viernes. 26.04.2024
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Se viene desarrollando desde hace tiempo, y todavía continuará algún tiempo más, la reordenación del denominado campo político a la izquierda del PSOE con vistas a las elecciones generales de finales de año. Una reorganización no exenta de dificultades, pero acompañada por el entusiasmo que genera la posibilidad de una propuesta unitaria tras las diferentes, y no siempre amigables, discusiones y divisiones de la llamada izquierda alternativa. Es posible que los resultados de las elecciones autonómicas y municipales del 25 de mayo faciliten las cosas... o las hagan todavía más complicadas. Porque la reordenación supone un riesgo para la hegemonía ejercida hasta ahora por Podemos. Eso explica las tensiones y encontronazos de su dirección con Yolanda Díaz a cuenta del papel predominante a jugar en el proyecto. Un protagonismo que choca con el significado de Sumar: la expresión política unitaria de los anhelos e inquietudes de los votantes de izquierdas, conscientes del riesgo que supone la división ante una derecha crecida y una ultraderecha envalentonada. Desgraciadamente, la ausencia de Ione Belarra en la presentación oficial de Sumar el pasado 2 de abril, evidencia la falta de visión política y de amplitud de miras de la dirección central de Podemos. Una anomalía cuyos efectos pueden ser demoledores. A no ser que sepan rectificar a tiempo y se avengan a plantear sus propuestas político-organizativas en del amplio colectivo que hoy conforma Sumar.

La dirección de Podemos se ha encastillado en su exigencia de bilateralidad e impuesto, como condición previa para acudir al polideportivo Magariños, pactar un proceso de primarias abierto a toda la ciudadanía, aún a sabiendas de que eso supone marginar al resto de organizaciones, movimientos y partidos políticos, creando una innecesaria y peligrosa agitación interna en Sumar. El problema de la dirección de Podemos, y su desaforada lucha por mantener el liderazgo en la izquierda, radica en que ya no ostenta la hegemonía en el campo de la izquierda alternativa. Podemos tiene más poder institucional que apoyo electoral. Aparte de no ser, nunca lo ha sido, el motor de una verdadera transformación, aunque haya contribuido notablemente a conquistar avances en derechos sociales. Hace tiempo que ha llegado a su límite de saturación social para, desde entonces, venir sufriendo la lenta desafección de gran parte de su primera e ilusionante influencia. Por ello, la desgarradora batalla, aparentemente técnica (bajo una cobertura ideológico-radical poco edificante), por cómo se configuran las listas electorales, no solo resulta imprudente antes de que las elecciones del 25 de mayo muestren el peso específico de cada componente, sino que son un verdadero contrasentido (oxímoron), porque obliga a Yolanda a actuar como si fuera la dirigente de un partido político, negando a Sumar el carácter abierto de un frente amplio, por lo que inmediatamente sería acusada de encabezar un proyecto político personalista.

Pero no es mi intención centrarme en lo que parece ser una constante en las relaciones de las izquierdas, sino en los aspectos que pueden dar sentido y continuidad a Sumar como proyecto de país, sintagma que en mi opinión debería ser completado con el término transformador para que adquiera verdadero sentido diferenciador del reformismo socialdemócrata, necesario, pero no suficiente. Lo que tiene como condición sine qua non la exigencia de realizar un “cribado fino” de aquellas cuestiones a tener en cuenta para la solidez de la cimentación de Sumar. Con estas reflexiones, respetuosas con las ciencias y autores que cito, pretendo aportar algunas consideraciones al debate sobre el proyecto político de Sumar que vayan más allá de su accidentada conformación.

Estas reflexiones las agrupo en dos campos fundamentales: A. Decisión coyuntural; B. Tareas estratégicas. Su construcción sigue el razonamiento circular, de manera que algunas de las afirmaciones del primer apartado pueden tener su explicación en el segundo y viceversa. Veamos.

A. Decisión coyuntural. dado que la reordenación del campo político a la izquierda del PSOE conlleva, de entrada, la obligación de afrontar con éxito las elecciones generales de final de año, lo primero será caracterizar dichas elecciones. A nadie se le escapa su importancia dado el peligro, cada vez más evidente, de triunfo de la coalición PP-VOX. Pero, más allá de que se consiga evitar un gobierno de la derecha coaligado con la ultraderecha, las próximas elecciones pueden suponer la aparición de una bifurcación (punto crítico), espacio probabilístico propio de los sistemas complejos no lineales y dinámicos, en el que las necesidades de reajuste adaptativo del sistema socioeconómico crean la posibilidad de seguir distintos recorridos, básicamente dos, de readaptación o de transformación (1). Esta apreciación resulta pertinente porque la victoria de la opción PP-VOX supondría el desarrollo de una de las trayectorias posibles de la bifurcación, la de la readaptación, conducida por la aplicación del neoliberalismo extremo. Es decir (y la experiencia de la Gran Recesión lo demuestra), la demolición de gran parte del Estado de Bienestar, debilitando el carácter público y cooperativo de sus tres pilares fundamentales: sanidad, educación y pensiones; así como el retroceso en los derechos democráticos y sociales conquistados por el gobierno de coalición progresista.

