denuncia también que el gobierno dejó en manos del Club de París la fijación de los intereses y los punitorios. Gabriel Solano, del Frente de Izquierda señaló que la finalidad del acuerdo es endeudar aún más al país.

En el sector empresario la reacción fue más unánime. La Asociación de Bancos de la Argentina (ABA) y la Unión Industria Argentina (UIA) coincidieron en que el acuerdo genera un mensaje hacia los inversores globales. Y que es un paso importante en el proceso de normalización de las relaciones financieras internacionales de la Argentina.

Pero el acuerdo con el Club de París no significa que la Argentina haya resuelto totalmente el frente externo, ya que hay pendiente el reclamo de los fondos buitre que no se acogieron a las dos ofertas de canje (2005 y 2010), que alcanzó más del 92 % de la deuda. Se espera que en junio haya una decisión de la Corte Suprema de los EE.UU., que en caso de un fallo adverso pondría en serias dificultades a la Argentina.

El país ha tenido diversas crisis con su deuda externa a lo largo de la historia. En las últimas décadas, el problema llevó al país a dos suspensiones de pago: en 1988 y 2001. El grueso de la deuda se produjo durante la última dictadura militar (1976-1983). Los militares llevaron la deuda externa de 8.000 millones de dólares a 45.000 millones. El gobierno de Raúl Alfonsín (1983-1989) la llevó hasta los 65.300 millones. Carlos Ménem (1989-1999) dejó el gobierno con 121.877 millones. Adolfo Rodríguez Sáa, presidente durante unos días durante la crisis de diciembre del 2001, decretó el cese de pagos por imposibilidad de pagar la deuda, que en ese momento ascendía a 132.143 millones de dólares.

El gobierno de Néstor Kirchner logró una renegociación con una importante quita y pagó toda la deuda con el Fondo Monetario Internacional. En cualquier caso, el desendeudamiento argentino es engañoso ya que ha crecido enormemente la deuda interna. El Banco Central y la ANSES (Administración Nacional de la Seguridad Social) están financiando al estado, con consecuencias graves. Por un lado, se sigue alimentando la inflación, por una emisión sin límites. Y también se está metiendo mano en la caja de los jubilados.

El acuerdo con el Club de París fue celebrado por todo lo alto por el gobierno de Cristina Fernández, con su tradicional y sobreactuado tono épico. Igual que ensalzó que Argentina haya sido invitada a la próxima cumbre de los BRICS, los países emergentes (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica). La reunión tendrá lugar el 15 de julio en la ciudad brasileña de Fortaleza. La invitación partió de Rusia, que sin duda no olvida que Argentina se alineó con Moscú en el conflicto de Ucrania. 

Acuerdo de Argentina con el Club de París