La segunda trayectoria posible de la bifurcación, la reedición del Gobierno de Coalición basado en la actual o similar mayoría parlamentaria, exige que la opción que representa Sumar obtenga los resultados superiores a los alcanzados por UP en 2019. Esta trayectoria permitiría seguir avanzando en el desarrollo del Estado Social y democrático de Derecho, cuyo pilar fundamental es el Estado de Bienestar, que constituye la base institucional sobre la que desarrollar un proyecto de transformación del sistema socioeconómico capitalista. Las izquierdas alternativas a la socialdemocracia, para ser consecuentes con el horizonte estratégico de transformación que les debe caracterizar, han de actuar forzosamente de manera propositiva, lo que exige que su actividad político-organizativa esté inscrita en lo que une y suma, tal como se propone Sumar. Porque en la actual coyuntura solo Sumar suma. Es decir, debe crear una totalidad que no puede ser el resultado de la simple adición de las partes (partidos, organizaciones y personas que la componen). Estamos ante una suma compleja de la que debería emerger un nuevo sujeto político, evitando la perniciosa y habitual exclusión y fragmentación que se origina en la pugna partidista en el seno de las izquierdas. Algo que, al parecer, asumen todos, incluido Podemos. Sumar no debe transitar el camino de la división, pugna y confrontación que han caracterizado la historia de las izquierdas alterativas en nuestro país. Entre otras cosas porque el votante de izquierdas no solo tiene en cuenta el resultado final del proyecto, en este caso Sumar, sino que también exige para movilizarse que tenga credibilidad y genere seguridad, ambas cosas vinculadas al fondo y a la forma en que se desarrolla el proceso. Si Podemos quiere contribuir al necesario éxito electoral de Sumar debe aceptar la multilateralidad de las daciones. O, lo que es lo mismo, excluir del tablero su supuesta posición hegemónica actual. En definitiva, solo Sumar suma...pero no es suficiente.    

        

B. Tareas estratégicas. La propia definición de proyecto transformador de país tiene sus exigencias constitutivas: Por una parte, en cuanto proyecto político, deberá recoger tanto las ideas fuerza que están presentes en el horizonte estratégico de transformación, como las estrategias (en el sentido del conjunto de conceptos políticos que constituyen un sistema funcional) a implementar para alcanzar dicho horizonte. Por otro lado, su programa político debe reflejar las propuestas concretas mediante las cuales se propone avanzar en los objetivos estratégicos, siendo conscientes que tal avance estará condicionado, y deberá ajustarse, a las dinámicas de las correlaciones de fuerza, de forma que sean no solo deseables sino también posibles. Porque en las conquistas de hoy se forja el motor del futuro.

Un polo de atracción necesario

A continuación, pasaré a desarrollar ahora algunos aspectos que considero relevantes y deberían ser abordados a la hora de concretar el proyecto político de Sumar. Comenzaré diciendo que, dado que su primer objetivo es la conformación de un polo de atracción (atractor) político a la izquierda del PSOE, la cuestión más relevante es el desarrollo de una sociedad con creciente disminución de la desigualdad (social, económica, política, cultural, etc.), lo que implica la necesidad de adoptar medidas que regulen el mercado, uno de los pilares de la estrategia transformadora. Además, la propia definición del horizonte estratégico como desarrollo de una sociedad con creciente disminución de la desigualdad social, sólo se puede abordar de manera eficaz y eficiente entendiendo que lo que llamamos sociedad es un sistema no lineal, abierto, complejo, dinámico, y adaptativo dotado de la dimensión cultural que permea todo lo humano. En ese sentido es importante señalar que el mecanismo que hace evolucionar los sistemas sociales, descrito por Marx en la Contribución a la crítica de la economía política (1859), son las presiones evolutivas que genera el desarrollo de las fuerzas productivas (fp) sobre las relaciones de producción (rp), una aportación que adquiere la misma relevancia que la teoría de la evolución de las especies de C. Darwin (2). Para entender este mecanismo es necesario tener en cuenta las innovaciones y desarrollos científico-técnicos, particularmente los aportados por la supercomputación, la automatización y robotización inteligente y los vertiginosos avances de la Inteligencia Artificial (IA), cuyo efectos ya están mostrando su lado más disruptivo en el trabajo, la socialización (redes sociales), manipulación (fake news), etc. Pero también muestran las posibilidades que brinda al acceso universal de la información, la potenciación de los movimientos sociales, y el desarrollo de las formas de democracia participativa, deliberativa y directa. En la actual fase del capitalismo globalizado, la Revolución Digital genera un gigantesco y exponencial desarrollo de las fuerzas productivas que choca con las rígidas relaciones de producción existentes, propias del capitalismo industrial. Este desarrollo exponencial de las fuerzas productivas en la Revolución Digital, liberadas del corsé capitalista, permiten plantearse la transformación evolutiva y gradualista del capitalismo. Porque, si algo nos enseñan las ciencias de la complejidad, es que un sistema no lineal, abierto, complejo, dinámico, adaptativo, como es el sistema socioeconómico capitalista, una vez alcanzado un determinado grado de desarrollo, puede ser transformado mediante graduales reformas estructurales (que cambian las relaciones distribuidas de poder).

Veamos ahora, de manera escueta, cuatro de los componentes de la estrategia transformadora de país, que creo deberían ser tenidos en cuenta a la hora de configurar el programa político de Sumar para que éste vaya más allá de la mera declaración de intenciones: (3)

1. Reformismo estratégico. Abarca a todas aquellas medidas que afectan al diseño básico del sistema socioeconómico:

a) En el sistema productivo: democratizar la economía mediante formas de cogestión y autogestión de los trabajadores de forma que se termine con el poder neofeudal del capital en las empresas, derivado del poder absoluto de la propiedad privada.

b) En el ámbito social: ampliación de los espacios de participación ciudadana, restringidos a los mecanismos institucionales de representación, mediante desarrollo de formas de democracia participativa, deliberativa y directa (Democracia Ampliada) en base a las posibilidades de la digitalización y virtualización de las relaciones sociales. Se trata de formas complementarias a la democracia representativa, tal como se demostró, por ejemplo, en los presupuestos participativos desarrollados en la ciudad de Porto Alegre (Brasil).

2. Gradualismo transformador. Busca cambiar las relaciones distribuidas de poder en el sistema socioeconómico, dotando de contenido real los principios de la democracia política institucional. El gradualismo transformador implementa cambios institucionales (y constitucionales) que permitan desarrollar la participación de los ciudadanos y de los trabajadores en formas de democracia directa como condición necesaria para la transformación. El gradualismo transformador se desarrolla primordialmente (aunque no exclusivamente), en el campo legislativo, lo que supone la necesidad de alcanzar democráticamente el poder político.

Reformismo estratégico y gradualismo transformador, interaccionan entre sí, y sobre el conjunto del sistema socioeconómico, en un proceso de retroalimentación que acelera la evolución del sistema y potencia los efectos transformadores.

3. Relaciones distribuidas de poder. Un sistema socioeconómico se puede definir por la naturaleza de las relaciones distribuidas de poder, las cuales se organizan en estructuras verticales (jerárquicas) y horizontales (redes distribuidas). (4) Su naturaleza fractal se manifiesta en los distintos ámbitos (subsistemas) del sistema socioeconómico: político, económico, religioso, asociativo, corporativo, grupal, familiar, cultural, etc. El término distribuidas indica que las relaciones de poder no anidan solo en las distintas instituciones del sistema, sino que permean y se extienden por el conjunto de los subsistemas que configuran la realidad social.

4. Pedagogía política. En un proyecto político transformador como el de Sumar, la pedagogía política se ha de referir fundamentalmente a los contenidos concretos (ideas fuerza) en relación con: el reformismo estratégico, el gradualismo transformador y las relaciones distribuidas de poder, para así crear una estructura cognitiva que se constituye como un sistema de conceptos organizados jerárquicamente, donde los conceptos menos importantes están incluidos en los conceptos más amplios (conceptos inclusores) (5). Por todo ello, la pedagogía política de todo proyecto transformador debe basarse en una pedagogía de los hechos: en lo político, propiciando y facilitando la participación deliberativa y directa en las resolución de sus problemas; en lo socioeconómico, mejorando la vida de la gente como dice Yolanda Díaz. Mejora y participación que solo serán sostenibles en el tiempo si suponen, a su vez, un proceso gradualista de transformación que permita hacer lo posible a partir de lo deseable. De lo contrario, las mejoras sociales y de participación democrática pueden desaparecer en la siguiente crisis del capitalismo. Incluso antes, si gobierna la derecha ultraliberal. Es el riesgo principal al que nos enfrentamos. Y no tenemos respuesta mejor, ¡tal vez la única!, que Sumar. Porque toda división es una resta suicida.


(1) Esta exposición se basa en la consideración de los sistemas sociales como sistemas no lineales, complejos, dinámicos, abiertos y adaptativos, dotados de dimensión cultural. Ello implica poseer la capacidad emergente de transformarse mediante pequeños cambios en el diseño del sistema, similar a lo que ocurre en el llamado efecto mariposa propuesto por el meteorólogo Edward Lorenz en 1960. Véase Carlos Tuya. Marx desencadenado (2017) y, El voto y el algoritmo (2022).  
(2) Este mecanismo evolutivo descrito por Marx es la manifestación en los sistemas sociales de los principios científicos de gasto mínimo de energía y de la ley de mínimo esfuerzo, propia de los sistemas naturales (físicos y biológicos), que persiguen lograr la forma más eficiente y menos costosa de alcanzar sus objetivos.
(3) Véase Carlos Tuya. Ibid.
(4) La teoría originalmente propuesta como redes de poder por el filósofo francés Michel Foucault (1926-1984). Véase Michel Foucault. Las redes del poder. Prometeo, 2014.
(5) Ausubel, D. P., Psicología educativa. Un punto de vista cognoscitivo. 1968.

Solo Sumar suma (pero no es suficiente)